DESPIERTO Y EN MARCHA GUÍA PARA NOCTÁMBULOS QUE QUIEREN MADRUGAR
APENAS ESTABA AMANECIENDO y ya me había tomado mi café, me había atado las deportivas y había hecho un circuito de mancuernas. Y mientras el resto del mundo aún dormía, ahí estaba yo, muerto de hambre, activo nada más empezar el día y metiéndome en una ducha helada que me había autoimpuesto.
Aquella no era más que la primera semana de una aventura de un mes en la que había decidido probar todas esas prácticas respaldadas por la ciencia que, teóricamente, me iban a convertir en un supermadrugador hiperproductivo. Lo cierto es que yo jamás había sido de madrugar, pero me habían dicho hasta la saciedad que levantarse temprano era la clave para derrotar, y sobrevivir, a este viaje desenfrenado que está siendo 2020.
Imaginemos que hablamos de algo así como la cultura mañanera 2.0, una forma de acercarse a la productividad en la Nueva Era, liderada por personajes desde La Roca, cuyos entrenos a las cuatro de la mañana revolucionan Instagram, hasta Jack Dorsey, uno de los fundadores y CEO de Twitter, que incluye en su rutina una meditación al amanecer. Entre los grandes madrugadores que dan los buenos días con el hashtag #metime están el antiguo CEO de Starbucks, Howard Schultz, y el presidente ejecutivo de Disney, Bob Iger.
Todo esto no es más que una prolongación natural
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