TRABAJAR SIN ‘QUEMARSE’
Crack. Mil pedazos. Te rompes. “Insanity laughs, under pressure we’re breaking”. Cantan Queen y Bowie juntos.
La grieta puede haber comenzado con una bronca fuera de lugar, unas horas de más trabajadas, ausencia de reconocimiento, un ataque de ansiedad. Las circunstancias se repiten en el tiempo como un estribillo, como un martilleo lento, penetrante, hiriente que te acompaña más allá de las horas laborables. Entra contigo a casa, se mete contigo en la cama, no te deja dormir. El cansancio empieza a hacer mella, salta el warning del agotamiento mental y saboreas la insatisfacción demasiado a menudo. Se desvanece la vocación. El desgaste llega a alcanzar el punto de la desintegración emocional. Tú no eres tú. Aparece el monstruo. El síndrome de burnout da la cara. Estás quemado.
En un año gris oscuro casi negro, como fue el marcado por el covid, aumentaron esos niveles de incertidumbre, de estrés laboral y de problemas asociados a la salud mental. Según refrenda el estudio de Eurofound Living,
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