No había cumplido 30 años y ya era directora. Se estaba estrenando como cuarentona y ya era viuda. Como si la vida hubiera sabido que convenía hacerla sabia desde temprano. 
Es una de las personas más resilientes y alegres que conozco. De las que parece que autocarburan fuerza y buena energía. Hace de su vida un papalote de propósito que vuela alto y se dedica a lo que realmente importa: coleccionar experiencias significativas.
Mientras nosotros estamos estrenando aquí su episodio, por ejemplo, ella disfruta en Londres con su grupachón de amigos atletas que acaban de terminar su más reciente maratón.
Está necia con “cambiar al mundo”, como ella dice, y cambiarlo desde el pensamiento científico; pues está convencida de que este es el mejor camino posible para resolver los problemas que enfrentamos como humanidad. 
Es #MamáImperfecta de dos adolescentes, a quienes ha criado con dedicación. Tanta dedicación, que a veces añora haber sido más mamá de proyectos profesionales.

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