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Fabulas de Esopo: Good Kids, #5
Fabulas de Esopo: Good Kids, #5
Fabulas de Esopo: Good Kids, #5
Libro electrónico139 páginas3 horas

Fabulas de Esopo: Good Kids, #5

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¿QUIERES QUE TU HIJO APRENDA VALORES O QUIERES FORTALECER SU HÁBITO DE LECTURA?, si la respuesta es ¡SÍ!,ESTE LIBRO ES PARA ELLOS, se ha demostrado que la LECTURA Y EL EJERCICIO MENTAL ayuda a desarrollar la concentración, la percepción y estimula la empatía en los niños, todo nuestro equipo diseñó un contenido atractivo para la mente de tu hijo y efectivo a la hora de DESARROLLAR EL PENSAMIENTO CRÍTICO Y LA HABILIDAD PARA RESOLVER PROBLEMAS, los relatos se hacen con la ayuda de psicólogos especialistas en infancia, editores profesionales, expertos en puericultura y colaboradores, el ancho del manuscrito es ideal para que pueda terminarlo progresivamente, pensado para darle la sensación de éxito que viene al terminar un libro.

El libro cuenta con diferentes historias, cada una más apasionante que la otra para garantizar un correcto desarrollo del hábito manteniendo el interés, en este libro trabajaron profesionales especializados en sus áreas para garantizar que se cumpla con los objetivos, la versión digital fue diseñada para adaptarse al formato electronico,también te preparamos otros beneficios que serán claves para fortalecer la inteligencia emocional de tu hijo:

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  • Todas las recomendaciones de sitios web son totalmente seguros, ya que nuestros colaboradores son los desarrolladores y trabajamos juntos para ofrecerte lo mejor.
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El título es parte de la franquicia Good Kids donde tenemos la misión de FORMAR GRANDES SERES HUMANOS y empoderar a todos los grandes talentos, queremos trabajar por labores social en todo el mundo para los niños, construyendo el mañana y DÁNDOLES UN FUTURO MEJOR, si compartes esta misma visión únete a la familia y ayudanos a crecer nuestro movimiento social.

Déle la oportunidad de explotar su mente y bríndale la herramienta adecuada para que pueda construir un mejor mañana, perfecto como regalo para niños y niñas que tienen una gran pasión por la cultura y la literatura, realiza una de las mejores inversiones en tu pequeño y brindale el mañana que deseas hoy, ¡pide tu copia hoy!.

IdiomaEspañol
EditorialGood Kids
Fecha de lanzamiento27 ene 2022
ISBN9798201726638
Fabulas de Esopo: Good Kids, #5

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    Fabulas de Esopo - Good Kids

    El papá y ambas hijas

    Érase una vez un hombre que poseía 2 hijas. Meses atrás, ambas muchachas se habían ido del hogar familiar para empezar una totalmente nueva vida.

    La más grande, contrajo matrimonio con un adolescente hortelano. Unidos trabajaban día y noche en su huerto,  donde cultivan toda clase de frutas y vegetales que, cada mañana,  vendían en el mercado del poblado. La más pequeña, sin embargo, se casó con un hombre que poseía un comercio bien diferente, puesto que era fabricante de ladrillos.

    Una tarde, el papá se animó a ofrecer un extenso recorrido y de paso, ir a sus queridas  hijas para saber de ellas. Primero, acudió a la vivienda de la que vivía en el campo.

    – ¡Hola, mi niña! Vengo a ver qué tal te van las cosas.

    – Realmente bien, padre. Estoy Bastante enamorada de mi marido y estoy bastante feliz con mi nueva vida.

    – ¡Me alegro mucho por ti, hija mía!

    – Solamente tengo un quiero que me inquieta: que cada día llueva para que las plantas y los árboles crezcan con exuberante agua y nunca nos falte fruta y verdura para vender.

