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Tocqueville en el fin del mundo: La Generación de 1837 y la Cencia Política argentina
Tocqueville en el fin del mundo: La Generación de 1837 y la Cencia Política argentina
Tocqueville en el fin del mundo: La Generación de 1837 y la Cencia Política argentina
Libro electrónico256 páginas3 horas

Tocqueville en el fin del mundo: La Generación de 1837 y la Cencia Política argentina

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¿Por qué Tocqueville? Porque aquí, en los confines del mundo, en el extremo Sur del continente americano, en el siglo XIX, cuando el acceso a las comunicaciones y las novedades literarias era más veloz que en los siglos anteriores pero tenía un ritmo lento para los estándares contemporáneos, un grupo de sudamericanos quiso pensar y cambiar su propio mundo político, nutriéndose de las enseñanzas del autor de "La Democracia en América". Y casi dos siglos después de ese momento, en la segunda década del siglo XXI, Tocqueville sigue diciéndonos mucho de la fenomenología de las sociedades democráticas modernas, de sus contradicciones internas, de sus potencialidades, de sus promesas incumplidas y de sus sueños posibles.
Tocqueville en el fin del mundo. La Generación de 1837 y la Ciencia Política argentina es el relato de un enamoramiento intelectual, que permite el encuentro entre el pensamiento y la acción para comprender y transformar la realidad socio-política. Por un lado, se relaciona el abordaje tocquevilliano de la democracia como estado social con el análisis de la sociabilidad argentina que realizan algunas figuras representativas de la Generación de 1837 (Sarmiento, Alberdi, Mitre, López, Gutiérrez, Frías y Echeverría), lo que servirá de punto de partida para la elaboración de su proyecto político. Por el otro, se muestra a la ciencia política como una disciplina anfibia, teórica y empírica, capaz de abordar los fenómenos nuevos audacia, pasión, creatividad, compromiso y responsabilidad.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento21 feb 2022
ISBN9788418929175
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    Tocqueville en el fin del mundo - Gabriela Rodríguez Rial

    coleccion

    Gabriela Rodríguez Rial

    Tocqueville en el fin del mundo : La Generación de 1837 y la Ciencia Política argentina

    1ª ed. - Barcelona / Buenos Aires: Miño y Dávila editores - Febrero 2022.

    Archivo digital (Descarga y online)

    ISBN: 978-84-18929-17-5

    Depósito legal: M-32389-2021

    Edición: Primera. Febrero 2022

    Lugar de edición: Barcelona, España / Buenos Aires, Argentina

    ISBN: 978-84-18929-17-5

    Depósito legal: M-32389-2021

    THEMA: JPA [Political science & theory]

    BISAC: PHI019000 [PHILOSOPHY / Political]

    WGS: 730 [Social sciences, law, economy / Political science]

    © 2022, Miño y Dávila srl / Miño y Dávila editores sl

    Prohibida su reproducción total o parcial, incluyendo fotocopia, sin la autorización expresa de los editores.

    Armado y composición: Laura Bono

    Diseño: Gerardo Miño

    Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    Página web: www.minoydavila.com

    Mail producción: produccion@minoydavila.com

    Mail administración: info@minoydavila.com

    Dirección postal: Miño y Dávila s.r.l.

    Tacuarí 540. Tel. (+54 11) 4331-1565 (C1071AAL), Buenos Aires.

    portadilla

    Índice

    Agradecimientos

    Introducción

    1. ¿Por qué Alexis de Tocqueville?

    2. La Generación de 1837 y la cultura política argentina

    3. El fin del mundo, nuestro centro del mundo

    Capítulo 1. ¿Quién es quién en la Generación de 1837? Formación, consolidación y crisis de una sociabilidad intelectual

    1. Aulas, bibliotecas, librerías, empresas periodísticas y sociedades públicas o casi secretas: los espacios de sociabilidad de la Generación de 1837

    2. Generación como problema y como solución

    3. Estructura y etapas de la Generación de 1837 como un campo-red intelectual

    4. El sentido común tocquevilliano de la Generación de 1837

    Capítulo 2. El espíritu democrático tocquevilliano en la sociología política de Domingo Faustino Sarmiento

