Yemayá Madre del Mundo
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Yemayá Madre del Mundo - Rogelio Gómez Nieve
Índice de contenido
ORISHA DE LAS AGUAS
YEMAYÁ
HISTORIAS DE YEMAYÁ
Babá Eyiogbe no come boniato (kukunduku)
Donde Yemayá creó los remolinos
La venganza de Yemayá
La hija de Yemayá
Nace el ataque de eclampsia
El suplicio del ganso
El perdón de Yemayá
Cuando Yemayá empezó a consultar
El dominio de Yemayá y Oshún por Olofin
Por qué se ruega la cabeza con pargo
La hija de Yemayá
La promesa de Eyade
Yemayá ya no podía renegar más
Por qué la obiní del awó tiene que recibir ikofá
Orúnmila, Yemayá y el hijo de Oggún Arere
La soledad de San Lázaro
La obiní de Erdibre
Los tres hermanos
El reino de Yemayá
Cuando Yemayá crió a Yobolobo
La cría de Yemayá
Cuando Yemayá salvó a Oshosi e Inlé
Donde se prohibió comer carne de cerdo
Cuando Yemayá le pegó los tarros a Oggún
Donde Yemayá desacreditó a Orúnmila
Los dos hijos de Yemayá
Cuidado con los chismes
El que nació para mono, mono es, y mono se queda
El porqué el agua de mar es salada
Amarre el barco para que no se vaya a la deriva
Addi e Imú, los hijos de Yemayá
El camino donde Yemayá maldijo al cerdo
Fogue pierde la suerte
Bekonwá y sus hermanos tamboreros
Nacimiento de Yemayá Okuté
Las dos hijas de Yemayá
Mayelé la mujer de Aleré
El barco negrero
Yemayá y sus inquilinos
Yemayá Taramawá
La pérdida de la memoria
Los guacalotes de Asesú y Yewá
La separación de Yemayá y Orisha Oko
Olofin le cortó el omi a sus omo
El hombre que compitió a caballo
Oddudua es engañado por Orúnmila
La puerta de la luz
Los amores de Yobolo y Abuku Orun
Cuando Yemayá crió a Yobolo
Los celos de Yemayá
La esclava de Eggún
El cambio de vida
Por causa del tarro se abre la sepultura
La desnudez
De cómo un joven llegó a gobernador
Cómo ofrendar un cerdo a Yemayá
El huérfano
El perdón mutuo
La culpa la pagan los inocentes
OLOKUN
HISTORIAS DE OLOKUN
Las transformaciones de Olokun
Cuando Olokun quiso apoderarse de la tierra
Olokun presta un caballito de mar
El hijo quiere ser más que el padre
El canto de sirenas
Olokun aumenta de volumen
La lucha del agua con la arena. Maferefún Olokun
Cuando los muchachos hicieron ebbó
Obá Ola no quiso hacer caso de su omo Ifá
La guerra entre Shangó y Olokun
La guerra de Olokun y Obatalá
Nació la hidropesía
El nacimiento de las caretas de Olokun
La riqueza de Olokun
Cuando el gallo se casó con la hija de Olokun
La hija de Olokun
El camino del secreto de Olokun
El camino donde Olokun come pato
El camino del fango
El brazo de mar
Las hijas de Olokun
Oshé Nilogbe se casa con la hija de Olofin
Oshé Nilogbe el hijo de Olokun
Él adivinó para sacerdotisa divina
El secreto revelado
La riqueza de Olokun
Donde Obatalá apaciguó a Olokun
La maldición de Ayé
Donde Aroni se le atravesó a Orúnmila
Las dos obiní de Olokun
Orúnmila se casa con la hija de Olokun
Pacto de Orisha Oko y Olokun
Orúnmila consulta en el ilé de Olokun
Los pinos
El ahijado quiere ser más que el padrino
La batalla entre la Diabla y Olokun
Las conversaciones
Por qué Irukere es el babalawo de Olokun
El barco y la vela
Las nubes despreciaban al mar
Las herramientas de Olokun
El pescador de langostas azules
De pastor a príncipe
GLOSARIO
Fuentes consultadas
Edición: Dulce María Sotolongo
Corrección: Jacqueline Carbó Abreu
Diseño de cubierta e interior: Suney Noriega
Realización: Yuliett Marín Vidian
Conversión y revisión del ebook: Ana Molina G.
