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Capitalismo Natural y Economía Circular: Cómo restaurar el planeta al diseñar materiales, negocios y políticas sustentables
Capitalismo Natural y Economía Circular: Cómo restaurar el planeta al diseñar materiales, negocios y políticas sustentables
Capitalismo Natural y Economía Circular: Cómo restaurar el planeta al diseñar materiales, negocios y políticas sustentables
Libro electrónico452 páginas6 horas

Capitalismo Natural y Economía Circular: Cómo restaurar el planeta al diseñar materiales, negocios y políticas sustentables

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"este libro es una exhortación a modificar patrones de conducta, lo que incluye el desarrollo de un paradigma y de políticas públicas que nos encaucen hacia un futuro más próspero, equilibrado y sostenible…" – Juan Carlos Belausteguigoitia

Alejandro Pagés nos guía hábilmente por un viaje de concientización y renovación de los lazos humanos con la naturaleza, con el fin de orientar acciones hacia la restauración de la biodiversidad de la Tierra y el impulso de una agenda económico ambiental articulada para empresas y gobiernos.

El objetivo: dejar un legado que permita la subsistencia de las nuevas generaciones y la supervivencia de las especies con
las que compartimos el planeta.

¿Cómo te puede ayudar este libro?
1.Conocerás algunas de las problemáticas ecológicas más resonantes de nuestra época, las crisis que han gestado, sus efectos devastadores y su relación con la economía lineal.
2.Aprenderás dos conceptos claves para cuestionar la lógica de consumo y la producción actuales: capitalismo natural y economía circular.
3.Entenderás la relación entre la restauración ecosistémica y la lógica de los modelos de negocio circulares dispuesta en un modelo de capitalismo natural circular.
4.Identificarás los elementos que deben contemplar las políticas verdes que, desde lo fiscal y lo financiero, contribuyan tanto al desarrollo económico como a la protección del medio ambiente.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 nov 2021
ISBN9786078571192
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    Este libro me sirvió mucho ya que explica de forma detallada la presencia de la economía circular en el mundo capital y la forma adecuada de usarla, lo recomiendo mucho.
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    El libro es una gran guía para el mundo actual, en donde la economía y el cuidado de los recursos convergen de forma equilibrada.

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Capitalismo Natural y Economía Circular - Alejandro Pagés Tuñón

PRIMERA

PARTE

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EL RECUENTO: DE LA ILUMINACIÓN AL OCASO

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Nunca antes habíamos tenido tal conciencia de lo que le estamos haciendo al planeta, y nunca antes habíamos tenido el poder de hacer algo al respecto.

Sir David Attenborough, World Economic Forum Annual Meeting, Davos-Klosters, 2019.

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CAPÍTULO 1

LA HUMANIDAD AL LÍMITE

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Por primera vez en la historia del hombre tenemos la gran posibilidad de reencontrarnos con la naturaleza, no solo de nuestra humanidad, sino también de la propia existencia, como testigos conscientes de todo lo que nos rodea en la Tierra y el universo. El profundo entendimiento de la mente, de su funcionamiento, de nuestros pensamientos, de nuestras acciones y de sus consecuencias, nos ha permitido llegar a un límite, a un punto de inflexión con dos posibles resultados: la completa destrucción de la vida en el planeta como la conocemos o la transformación del rol que jugamos y de nosotros mismos en el futuro natural, social y económico del entorno.

A lo largo de nuestra existencia, el interés y la emoción de descubrir han moldeado la herramienta más potente con la que contamos: el cerebro humano, pieza de tecnología que, a su vez, es una pieza de biomasa extraordinaria. Desde que aprendimos a controlar el fuego, y, con ello, a procesar los alimentos para facilitar su ingesta con un menor consumo energético, nuestro cerebro comenzó a crecer y el sistema nervioso a desarrollarse y aprovecharse para pensar y crear, hacer ciencia y cultura. Los avances de las ciencias y del pensamiento han logrado desentrañar grandes misterios de su formación, su desarrollo, su crecimiento y, por supuesto, su funcionamiento. La capacidad de fascinación que se genera en nuestra mente, a través de las reacciones químicas y neurológicas, ha moldeado lo que hoy somos y lo que hoy hacemos, siempre rompiendo los límites autoimpuestos por la organización social y económica, paradójicamente, construida para nuestra sobrevivencia y bienestar.