    1. Alexis de Tocqueville, voy a evocarte

    2. Un provinciano lee a Tocqueville

    3. Geografías, instituciones y emociones políticas: Facundo vis à vis La Democracia en América

    4. Las tensiones entre la democracia como estado social y como régimen político

    5. El reflejo de la ciencia política tocquevilliana en la sociología política de Sarmiento

    Capítulo 3. Los hábitos del corazón de Alexis de Tocqueville en el institucionalismo realista de Juan Bautista Alberdi

    1. Dos abogados sin conciencia de clase

    2. La presencia de Tocqueville en el imaginario alberdiano

    3. Tópicos tocquevillianos en la insociable civilidad argentina

    4. Fondo democrático, forma republicana o monárquica y el peligro de la omnipotencia estatal

    5. La impronta de Tocqueville en el análisis político de Juan Bautista Alberdi

    Capítulo 4. La revolución politológica tocquevilliana entre la historia y la teología-política: Bartolomé Mitre, Vicente Fidel López, Félix Frías y Juan María Gutiérrez

    1. A modo de captatio benevolentia

    2. Leyendo, traduciendo y adaptando a Tocqueville

    3. Antiguo régimen, revolución democrática y libertades en la historiografía nacional argentina

    4. Estado, religión y política: tensiones del liberalismo tocquevilliano en el hemisferio sur

    5. Una Ciencia Política transdisciplinar, bajo la guía de Alexis de Tocqueville

    Capítulo 5. La democracia en el Plata

    1. El misterio de Echeverría

    2. Dogma Socialista: un credo tocquevilliano

    3. La Democracia en el Plata: prospecto imaginario de un libro que no fue

    Epílogo. La Ciencia Política en el nuevo mundo

    1. Alexis de Tocqueville y la Generación de 1837

    2. ¿Qué queda del proyecto de una nueva Ciencia Política para un mundo radicalmente nuevo?

    Bibliografía

    A Julio, Ricardo, Enrique, Patrice, Susana y Silvana

    por ser maestros y maestras de la política y de la vida

    A Diego,

    por el amor igualitario.

    Al trío Rial, Aurea (1908-2010), Beatriz y Noemí (1947-2019),

    por confiar en mí.

    Agradecimientos

    Este libro no hubiera sido posible sin el apoyo insti­tu­cional y económico de las dos instituciones donde trabajo: la Universidad de Buenos Aires, que financia esta publicación con fondos del proyecto UBACYT 20020170100242BA de la Programación Científica 2018-2021, y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas donde me desempeño como Investigadora desde hace más de una década. Agradezco especialmente al bibliotecario del Centro de Información y Documentación del Instituto de Investigaciones Gino Germani, Ignacio Mancini, y a Agustina Abril Boriosi, asistente del área de Teoría Política del mismo instituto, por su colaboración en la búsqueda de bibliografía y sistematización de la misma. También me acompañaron en la elaboración de este libro mis colegas de los proyectos de investigación de los que soy parte: La política y las emociones. El miedo en la historia política de Argentina y México, siglos XVIII a XX, coordinado por Fausta Gantús y Alicia Salmerón del Instituto Mora de México, y Repúblicas, Derechos y Estados de Derecho: génesis teórica e histórica y su impacto en el debate político contemporáneo en América Latina. Quiero agradecer especialmente a Sabrina Morán, Gonzalo Ricci Cernadas, Tomás Wieczorek y Mia Bigliani por haber leído un primer borrador de este libro y realizarme valiosas sugerencias que espero haber sabido incorporar.

    No puedo dejar de nombrar entre quienes me acobijaron durante la escritura de este libro al Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y de la Carrera de Ciencia Política de la misma universidad que son mi segundo hogar desde hace más de veinte años.

    Si bien no les dedico este libro, quisiera agradecer a mis hijos, Marco Tomás y Franco Nicolás, por su infinita paciencia con una madre presente y ausente a la vez y por su compromiso con la música y el deporte, respectivamente, que realimentan mi pasión por lo que hago como vocación: pensar la política.

    Introducción

    1. ¿Por qué Alexis de Tocqueville?

    Desde que fue escrita por Alexis de Tocqueville en el siglo XIX, la siguiente frase provoca la irresistible tentación de querer cumplir con el mandato del autor: Es necesaria una nueva ciencia política para un nuevo mundo enteramente nuevo (Tocqueville, 1961 I: 5). La mayoría de quienes la leen han buscado las claves para descifrar este enigma en La Democracia en América. Pero en estos dos volúmenes, publicados por primera vez en 1835 y en 1840 respectivamente, se encuentran pocas pistas para develarlo.

