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La vocación filosófica en Chile
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Libro electrónico164 páginas2 horas

La vocación filosófica en Chile

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Estas entrevistas se realizaron en la década de 1980. Los filósofos entrevistados —Humberto Giannini, Gastón Gómez Lasa, Juan Rivano, Félix Schwartzmann y Juan de Dios Vial— todos vivieron la creciente especialización del campo filosófico, la expansión y democratización de la educación superior, y esto en el contexto de la Guerra Fría y la polarización política que desembocó en la dictadura de Augusto Pinochet. Conocemos a los filósofos a través de sus libros y de sus funciones docentes, pero contadas veces hemos tenido la oportunidad de oír las razones por las cuales llegaron a la filosofía y lo que encontraron en ella a lo largo de su trayectoria profesional. En tiempos en que la especialización ha derivado en una exigencia central en la vida universitaria, resulta revelador constatar cómo la entendieron ellos e identificar los momentos, las lecturas y los sucesos que los condujeron a un compromiso con la filosofía. De acuerdo con algunos, no puede haber filosofía sin especialización, es decir, sin un conocimiento histórico, profesional y riguroso de la tradición filosófica en universidades y centros académicos. ¿Pero qué decir en los casos en que los filósofos más importantes llegaron a ser tales no solo sin una especialización, sino en muchos casos a pesar de ella?
IdiomaEspañol
EditorialEdiciones UDP
Fecha de lanzamiento19 jun 2024
ISBN9789563145601
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    La vocación filosófica en Chile - Ivan Jaksic

    Jaksic Iván / La vocación filósofica en Chile

    Santiago de Chile: Ediciones Universidad Diego Portales, 2021, 1a edición, p.161, 15,5 x 22,5 cm.

    Dewey: 199.83

    Cutter: V8513

    Colección Pensamiento Contemporáneo

    Incluye prefacio, anexo, índice onomástico, notas al pie, biografía y obra filosófica de los autores estudiados.

    Materias:

    Filosofía Chile.

    Filósofos Chile.

    Filosofía chilena. Historia.

    Giannini, Humberto, 1927-2014.

    Rivano, Juan, 1928-2015

    Vial Larraín, Juan de Dios, 1924-2019.

    Schwartzmann, Félix, 1913-2014.

    Millas, Jorge, 1917-1982.

    LA VOCACIÓN FILOSÓFICA EN CHILE

    IVÁN JAKSIĆ

    © Iván Jaksić, 2019

    © Ediciones Universidad Diego Portales, 2021

    Primera edición: abril de 2021

    Inscripción n.° 2021-A-2172 en el Departamento de Derechos Intelectuales

    ISBN: 978-956-314-486-4

    ISBN Digital: 978-956-314-560-1

    Universidad Diego Portales

    Dirección de Publicaciones

    Av. Manuel Rodríguez Sur 415

    Teléfono: (56 2) 2676 2136

    Santiago – Chile

    www.ediciones.udp.cl

    Edición Adán Méndez

    Diseño: Mg Estudio

    Fotografía de portada: Universidad de Chile, 1950.

    Diagramación digital: ebooks Patagonia

    www.ebookspatagonia.com

    info@ebookspatagonia.com

    CONTENIDO

    Prefacio

    Introducción

    La vocación filosófica en Chile

    Los inicios filosóficos

    Biografía y obra filosófica

    Filosofía y especialización

    El concepto de vocación filosófica

    Félix Schwartzmann

    Humberto Giannini

    Gastón Gómez Lasa

    Juan de Dios Vial

    Juan Rivano

    Anexo: Jorge Millas

    PREFACIO

    La vocación filosófica en Chile es un texto con algo de historia, que me permito resumir para dar cuenta de su gestación y posterior evolución hasta llegar ahora a manos del lector. A raíz de mi tesis doctoral (1981), sobre el papel de los filósofos en el proceso de reforma universitaria de la década de 1960, me interesé en la trayectoria de quienes no solo abordaron problemas centrales de la filosofía, sino que se interesaron e involucraron en el quehacer universitario y nacional. Durante las convulsionadas décadas en que se desempeñaron como profesionales, estos filósofos enfrentaron grandes transformaciones sociales y políticas que impactaron tanto su pensamiento filosófico como sus manifestaciones públicas.

    Las entrevistas que se presentan a continuación comenzaron en la década de 1980, época en que los filósofos incluidos, Humberto Giannini, Gastón Gómez Lasa, Juan Rivano, Félix Schwartzmann y Juan de Dios Vial Larraín tuvieron en su mayoría enormes dificultades para ejercer la disciplina con la que se habían comprometido. Todos ellos acogieron mis preguntas con buena voluntad y revelaron aspectos de su trayectoria que eran desconocidos. Sus testimonios son hoy en día verdaderos documentos históricos.

