Los ojos del dragón

Por Sebastián Vargas

Acompañá a Wang en un viaje de historias y proverbios donde las palabras tienen el poder de transformar.
Wang, el más pequeño de la familia Fu, es muy inquieto y curioso. Entre los rumores del pueblo y lo que escucha por los caminos, descubre los proverbios que usa su gente al hablar, frases que surgen de historias fantásticas y sus enseñanzas... Pero vayan con cuidado: no se apuren a trazar los ojos en el dibujo del dragón, porque los libros no muerden pero sí transforman…

• Idioma: Español
• Editorial: Planetalector Argentina
• Fecha de lanzamiento: 1 feb 2025
• ISBN: 9789877674682

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Portada de Los ojos del dragón hecha por Sebastián Vargas

LOS OJOS DEL DRAGÓN

PROVERBIOS DE LA ANTIGUA CHINA

LOS OJOS DEL DRAGÓN

PROVERBIOS DE LA ANTIGUA CHINA

Sebastián Vargas

Ilustraciones de Flor Kaneshiro

Logo de la editorial Planeta lector

Página de legales

© 2025, Sebastián Vargas

Ilustraciones de: Flor Kaneshiro

Todos los derechos reservados

© 2025, Grupo Editorial Planeta S.A.I.C.

Publicado bajo el sello Planeta Lector®

Ing. Enrique Butty 275, Piso 8, C1001AFA, C.A.B.A.

[e-mail]

www.planetadelibros.com.ar

ISBN 978-987-767-468-2

1ª edición: febrero de 2025

Primera edición en formato digital

Versión: 1.0

Digitalización: Proyecto451

Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723

No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor.

Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446 de la República Argentina.

Índice de contenido

Portada

Portadilla

Legales

1. RUMORES

2. PERSEVERAR

3. SALIR AL MUNDO

4. NO OLVIDAR EL OBJETIVO

5. TEMERIDAD

6. INICIATIVA PROPIA

7. ESCONDERSE

8. ADAPTARSE A LOS CAMBIOS

9. MODERACIÓN

10. AUTOENGAÑO

11. FANFARRONEAR

12. ESMERO

13. TERQUEDAD

14. ASTUCIA

15. APARIENCIAS

16. DESPERDICIO

17. EXPERIENCIA

18. CONOCIMIENTOS TEÓRICOS

19. ÉXITO REPENTINO

20. SENTIDO COMÚN

PARA SABER UN POCO MÁS SOBRE LOS PROVERBIOS CHINOS

Lista de páginas

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Puntos de referencia

Portada

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Tabla de contenidos

Comienzo de lectura

A las estudiantes estrella (xīngxingde xuésheng)

Silvina Chauvin y Dolores Giménez Zapiola.

¡Jiāyóu!

Los proverbios chinos (chéngyǔ, Caracteres en chino de 'proverbio chino' ) son frases de cuatro sílabas (cada sílaba es también una palabra) que sintetizan una idea compleja; muchas veces, el proverbio surge de una historia que todos conocen, pero que cada quien cuenta a su manera.

Símbolos chinos y su pronunciación correspondientes al siguiente proverbio

Camino escuchado, camino dicho

1. RUMORES

La abuela Lilu era la persona con más años en la familia Fu, y también la más sabia. Su nieto Wang era el más pequeño de la familia, y el más inquieto. Pero en ese momento, ambos compartían el mismo rincón del patio, junto al aljibe.

Mientras la abuela hacía mover la rueca con el hilo de seda, Wang miraba aburrido a una mosca que daba vueltas alrededor del patio. La rueca hacía un ruido repetitivo y tranquilizador, pero el chico seguía inquieto.

En un momento, Wang rompió el silencio:

—¿Sabes, abuela? Hace poco, en una de las granjas al oeste del pueblo, una gallina puso cien huevos en una sola mañana.

La abuela interrumpió el giro de la rueca solo por un instante, lo suficiente como para echarle a su nieto una mirada, levantar la ceja izquierda y contestar:

—No puede ser.

Pero Wang ya había encontrado algo para salir de su aburrimiento, y continuó:

—Y el mes pasado, en el pueblo de Xinhao, cayó del cielo un salmón.

—Imposible —fue la respuesta de la abuela Lilu, que esta vez ni siquiera detuvo la rueca.

—Y en Pinyang, cerca del mar —volvió a hablar el niño—, encontraron una serpiente de doscientos pies de largo.

La anciana negó con la cabeza enérgicamente.

—¡Más imposible todavía!

Un poco ofendido porque la abuela no creyera nada de lo que él le contaba, Wang aclaró que tal vez la serpiente no llegara a los doscientos pies de largo, sino solo