    El papá se despidió pensando que ojalá se cumpliera su quiero y, sin prisa, fue a la vivienda de su otra hija.

    – ¡Hola, querida! Pasaba por aquí para saber cómo te va todo.

    – Estoy realmente bien, padre. Mi esposo me trata como a una princesa y la vida nos sonríe.

    – ¡Cuánto me causa alegría saberlo, hija!

    – Bueno, aun cuando tengo un quiero particular: que constantemente haga calor y que no llueva jamás; es la exclusiva forma de que los ladrillos se sequen bajo el sol y no se deshagan con el agua ¡Si hay tormentas va a ser un desastre!

    El papá pensó  que ojalá se cumpliera además el quiero de su hija pequeña,  sin embargo posteriormente cayó en la contabilización de que, si se cumplía lo cual una quería, afectaría a la otra, y a la inversa sucedería lo mismo.

    Caminó despacio y, mirando al cielo, exclamó desconcertado:

    – Si una desea que llueva y la otra no, como papá ¿qué debo desear yo?

    La pregunta que se logró no poseía contestación. Alcanzó la conclusión de que comúnmente,  el destino  es quien tiene la última palabra.

    Moraleja: es imposible intentar complacer a todo el planeta.

    El viejo y sus hijos

    Había una vez un óptimo hombre que se ocupaba de las tareas del campo. Toda su historia se había dedicado a labrar la tierra para obtener alimentos con los que mantener a su numerosa familia.

    Era más grande y poseía diversos hijos a los que sacar adelante. Todos eran buenos niños, sin embargo cada uno poseía un carácter tan diferente que se pasaban el día peleándose entre ellos por las cosas más absurdas. En el hogar continuamente se escuchaban broncas, gritos y portazos.

    El labrador estaba desesperado. Por el momento no sabía qué hacer para que sus hijos se llevaran bien, como debería ser entre hermanos que se anhelan. Una tarde, se sentó al costado de la chimenea del comedor y, al calor del fuego, se puso a reflexionar. Aquellos niños necesitaban una lección que les hiciera comprender que las cosas debían cambiar.

    De repente, una lucecita alumbró su cerebro ¡Ya lo tenía!

    – ¡Venid todos en este instante, tengo algo que deciros!

    Los hermanos acudieron obedientemente a la llamada de su papá ¿Qué querría a aquellas horas?

    – Os he mandado llamar ya que necesito que salgáis fuera y recojáis cada uno un palo delgado, de aquellos que hay tirados por el campo.

    – ¿Un palo? ... Padre ¿estás bien? ¿Para qué deseas que traigamos un palo? –dijo uno de ellos tan sorprendido como todos los otros.

    – ¡Haced lo cual os menciono y hacedlo ahora! – ordenó el papá.

    Salieron unidos en tropel al exterior de la vivienda y en pocos minutos regresaron, cada uno con un palo del grosor de un lapicero en la mano.

    – Ahora, dármelos – mencionó mirándolos a los ojos.

    El papá cogió todos los palitos y los unió con una fina cuerda. Levantó la vista y les planteó una prueba.

    – Deseo ver quién de todos vosotros es capaz de romper dichos palos ligados. Probad a ver qué ocurre.

    Uno a uno, los niños fueron agarrando el haz de palitos y con cada una de sus fuerzas trataron de partirlos, sin embargo ninguno lo logró. Estaban desconcertados. Entonces, el papá desencadenó la cuerda que los unía.

    – Ahora, coged cada uno el vuestro y tratad de romperlo.

    Cómo perteneció a aguardar, ha sido simple para ellos romper una fácil ramita. Sin quitar el ojo a su papá, esperan a oír qué era lo cual poseía que decirles y qué descripción poseía todo eso.

    – Hijos míos, espero que con esto haya podido transmitiros un mensaje claro respecto a cómo han de actuar los hermanos. Si no permanecéis unidos, va a ser simple que os hagan mal. Sin embargo, si estáis juntos y ponéis de vuestra parte para apoyarnos los unos a los demás, nada va a poder separarnos y nadie va a poder vencerlos ¿Comprendéis?