    En 1838, cuando era ya un autor conocido por el éxito comercial del primer tomo de La Democracia en América, Alexis de Tocqueville ingresa a la academia de ciencias morales y políticas. El 5 de abril de 1852, Tocqueville da el discurso de la sesión pública anual, en carácter de presidente de dicha institución. En esta intervención, que no suele ser tenida en cuenta por la mayoría de quienes comentan su pensamiento político, se pueden encontrar algunos elementos para responder la pregunta que dio origen a este libro: ¿qué es una ciencia política tocquevilliana?

    Podemos certificar que las acciones privadas del hombre deben estar sometidas a una regla y que la moral es una ciencia. Pero ¿es lo mismo para esas colecciones de hombres que llamamos sociedades? ¿Hay una ciencia de la política? Casi lo negamos. Y, lo que parece más extraño es que son en general los políticos, es decir quienes deberían practicar naturalmente esta ciencia, los que se toman esta libertad respecto de ella. Se permiten calificarla de quimérica, o cuanto menos, vana.¹

    El discurso empieza cuestionando la posibilidad de existencia misma de una Ciencia Política, y diciendo que quienes practican el arte de la política, como el propio Tocqueville (que era un político profesional), eran quienes estaban más convencidos de que no existe tal cosa como una ciencia de la política. Pero, luego de identificar dos aspectos de la política, uno fijo que puede ser objetivable cognitivamente y uno movible que es competencia de quienes se dedican al gobierno, el presidente de la academia afirma que solo los ciegos no son capaces de ver que la Ciencia Política está en todas partes². Otra manera de decir lo mismo es que sin Ciencia Política adecuada al nuevo contexto seremos incapaces de reconocer la originalidad del fenómeno político más singular de nuestro tiempo: la democracia moderna (Tocqueville, 1866: 117-18, 122-123). Luego, de realizar esta contundente afirmación, el orador se dedica comentar los temas de los concursos, aprovechando la circunstancia para citar a varios referentes de la historia de pensamiento político, desde Platón y Aristóteles, pasando por Maquiavelo y Bodino hasta llegar a Montesquieu. Justamente Montesquieu, que aparece mencionado más de una vez, era con quien sus contemporáneos solían comparar a Alexis de Tocqueville. Y cada vez que menciona alguno de los tópicos propuestos para la reflexión, algunos más teóricos, otros más jurídicos, otros más orientados a la historia de la filosofía política antigua, Alexis de Tocqueville demuestra que lo que distingue la perspectiva politológica es la mirada que relaciona micro-escenas de la vida cotidiana –que abarcan desde la economía doméstica hasta los vínculos matrimoniales– con las tendencias generales que orientan los procesos políticos.

    Podría decirse que en esta intervención, donde se otorgaban los premios a los ganadores del concurso anual de la academia y se proponían los temas para el siguiente, Alexis de Tocqueville define la Ciencia Política a partir de su objeto, sus fundamentos epistemológicos y su arquitectura disciplinar. En un sentido amplio, el objeto de la Ciencia Política es el ser humano, en sus relaciones con los demás. Pareciera entonces que lo político no tiene fronteras y que es intrínsecamente inabarcable (Tocqueville, 1866: 120, 125). Sin embargo, con una mirada atenta, que permite identificar causas generales sin desatender la contingencia de los acontecimientos, se pueden distinguir aquellas interacciones que son políticas por definición porque su sentido depende de la vida en común que se organiza a través de instituciones, reguladas tanto más por los hábitos y costumbres que por el orden jurídico. Por ello, el campo disciplinar de la Ciencia abarca desde la Filosofía Política hasta los estudios idiosincráticos de los sistemas legales, pasando por la economía política y el estudio de las dinámicas sociales (Tocqueville, 1866: 120-125). En la cima del edificio que estructura la Ciencia Política de Alexis de Tocqueville está la teoría pura y desde allí se desciende al estudio de las leyes y los hechos. La articulación entre ambos niveles está dada por el método de análisis que combina observación, explicación y comprensión, y que da especial importancia al tiempo, al espacio y al horizonte cultural donde se producen los fenómenos estudiados. La Ciencia de la Política de Alexis de Tocqueville describe e interpreta, pero no pretende instaurar verdades absolutas. Juzga y encadena ideas para dar un sentido holístico al conocimiento de las instituciones y costumbres (Melonio, 1993: 35). Cuando alguien se acerca a la política puede hacerlo desde la vida práctica o desde la perspectiva teorética pero ambas pueden conjugarse y son necesarias si se quiere aportar un saber que sea a la vez instructivo y útil para la sociedad de la que se forma parte (Tocqueville, 1866: 118, 131-134).

