SEPSIS: LA INFECCIÓN FULMINANTE
Con diecinueve años, Guillem ingresó en el hospital por una seria inflamación de las amígdalas. Tres días después, los médicos le diagnosticaron sepsis, una grave enfermedad, también conocida como septicemia, que se produce cuando, para combatir una infección, el cuerpo lanza una respuesta inmunitaria desproporcionada y provoca una inflamación generalizada que pone en peligro la vida. Tras una operación de siete horas en coma inducido, un equipo de cirujanos, traumatólogos, otorrinos e intensivistas reparó el daño provocado por las bacterias en el debilitado organismo del joven. Pero solo era el principio de una larga recuperación. En los 52 días que estuvo en la UCI, le operaron ocho veces. “En esas intervenciones, Guillem perdió una parte del trapecio y otros músculos importantes de la espalda. Con el resto de trapecio que quedaba lograron salvarle la articulación del brazo derecho”, recuerda su madre, Àngels García, en un artículo de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC). El joven, que tuvo que aprender a caminar de nuevo, arrastra numerosas secuelas. Hoy le siguen sometiendo a intervenciones quirúrgicas, pero con veintitrés años puede considerarse afortunado por haber sobrevivido.
, según estimaciones de la SEMICYUC. “Cada minuto cuenta, por eso es clave la identificación precoz. Cualquier infección grave puede ser una sepsis”, dice Ricard Ferrer, presidente de
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