© Rogelio Gómez Nieves,
Bertha Hernández López, 2017
© Sobre la presente edición:
Ediciones Cubanas, Artex, 2017
ISBN 978-959-7245-67-4
Sin la autorización de la editorial Ediciones Cubanas
queda prohibido todo tipo de reproducción o
distribución de contenido.
Ediciones Cubanas
5ta Ave. No. 9210. Esquina a 94. Miramar. Playa
e-mail: editorialec@edicuba.artex.cu
Telef (53) 7207-5492, 7204-3585, 7204-4132
A Hidelgardis María Nieves Pérez (omo Yemayá
Ashabá), Rogelito
A Janet Corvo, omo de Yemayá, la más joven, BHL
A nuestros ancestros
ORISHA DE LAS AGUAS
El mar siempre ha sido motivo de admiración para
el hombre; respetado por los enigmas que encierra. El hombre siempre ha necesitado del mar como fuente de alimentación y vía para el comercio.
Para los griegos entre los dioses más poderosos
estaba Poseidón, hermano de Zeus y de Hades, quien con su tridente era capaz de desatar las tempestades más terribles. Para los romanos era Neptuno. Para los cristianos el agua es fuente de vida, de renovación. ¿Quién pudo separar las aguas y cruzar el mar?
A partir de la segunda mitad del siglo xvi comienzan
a llegar a Cuba gran cantidad de hombres en calidad de esclavos, de diversos lugares de África; los cuales traían sus culturas y religiones; pero son los grupos yorubá, de la zona occidental subsahariana, los que más influencia ejercerán en el proceso de integración cultural y religioso en la Isla, quizás porque tenían una representación mayoritaria dentro de las etnias que arribaron a nuestra tierra o porque sus conocimientos tenían fuertes raíces hereditarias. Lo cierto es que tanto en la cultura como en la religión existe una fuerte presencia del elemento africano, a pesar
de la transculturación sufrida y de la asimilación de las nuevas latitudes.
Entre las religiones de origen africano que todavía hoy aparecen en la Isla tenemos la Regla de Osha, más comúnmente conocida como Santería, de origen yorubá. Cada una de sus deidades u oshas, identifican las energías de la naturaleza, de ahí que estén agrupados en varios grupos, como los guerreros (Eshu-Elegguá, Oggún…), los de cabecera (Obatalá, Shangó, Yemayá…), mayores (Inlé, Olokun…), menores (Abita, Ajá…) y otros.
Pero Yemayá es una de las diosas tutelares de la Santería cubana, y una de las más representativas en el Caribe y Latinoamérica, bajo diferentes denominaciones. Se le considera la madre de todos los orishas, gobierna el mar y reina en el universo. Narra una
leyenda que la diosa dijo Ibí boyán odu mí (Me duele el vientre), y emanaron los ríos y todo lo que tiene vida,
incluso hasta los orishas. Quizás por ello se le considere
madre del universo, y en la naturaleza está simbolizada con el movimiento de las olas del mar, que todo lo abarca. Está en el grupo de los oshas de cabecera.
Múltiples leyendas dan noticias de una Yemayá diligente, comprensiva hacia sus hijos, y conciliadora. Uno de sus caminos más singulares es el de Olokun, que también es una deidad en sí misma y que está viviendo en el fondo del mar atada a una cadena, y a quien si alguien llega a ver puede ocurrirle una muerte inmediata. Solo se le ve en los sueños, pues se cubre la cara con una máscara o careta de rayas azules y blancas.
Una de las divinidades que cuenta con un arsenal mayor de mitos y leyendas es Yemayá, respetada por todos los creyentes que, cuando aparece en un toque de santo montada en su caballo, bien como un reina altanera o como una complaciente madre, hace exclamar a todos los asistentes: Oh, mío Yemayá!
¹
El presente libro nos muestra las características generales de Yemayá, dueña y señora de las aguas, fuente esencial de la vida, así como su surgimiento y sincretismo con nuestra Virgen de Regla, su relación con otros osha del Panteón Yorubá, y las diferentes denominaciones que asume en las distintas etapas de la vida.
