Uno de los enigmas más antiguos que persiguen al ser humano es la existencia de vida después de la muerte. Directamente ligado a este misterio hay otro no menos intrigante: ¿podemos comunicarnos con nuestros difuntos? Resolver afirmativamente esta segunda incógnita supondría confirmar también la primera. Atraparíamos dos pájaros con una sola respuesta.
Pues bien, a lo largo de la historia no faltan testimonios). Una revisión de estudios sobre ADC realizada en 2011 por Jenny Streit Horn, de North Texas University, reveló que estamos ante un fenómeno muy común. Según sus estimaciones, alrededor del 35-40% de la población habría creído recibir mensajes del más allá inesperadamente y con independencia de la edad, raza o religión. La comunicación con el fallecido habría tenido lugar especialmente durante la resolución del duelo y resultó útil para sobrellevar con mayor serenidad dicha pérdida.