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Guarda tu lengua: Palabras que hieren, palabras que sanan
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Libro electrónico60 páginas1 hora

Guarda tu lengua: Palabras que hieren, palabras que sanan

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Empleamos las palabras constantemente. No podemos vivir sin ellas, y sin embargo, a veces quisiéramos no haberlas usado. Con la boca somos capaces de dar refrigerio, y al mismo tiempo encender grandes fuegos.

En este libro, con un estilo cercano y desafiante, el autor nos presenta una radiografía de la lengua. Nos ayuda a entender qué palabras edifican, y cuáles destruyen, y en un viaje aún más profundo nos conduce al origen de nuestras palabras enfrentándonos a los deseos más ocultos de nuestro corazón y a la medicina necesaria.

Una obra imprescindible en la ardua labor de cambiar las palabras que hieren, por palabras que sanan.

We use words constantly. We cannot live without them, and even so, sometimes we wish we had not used them. With our words we are capable of refreshing others and at the same time igniting big fires.

In this book, with a personal and challenging style, the author presents an x-ray of the tongue. He helps us understand which words build up and which words destroy, and in a deeper journey he leads us to the origin of our words, facing the deepest desires of our heart and the necessary medicine.

This is an essential work for the arduous task to change the words that hurt for words that heal.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 nov 2022
ISBN9781087767949
Guarda tu lengua: Palabras que hieren, palabras que sanan

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    Dos me ayude, una frase que recordare "Necesito ser llena del Espíritu Santo y que mi lengua adore a Dios y bendiga a mi hermano."

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Guarda tu lengua - David Barceló

Prefacio a la serie

Leer no tiene que ser difícil, ni mucho menos aburrido. El libro que tienes en tus manos pertenece a una serie de Lectura fácil, la cual tiene el propósito de presentar títulos cortos, sencillos, pero con aplicación profunda al corazón. La serie Lectura fácil te introduce temas a los que todo ser humano se enfrenta en la vida: gozo, pérdidas, fe, ansiedad, dolor, oración y muchos más.

Este libro lo puedes leer en unas cuantas horas, entre descansos en tu trabajo, mientras el bebé toma su siesta vespertina o en la sala de espera. Este libro te abre las puertas al mundo infinito de la literatura, ymayor aún, a temas de los cuáles Dios ha escrito ya en Su infinita sabiduría. Los autores de estos libros te apuntarán hacia la fuente de toda sabiduría: la Palabra de Dios.

Mi oración es que este pequeño libro haga un gran cambio en tu vida y que puedas regalarlo a otros que van por tu misma senda.

Gracia y paz,

Giancarlo Montemayor

Director editorial, Broadman&Holman

Capítulo 1

La guerra de las palabras

Estamos rodeados de palabras. No podemos vivir sin ellas. Las usamos continuamente aún sin darnos cuenta. Usas palabras para ir a comprar el pan, para trabajar cada día, para decirle a tus familiares cuánto los amas, para expresar queja, o dolor, o alegría. En estas páginas, para compartir contigo lo que quiero decirte sobre las palabras, he tenido que usar palabras. En esa relación tan estrecha que tenemos con ellas, las palabras nos sirven, nos ayudan, pero también nos atrapan y nos usan. A veces nos hacen un gran bien, cuando expresamos aprecio y damos consuelo, pero otras veces nos hacen sus esclavos y a cambio de sus servicios nos obligan a pagan un alto precio. Cuánto dolor has experimentado, cuando alguien ha dicho algo feo de ti, o ha revelado un secreto que debiera de haber guardado. Cuánta tristeza has experimentado tú mismo, cuando una palabra fuera de lugar ha salido de tus labios y ha provocado discordia. ¿Qué puedes hacer con tus palabras? ¿Cómo controlarlas? ¿Cómo puedes domar tu lengua? Quisiéramos usar solo aquellas palabras que son buenas, y abandonar aquellas que son malas. Nos debatimos continuamente entre las dulces y las amargas, porque sabemos que hay algunas que alientan y otras que defraudan. Hay palabras que edifican, y palabras que destruyen. Palabras que hieren, y palabras que sanan.

Nos adentramos en este hermoso tema, y para ello necesitamos en primer lugar comprender el origen de las palabras, y su principal propósito. ¿Por qué pronunciamos palabras, y cómo es que podemos hacerlo? La comunicación no es meramente un asunto psicológico, ni sociológico, ni antropológico. En primer lugar, es un tema teológico. En el principio Dios creó a Adán con la capacidad de hablar. Adán conversaba con Dios en el jardín del Edén, y Dios conversaba con Adán. Dios hizo al hombre con la facultad de pronunciar palabras en un idioma perfectamente coherente, y sus palabras en un primer momento sirvieron para comunicarse con Dios. Así sucede con cada uno de nosotros. Es una cuestión de diseño original. Tenemos una lengua, y un lenguaje. Pronunciamos palabras, y ante todo esa capacidad nos ha sido dada por el Creador para hablar con Él.

En segundo lugar, las palabras tienen también una dimensión social y el propósito de comunicarnos con otros seres humanos. Dios tomó una costilla de Adán y con ella creó a Eva, y la hizo también un ser comunicativo. Las palabras que Adán pronunciaba, hablando con Dios, ahora podía usarlas para conversar con su esposa. Ese es el orden de prioridades que vemos en la historia, y ese sigue siendo hoy en día el orden de prioridades en nuestra capacidad de hablar. Tus palabras en primer lugar tienen el propósito de alabar a Dios y orar a Dios, y en segundo lugar el propósito de conversar con tus semejantes.

Las palabras son por tanto la unidad básica de la comunicación, y tienen la capacidad de construir unidad. Con ellas logramos expresar afecto, traer consuelo, dar dirección, acercar los corazones. Dios le dio a Adán una mujer para que fuera su amiga y compañera, y les dio a ambos la capacidad de hablar para poder experimentar esa compañía y esa unidad. La comunicación tiene como finalidad el unir las almas, compartir, amar y ser amado. Es el vehículo diseñado por Dios a través del cual experimentamos y expresamos unidad y compañerismo.

Estarás pensando que no toda la comunicación es verbal, y estás en lo cierto. En especial en el matrimonio y tras años de convivencia somos capaces de expresar mucho sin palabras, con apenas un gesto, una caricia, un abrazo, un regalo, una mirada, o una ceja arqueada… Pero, aun así, las palabras siguen siendo la forma primordial a través de la

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