    Tuve la oportunidad de presentar y publicar diferentes elementos de las entrevistas en diversos medios, pero solo se publicaron algunas de ellas en 1996 en Anales de la Universidad de Chile. Desde entonces me ha rondado la idea de publicarlas como libro. El paso del tiempo no ha sido en vano, ya que me dio la oportunidad de elaborar un concepto de vocación filosófica que es común a los pensadores que instalaron la filosofía como disciplina universitaria en nuestro país. En tiempos en que la especialización ha derivado en una exigencia central en la vida universitaria, resulta revelador constatar cómo la entendieron ellos e identificar los momentos, las lecturas y los sucesos que los condujeron a un compromiso con la filosofía.

    Quiero agradecer a quienes tuvieron la paciencia para conversar conmigo sobre diferentes aspectos de esta obra. Son demasiados en los cuarenta años transcurridos desde la primera entrevista. Por lo mismo, me limito a reconocer los generosos aportes recientes de Renato Cristi, Teresa Matte, Juan Luis Ossa, Carlos Ossandón y Augusto Varas. También quiero agradecer a mis editores, Matías Rivas y Adán Méndez, y a Ediciones Universidad Diego Portales, que con anterioridad publicó mi historia de la filosofía chilena (2013) en su serie Pensamiento Contemporáneo. Quizás los mismos filósofos entrevistados, ya todos fallecidos, verían con algo de benevolencia el por qué los abrumé con tantas preguntas. En sus respuestas hay una clave para comprender la vocación filosófica en Chile.

    INTRODUCCIÓN

    La vocación filosófica en Chile

    Hace algunos años, con el profesor Jorge J. E. Gracia, desarrollamos una tipología para clasificar la actividad filosófica en América Latina. En ese momento, y sobre todo en relación con el problema de la identidad cultural en el continente, encontramos que los conceptos de universalismo, culturalismo y crítica recogían gran parte de la bibliografía al respecto.¹ Por universalismo entendimos aquella literatura que considera que no existe una filosofía latinoamericana que se pueda distinguir de la filosofía producida en otras partes del mundo. La filosofía, argumentan los autores representativos de dicha corriente, es una filosofía sin más, y por lo tanto no le caben connotaciones de carácter nacional o regional. Por culturalismo englobamos aquella literatura que toma una postura opuesta, y que considera que desde el momento en que hay una cultura latinoamericana puede y debe haber una filosofía latinoamericana. Por último, por crítica incluimos aquella literatura que ha cuestionado la relevancia social y pedagógica de la filosofía universitaria contemporánea en América Latina.

    Con el profesor Gracia nos preguntamos, además, si acaso existían temas que caracterizaran el quehacer filosófico latinoamericano. Gracia y Risieri Frondizi ya habían demostrado la preocupación por el hombre y los valores en los fundadores de la filosofía latinoamericana.² Cuando realizábamos nuestra propia investigación, nos llamó la atención el hecho de que, tanto en el siglo

    XIX

    como en el

    XX

    , persistiera una preocupación filosófica por el grado en que la técnica representaba una solución, un reto o quizás una amenaza para América Latina. Concluimos entonces que, más allá de las respuestas que cada corriente da a la pregunta sobre la existencia y carácter de una filosofía latinoamericana, existía una temática que resulta, si bien no completamente original, bastante presente en las preocupaciones de los filósofos latinoamericanos.

    De esta manera, con el profesor Gracia intentamos proporcionar una interpretación tanto de la actividad como de las preocupaciones filosóficas principales de los filósofos latinoamericanos. No era nuestro propósito dar una respuesta definitiva sobre la existencia o no de una filosofía latinoamericana, y mucho menos defender una postura específica. Simplemente quisimos recoger las diferentes interpretaciones de modo de hacer más accesible y coherente la amplia literatura sobre el tema. Somos conscientes, ayer como hoy, de que el debate al respecto continúa y seguirá dando pie a múltiples discusiones. Con suerte, quienes se interesan por el tema podrán, al calor de tales discusiones, conocer cada vez más sobre la actividad filosófica latinoamericana en general y sobre los filósofos en particular.

    En relación con esto último es que quiero sugerir un tema que me parece no ha recibido toda la atención que debiera y que tal vez podría proporcionar una clave para comprender la filosofía latinoamericana contemporánea. Sabemos algo respecto de la actividad de los filósofos y sus diferentes maneras de comprender la disciplina. Sabemos incluso algo sobre sus temáticas principales. Pero sabemos poco sobre las razones por las que el filósofo latinoamericano ha llegado a la filosofía. Poco también sobre sus expectativas, sus ideales y las razones biográficas por las cuales se han interesado por una escuela o un autor en lugar de otros.

    En resumen, conocemos a los filósofos latinoamericanos a través de sus libros y de sus funciones docentes,³ pero contadas veces hemos tenido la oportunidad de oír, a modo de testimonio, las razones por las cuales llegaron a la filosofía y lo que encontraron en ella a lo largo de su trayectoria profesional. Es fundamental determinar tales razones, puesto que ellas pueden suministrar una clave importante a propósito de cómo se estableció la filosofía profesional en América Latina. De acuerdo con algunos, no puede haber filosofía sin especialización, es decir, sin un conocimiento histórico, profesional y riguroso de la tradición filosófica en universidades y centros académicos. ¿Pero qué decir en los casos en que los filósofos más importantes llegaron a ser tales no solo sin una especialización, sino en muchos casos a pesar de ella? Si el filósofo latinoamericano surge, no de la formación proporcionada por las universidades, sino de una serie de experiencias biográficas y sociales, es probable que esto nos ayude a identificar un aspecto importante de la naturaleza del pensamiento filosófico latinoamericano.