Gracias a ello, hemos comenzado a entender que simplemente somos polvo cósmico creado hace más de quince mil millones de años, cuando la gran explosión o Big bang formó toda la materia que hoy existe, desde las gigantescas galaxias hasta las más pequeñas partículas subatómicas. Pero también nos hemos hecho conscientes de que formamos parte de uno de los arreglos más complejos del universo, con capacidades de autodeterminación y auto-sustentabilidad inigualables.

Por mentes brillantes como Albert Einstein empezamos a entender la relatividad del universo y de nosotros mismos. Sabemos que el sistema solar no es el centro del universo, pero, en una paradoja más de la existencia, nos percatamos de que cada uno de nosotros estamos en el centro del universo, en constante expansión.

La ciencia genómica ha develado las cadenas proteínicas que forman la personalidad y el carácter, aquellas que predisponen la morfología, el género y las enfermedades. Asimismo, a esta ciencia se debe la interpretación de los cromosomas que permiten entender nuestra historia y remontarnos a los orígenes del ser humano. Estos avances nos hacen vislumbrar soluciones, otrora inimaginables, para curar enfermedades y pandemias que han sido trágicas para muchas civilizaciones.

Con el gran desarrollo de la inteligencia artificial (

IA

) y la robótica hemos alcanzado capacidades y posibilidades infinitas para la resolución de problemas, administración y procesamiento de grandes cantidades de datos y realización de tareas complejas. La perspectiva futura solo es limitada por la imaginación humana. La ciencia genómica y la nanotecnología serán muy pronto las herramientas y los medicamentos para tratar problemas tan graves como el cáncer, al atacar a nivel celular los tejidos nocivos. Además, la neurociencia y la

IA

permiten que las disfunciones motoras puedan corregirse con prótesis cada vez más eficientes. Asimismo, es posible resolver los problemas de ceguera o sordera a través del procesamiento de información con dispositivos especiales que la traducen en imágenes o sensaciones verificables, para abrirles nuevas opciones.

Las decenas de telescopios (como el Hubble que gravita la órbita terrestre) ofrecen visiones del universo en una amplia gama de longitudes de onda que el ser humano no es capaz de percibir; todo ello a través del procesamiento de billones de bytes. Así, la astrofísica ha realizado más descubrimientos, teorizado y explicado mayores fenómenos astronómicos en la última década que en todos los siglos anteriores. La comunicación entre las ciencias ha ampliado el horizonte del conocimiento. De este modo, la ciencia y la tecnología espacial nos acercan a la visión de movernos en el espacio, viajar a Marte y construir colonias en un futuro no tan lejano. Nos hemos acercado tanto al Sol que hemos develado muchos de sus fenómenos atómicos; asimismo, hemos visualizado y analizado su corona, sus manchas, sus mareas y sus tormentas. Ahora empezamos a entender, con datos científicos, el enorme impacto que tiene y tendrá en nuestra existencia.

Los satélites, que empezaron a surcar el espacio y la órbita terrestre unos pocos años antes del viaje a la Luna, han impulsado y facilitado explorar el planeta en su más amplio sentido. Hoy contamos con cartografías precisas y detalladas de enorme utilidad para todas las ciencias y para la vida cotidiana. Tenemos ya varias décadas de imágenes e información recopilada sobre los ciclos de la tierra, lo cual ha permitido impulsar aún más todas las ciencias. Se cuenta así con suficientes datos para modelar el conjunto de fenómenos atmosféricos, comportamiento de las mareas y corrientes marinas; interacciones de los ecosistemas del planeta, ciclos agrícolas, sequías y el movimiento de los glaciares de los polos y de las cordilleras y montañas.