    Este libro no es una biografía intelectual de Alexis de Tocque­ville que pretenda, a partir de la reconstrucción cronológica de su obra, identificar los tópicos principales de su pensamiento político. Para quienes quieran recorrer ese camino, nos atrevemos a recomendar dos textos, uno inglés y otro en español, escritos por dos reconocidos teóricos políticos: Tocqueville between two words. The making of a political and theoretical life (2001) de Sheldon Wollin y Alexis de Tocqueville de Enrique Aguilar (2008). Hay muchos trabajos monográficos sobre Tocqueville que se ocupan de su vida o de algún aspecto, temático, metodológico o estilístico de su producción, varios de los cuales son mencionados en los siguientes capítulos porque nutrieron nuestra reflexión.³ El motivo por el cual Alexis de Tocqueville es uno de los personajes centrales y está en el título del libro es más específico pero, no por ello, menos ambicioso. Tocqueville propone un modelo de Ciencia Política revolucionaria como el tiempo que le tocó vivir: el reino de la igualdad de condiciones. Sin embargo, esa revolución trasciende su tiempo, porque su manera de analizar la política, con un enfoque que combina lo estructural con lo subjetivo, que entiende a las instituciones como prácticas sociales, que se sirve de la historia, política, conceptual e intelectual, está mucho más próximo a los abordajes hermenéuticos con los que hoy se hace Ciencia Política que el paradigma politológico que terminó siendo hegemónico a fines del siglo XIX y principios del siglo XX: el positivismo o conductismo.⁴ En tal sentido, Tocqueville fue más que un pionero, fue un adelantado, que supo advertir que una Ciencia Política empírica que se precie de tal necesitaba de conceptos y de imaginación teórica. Y, fundamentando nuestro argumento en su autoridad legítima, podemos afirmar que la división entre Ciencia Política, por un lado, y Teoría Política, por el otro, es un error epistemológico detectado mucho antes que la filosofía de la ciencias se ocupara de los estudios políticos.

    ¿Por qué Tocqueville? Porque aquí, en los confines del mundo, en el extremo Sur del continente americano, cuando el acceso a las comunicaciones y las novedades literarias era más veloz que en los siglos anteriores pero tenía un ritmo lento para los estándares contemporáneos, un grupo de sudamericanos quiso pensar y cambiar su propio mundo político, nutriéndose de las enseñanzas del autor de La Democracia en América. Y casi dos siglos después de ese momento, en la segunda década del siglo XXI, Tocqueville sigue diciéndonos mucho sobre la fenomenología de las sociedades democráticas modernas, sobre sus contradicciones internas, sus potencialidades, sus promesas incumplidas y sus sueños posibles. Su actualidad no radica exclusivamente en los temas que aborda, o en su estilo muy democrático, ya que es accesible e interesante tanto para especialistas como para legos. Alexis de Tocqueville es nuestro contemporáneo porque entiende a la Ciencia Política como una empresa intelectual que es a la vez científica y filosófica, que tiene una finalidad en sí misma pero también un objetivo programático: mejorar la política por venir.

    2. La Generación de 1837 y la cultura política argentina

    La Generación de 1837 es mi obsesión personal, pero también lo ha sido para la cultura política argentina. Y así queda demostrado por los casi incontables textos que desde diferentes abordajes disciplinares, como la historia de las ideas, la historia política, la filosofía, la sociología, o géneros, la biografía intelectual, los ensayos, los artículos académicos, las notas periodísticas, se han ocupado individual o colectivamente de sus figuras representativas. Por tal motivo, en el primer capítulo de este libro se presenta una semblanza de algunas de las referencias bibliográficas básicas sobre la Generación de 1837 que ponen el énfasis en la sociabilidad generacional y los usos e invenciones de conceptos políticos.