    El presente estudio es el resultado de investigaciones que he desarrollado por varias décadas sobre la historia de la filosofía y la educación superior en Chile.⁴ Durante el curso de ellas tuve la oportunidad de entrevistar a diversos filósofos chilenos para preguntarles sobre el papel que desempeñaron en los movimientos de reforma universitaria en el país. Aunque ese era mi objetivo principal, al calor de las entrevistas surgieron varios temas que ahora expongo, y que creo proporcionan la base para esbozar el concepto que da título a este trabajo: el concepto de vocación filosófica.

    Mediante esas entrevistas –además de escritos autobiográficos allí donde los encontré disponibles– busqué determinar, en primer lugar, las motivaciones por las que los filósofos chilenos más importantes llegaron a la filosofía para dedicar a ella su vida profesional. En segundo lugar, sugerir la manera en que este testimonio ilumina aspectos importantes no solo de la obra de cada filósofo, sino del desarrollo de la filosofía chilena en general. Y, en tercer lugar, establecer una definición del concepto de vocación filosófica y las implicaciones que este tiene sobre la manera en que actualmente entendemos la filosofía latinoamericana.

    Es importante señalar, a modo de contexto general para la discusión de la filosofía chilena contemporánea, que la disciplina logró establecerse como una actividad académica autónoma e independiente de otras disciplinas hacia finales de la década de 1940. Por largos años, e incluso ya en el siglo

    XIX

    , existía una marcada tendencia hacia la especialización por parte de los filósofos chilenos. Pero fue solo a partir de esa época que se instaló un Departamento de Filosofía con un complejo programa de estudios, que se creó una Sociedad Chilena de Filosofía y una revista especializada de filosofía. Como he tratado de demostrar en otro ensayo, esto significó un divorcio de las tendencias sociales, políticas e incluso pedagógicas que habían caracterizado a la disciplina con anterioridad.⁵ Durante la década de 1950 se afianzó lo que he llamado la edad dorada del profesionalismo filosófico, es decir, una época en que los filósofos pudieron dedicarse exclusivamente a los temas más especializados de la disciplina, compartir sus inquietudes filosóficas con colegas en un ámbito internacional, y definir su campo de actividades como un campo netamente académico.

    Los filósofos de quienes me ocupo en este trabajo, la mayoría de ellos nacidos en los años 1920, realizaron su vida académica durante esta edad dorada de la filosofía chilena. Ellos son Félix Schwartzmann (1913-2014), Gastón Gómez Lasa (1926-2019), Juan Rivano (1926-2015), Juan de Dios Vial Larraín (1924-2019) y Humberto Giannini (1927-2014). Junto con Jorge Millas (1917-1982), lamentablemente fallecido mientras iniciaba este ciclo de entrevistas, ellos son los filósofos chilenos más importantes y productivos en el Chile de la mayor parte del siglo

    XX

    .⁶ Todos vivieron una experiencia particular, que es la creciente especialización del campo filosófico, la expansión y democratización de la educación superior, además del contexto de la Guerra Fría y la polarización política que desembocó en la dictadura de Augusto Pinochet.

    Los inicios filosóficos

    A pesar de que desempeñaron un papel importante en el proceso de especialización de la disciplina, los filósofos chilenos que aquí discuto llegaron a la filosofía por caminos que tienen poco que ver con la especialización o incluso con una formación escolar completa. En la mayoría de los casos, siguieron estudios muy accidentados, con interrupciones frecuentes o, como en el caso de Schwartzmann, truncados. Este último, por ejemplo, indicó durante el curso de la entrevista que:

    De primero a quinto de humanidades, el despertar y tener que ir al Liceo [de Aplicación] era para mí la suprema pesadumbre. Uno que otro profesor me entendía. En todo lo demás, yo descubría que no me enseñaban nada. Yo en ese tiempo ya había leído a Kant, a Platón e iba al observatorio a calcular paralajes de estrellas. Y descubría que sentía al mundo como sin sentido. Tanto así que le dije a mi padre, cuando decidí retirarme del liceo, que me interesaba más encontrar un sentido para seguir viviendo que estudiar.

    Schwartzmann intentó completar sus estudios formales mediante una petición a las autoridades para rendir exámenes que le permitieran ingresar a la universidad. En la entrevista relata que tropezó con múltiples obstáculos que lo llevaron a concluir que la educación disponible para él en aquel momento era prácticamente inútil. Su rechazo de los requisitos propios de una educación formal se relaciona con la carencia de una formación universitaria. Su nombramiento como profesor universitario, de hecho, se debe a un mecanismo de inspiración alemana utilizado

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