Por su parte, con los avances de las ciencias geológicas y oceanográficas, que también siguen generando información histórica relevante, se han elaborado modelos predictivos fascinantes para comprender las colosales fuerzas de la naturaleza que moldean la vida de la Tierra, pero también la muerte y las extinciones ocurridas en el planeta. Las sondas espaciales, después de más de cuatro décadas de haber sido lanzadas, han recorrido el sistema solar, orbitando los planetas y algunos de sus satélites naturales, cometas y asteroides, así como otros cuerpos estelares. Así, se han desentrañado misterios y descubrimientos asombrosos. Incluso, algunas ya han abandonado los confines del sistema solar para brindarnos nuevos conocimientos. Y como el famoso divulgador de las ciencias, Carl Sagan, destacó, al provocar la primera imagen de la Tierra vista desde el espacio profundo: esa pequeña mota de polvo azul nos hace vernos en perspectiva. Todo ello nos ha llevado a cobrar conciencia de la fragilidad de la vida y de nuestra propia existencia en el mundo, pero también nos ha mostrado la cantidad de riesgos que la humanidad ha afrontado, aunque en la escala de vida del ser humano puedan llegar a ser imperceptibles.

Sin embargo, no solo los riesgos potenciales para la vida provienen de la naturaleza. En las décadas recientes, la comunidad científica nos ha alertado de la posibilidad de estarnos encaminando hacia una trayectoria sin retorno. La conciencia científica nos ha señalado que el impacto de nuestro éxito en la carrera por la sobrevivencia biológica —en un principio— y en el desarrollo humano científico y tecnológico como objetivos sociales conscientes nos sitúa en una trayectoria de colisión con la naturaleza. Es tan significativa la influencia del comportamiento y la actividad humana sobre la Tierra que algunos científicos han acuñado el término Antropoceno¹ para definir una nueva era geológica cuyos inicios pueden fijarse a partir del siglo

XIX

en los albores de la Revolución Industrial; aunque aún hay opiniones que lo remontan a quince mil u ocho mil años atrás. Con independencia de la fecha que se considere, destaca la razón por la cual surge esta idea: el conjunto de notables efectos que la presencia del ser humano ha tenido sobre la faz de la Tierra.

Dilapidando nuestra existencia

Contamos con múltiples indicios y evidencias de que, en los dos últimos siglos, el ser humano como especie ha modificado el entorno con una velocidad inusitada. En doscientos años hemos alcanzado una era de prosperidad, bienestar y riqueza sin precedentes en la historia de la humanidad, pues hemos transformado la economía de subsistencia y el modo de vida del hombre desde el surgimiento de la historia e incluso antes. No obstante, hemos desbordado los límites planetarios, que hemos definido como aquellos procesos que regulan la estabilidad y la resiliencia del sistema de la Tierra, los que incluso hemos cuantificado.²

El planeta en que vivimos, la Tierra, es nuestro hogar. Compartimos los reinos: animal, plantae y funghi con millones de especies de mamíferos, aves, anfibios, invertebrados, moluscos, árboles, flores y pastos, entre otros, además de organismos unicelulares virales y bacterianos. En la actualidad, hemos logrado una taxonomía de la vida en la tierra que nos muestra su amplitud y complejidad; no obstante, no hemos podido identificar y conocer la totalidad de las especies. Aún en este siglo, seguimos encontrando nuevos especímenes, incluso de mamíferos terrestres de gran tamaño; no se diga en el océano, que sigue siendo una de las fronteras inexploradas para el hombre.

En este entorno, el hombre moderno ha logrado un éxito evolutivo sin parangón: en primer lugar, al transitar de presa a depredador y escalar en la cadena alimentaria natural, y, en segundo lugar, al pasar de ser un organismo adaptado para sobrevivir a uno adaptado para transformar todo lo que lo rodea, aprovechando las fuentes de energía que la naturaleza provee. Pero la característica que nos hace únicos en la escala evolutiva es el desarrollo y la evolución encefálica, así como la capacidad de descifrarnos a nosotros mismos a través de la conciencia. El poder de conocernos a nosotros mismos, ser capaces de observar los fenómenos naturales, buscar explicaciones, encontrar soluciones para contrarrestar nuestras debilidades físicas y biológicas, así como modificar nuestros ecosistemas, son las cosas que nos hacen conscientes. Este rasgo se fue fortaleciendo a lo largo de la evolución humana, acompañado de la facultad para aprovechar la energía de formas cada vez más eficientes. Pero este éxito relativo no siempre fue tan claro para el ser humano en la escala

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