    Los hermanos se quedaron con la boca abierta y se logró tal silencio que hasta se podía escuchar el zumbido de las moscas. Su papá acababa de darles una gigantesca lección de fraternidad con un sencillo ejemplo. Todos asintieron con la cabeza y bastante emocionados, se abrazaron y prometieron cuidarse constantemente nunca.

    Moraleja: cuida y salvaguarda constantemente a los tuyos.  La alianza hace la fuerza.

    El avaro y el oro

    Érase una vez un hombre tan avaro, que su más grande ilusión en la vida era tener riqueza para sentirse una persona fundamental.

    Un día tomó la decisión de vender todo lo que poseía; metió en un gran saco cada una de sus pertenencias y se dirigió a la urbe montado en su fiel burrito. Al llegar, lo ha cambiado todo por un resplandeciente lingote de oro ¡Ni siquiera sintió pena por deshacerse del asno, al que quería! Lo fundamental para él, era ser rico de verdad.

    Regresó caminando al tiempo que iba pensando en qué sitio ocultaría su importante tesoro. Poseía ponerlo a salvo de probables ladrones. En su hogar ya casi no poseía bienes pues había vendido básicamente todo, sin embargo le daba igual... ¡Ese lingote merecía la pena!

    Buscó concienzudamente un lugar conveniente y finalmente, en el jardín que rodeaba la vivienda, localizó un agujero escondido tras una roca.

    – ¡Es el lugar perfecto para esconder el lingote de oro! – pensó a medida que lo envolvía cuidadosamente en un paño de algodón y lo metía en el hueco.

    Aun cuando creía que nunca nadie descubriría su secreto, no podía eludir estar nervioso. Dormía mal por las noches  y cada  día, con los primeros relámpagos de sol, salía al jardín y levantaba la roca para verificar que la pieza de oro seguía en su sitio. Satisfecho, continuaba con sus labores cotidianas. A lo largo de meses, actuó de la misma forma cada mañana: se levantaba e iba directo al agujero camuflado tras la piedra.

    Un vecino que solía pasear por ahí a aquellas horas, veía cómo cada día el avaro levantaba una roca del jardín y después se marchaba. Intrigado, tomó la decisión de averiguar qué era aquello que miraba. Con mucho sigilo se acercó a la piedra y para su sorpresa,  halló un reluciente lingote de oro del tamaño de una pastilla de jabón.  Inmediatamente metió el botín en un bolsillo y desapareció sin que nadie le viera.

    Una vez que el avaro fue a la mañana siguiente a ver su tesoro, el hueco estaba vacío.

    – Oh, no... ¡Me han robado! ¡Me han robado! ¡Ya no soy un hombre rico! – se lamentaba – ¿Qué será de mí?...

    Un agricultor que escuchó su llanto, se acercó y le preguntó la razón de su tristeza. Abatido le contó la historia. El agricultor no ha podido evadir decirle lo cual pensaba.

    – Te desprendiste de cosas que eran útiles para ti y las cambiaste por un lingote de oro inservible, tan solamente por el placer de contemplarlo y sentirte rico y poderoso. Coge aquel pedrusco gris que está con tus pies, colócalo en el agujero y sospecha que es un pedazo de oro. Total, te servirá para lo mismo, es decir... ¡para nada!

    El avaro aceptó que se había equivocado. Ahora era más pobre que nunca, sin embargo por lo menos aprendió de su error y empezó a valorar las cosas relevantes de la vida.

    Moraleja: debemos apreciar las cosas que son útiles y nos realizan la vida más agradable. Juntar riqueza, si no se goza, no sirve de nada.

    Los caminantes

    Hace un largo tiempo, un día de primavera, iban 2 hombres paseando unidos a medida que charlaban de las cosas del

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