Señala Natalia Bolívar, en Los orishas en Cuba (1990) que: La sincretización de Yemayá con la Virgen
de Regla resultó natural: la Virgen es la madre de Dios, hay que cruzar el mar para venerarla y reside en su orilla; Yemayá es la poderosa madre de todos los orishas,
la misericordiosa reina del mar, que es su morada.².
Igualmente recoge en sus páginas la historia de Olokun, uno de los avatares o caminos de Yemayá, la mayor de las Yemayá, madre de las profundidades marinas y dueña de los océanos, que aunque por sus características es temido, pues representa la vida y la muerte, también es fuente de vida. Es considerado un Orisha mayor.
B. H. L.
¹ Miguel Barnet: La Regla de Ocha
, en La fuente viva, Editora Abril, La Habana, 2011.
² Natalia Bolìvar: Los orishas en Cuba, Ediciones Unión, 1990, p. 98.
YEMAYÁ
(Caminos)
Yemaya-YEMAYÁ
A Yemayá Iyá Moayé, madre del mundo, se le atribuye la creación de Ilé Ifé (ciudad sagrada para los yorubá),
donde las fiestas en honor a este Orisha duran
varios días y los cantos y danzas en su honor son los más hermosos dentro del panteón yorubá. Yemayá
es amiga de la buena compañía y del lucimiento; aunque es madre virtuosa y sabia, también es alegre y sandunguera. Cuando se sube, ríe a carcajadas y da vueltas como las olas y gira como los remolinos del océano. Unas veces bracea como nadando, otras representa una zambullida para sacar caracoles, algas y peces para sus hijos. En otras ocasiones parece remar
hasta la hipotética orilla donde siempre la espera Oshún. Sus danzas comienzan con suaves ondulaciones, como las aguas que agita blandamente al soplo de la brisa, pero pronto se encaracola y va aumentando en intensidad, como un oleaje que se enfurece.
Se dice que el santo nació del mar, la tierra que hoy conocemos, se transportó sobre un caracol, el cual
informó a las criaturas sobre las tareas que debían realizar.
Es bondadosa, indomable, astuta y noble con sus hijos, a quienes les tiene mucha paciencia, pero cuando
se enoja no la calma nada, sus castigos son duros, su cólera es terrible, pero a la vez es justiciera. Cuando esto sucede provoca calamidades a la persona que la ofende.
De esta bienhechora Santa, poco queda por explicar ya que es una de las más conocidas por todos los iwaró y no iwaró, ¿por qué? ¿Qué aleyos no conocen a la santísima virgen de Regla en Cuba? Todos los iwaró saben que el dulce nombre de nuestra virgen de Regla en latín significa: divinidad. Nos cuenta Natalia Bolívar en Los orishas en Cuba que:
En fecha lejana como 1660 se erigió en el caserío de Regla, en terrenos del ingenio Guaicamar, un bohío que cobijaba una imagen de la Virgen, de la Regla de San Agustín. (Cuenta la leyenda acerca del obispo llamado San Agustín El Africano
—nacido y fallecido en África (360-436)—, que cuando era muy joven tuvo una revelación de un ángel que le ordenó tallar en madera la figura de una imagen que debía colocar, bien adornada, en su oratorio. Los siglos borraron el nombre que San Agustín que le hubo de poner, aunque parece ser Virgen de Regla. Diecisiete años después de su muerte,
un discípulo de San Agustín, conocedor del secreto de la revelación, llamado Cipriano, para evitar que la figura fuera profanada por los bárbaros, embarcó con la imagen en una pequeña nave y llegó a un punto de las costas de España, cercano al lugar que hoy ocupa la Virgen de Regla en la villa de Chipiona, Cádiz. Se dice que a pesar de
una tormenta que los sorprendió en medio del estrecho
de Gibraltar, la imagen no sufrió deterioro alguno, ni Cipriano, ni la pequeña embarcación, considerándose este su primer milagro, que fuera ampliamente comentado por marinos y pescadores. Finalmente la tradición se encargó de hacerla Patrona y Protectora de todos los marinos). Dos años después, el