    Este grupo de intelectuales y políticos se propuso comprender por qué, tras la revolución de mayo de 1810, la nueva sociabilidad democrática no podía organizarse bajo una forma política estable fundada en los supuestos del gobierno representativo. Y quienes los sucedieron, tanto en el campo político como intelectual, siguen apelando a la Generación de 1837 cada vez que no entienden por qué la política argentina se revela ante todos aquellos que pretenden domesticar con la violencia represiva o la rigidez institucional, su conflictividad, su plebeyismo, su individualismo, su rebeldía, en otras palabras, su manera singular de combinar libertad e igualdad.

    Los miembros de la Generación de 1837⁵ se plantearon interrogantes que aún hoy, a más de doscientos años de sus respectivos nacimientos, nos interpelan: ¿por qué la democracia argentina se resiste a la institucionalización?, ¿puede convivir la república con el poder personal?, ¿hay libertades superiores a otras?, ¿cuáles son los límites de la ciudadanía política?, ¿podemos crear una filosofía política nacional?, ¿hay héroes que no sean de guerra?, ¿la patria es lo mismo que la nación?, ¿se puede educar al soberano?, entre tantas otras.

    La Generación de 1837 fue muy buena haciendo preguntas pero no pudo responder ninguna de ellas tan definitivamente como hubiera querido. De hecho, los autoproclamados representantes de la Joven Argentina no pudieron resolver el enigma que los obsesionó desde sus años juveniles: Juan Manuel de Rosas (1793-1877). ¿Por qué alguien que no había sido un héroe revolucionario, ni era de origen popular, ni tenía pretensión de educar a las masas se transformó en la figura política más relevante de su tiempo? Tampoco pudieron eludir las trampas que aquejan a quienes creen que pueden dominar las pasiones sociales desde el control de un saber que los hace sentir superiores. Y, cuando tuvieron responsabilidades políticas, ya que la mayoría de ellos tuvieron cargos importantes como presidentes, ministros, diputados, constituyentes, senadores, embajadores, cometieron bastantes errores. Fueron tan injustos, arbitrarios, violentos e inmorales como los actores políticos que los precedieron y a los que habían juzgado tan severamente: los hombres de mayo de 1810, los rivadavianos de la década de 1820, unitarios, federales del período de las guerras civiles que se dieron durante tres de las primeras cinco décadas del siglo XIX. A fines de la década de 1830, estos hombres, con poco menos de treinta años, creían que venían a salvar a la política argentina de sus rencillas internas y que, gracias a ellos, se iba lograr la tan mentada unidad nacional. Sin embargo, a lo largo de sus trayectorias, se la pasaron peleando entre sí. En algunos momentos tuvieron diferencias políticas sustanciales respecto de la unidad nacional, la relación entre la Iglesia y el Estado, los alcances y limitaciones de la ciudadanía política y los sentidos del republicanismo y el liberalismo como tradiciones políticas. Pero, la mayoría de las veces, el motivo de disputa fue por cuestiones personales, que van desde la incompatibilidad de caracteres hasta la envidia o el recelo por el mucho o poco reconocimiento de sus pares.

    A pesar de estos vaivenes, a lo largo de su historia, la Generación de 1837 tuvo un credo común. Estaban convencidos que la democracia como estado social era el fenómeno político más importante generado por las revoluciones políticas modernas, esas que hoy llamamos atlánticas y que incluyen, aunque los europeos y estadounidenses no se terminen de convencer, las insurrecciones que promovieron la independencia política de los territorios situados al sur del Río Bravo. Pero el dogma tocquevilliano de la Generación de 1837 no se limitaba a un interés temático común: sus miembros querían legar a la posteridad un análisis de la democracia en el Plata que se sirviera de las herramientas heurísticas empleadas en La Democracia en América. Y lo más interesante fue que ese malogrado sueño juvenil, ya que el tantas veces prometido libro La Democracia en Plata, nunca fue publicado, terminó plasmando una obra colectiva, plural, contradictoria, e igualmente inconclusa, que muestra, a quienes quieran y sepan ver más allá de los prejuicios políticos, disciplinares y epistemológicos,

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