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El oscuro caso de Puerto Escondido
El oscuro caso de Puerto Escondido
El oscuro caso de Puerto Escondido
Libro electrónico86 páginas1 hora

El oscuro caso de Puerto Escondido

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Información de este libro electrónico

Adrián Fuenmayor decide tomarse un fin de semana y viajar al litoral para reencontrarse consigo mismo. Lleva años enterrado en el trabajo para huir de su entorno emocional y esto le ha hecho fracasar en todas sus relaciones. Durante su estadía en Puerto Escondido conoce y se enamora de Eloísa Sarmiento, una chica muy especial que trabaja en una Fundación cuya labor es ayudar a adolescentes embarazadas y en situación de vulnerabilidad. Este primer encuentro ocurre precisamente cuando la comunidad de Puerto Escondido está siendo sacudida por una serie de asesinatos que se han reportado en el último mes. A raíz de unos anónimos y ciertas claves que deberán descifrar, Adrián y Eloísa iniciarán una historia juntos que, además de transformadora, los llevará a descubrir, al lado del detective Víctor Dupuy, lo que se esconde detrás de "El Oscuro Caso de Puerto Escondido." Una novela de misterio, intriga y romance que no dejará indiferente al lector.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento28 jul 2021
ISBN9781005873684
El oscuro caso de Puerto Escondido
Autor

Maria Florinda Loreto Yoris

María Florinda Loreto Yoris, nacida en Caracas, Venezuela, el 24 de mayo de 1969. Publicista de profesión, comunicadora por vocación. Amante de la lectura y la escritura, durante más de veinte años se ha dedicado al estudio de diversos temas relacionados con el Ocultismo y el Misticismo. Se estrenó en la escritura de relatos con “Revelación de Medianoche” en la obra “MEDIUM, historia de un corazón sensible”, en coautoría con Salvador de Ávila. Ha iniciado la serie; Mundo de Hadas con la antología de cuentos;Viaje al Mundo de las Hadas, así como la serie de fantasía paranormal sobre la misteriosa desaparición de Sarah Whitman. Es creadora del periódico digital ficticio "Disparates News", exclusivo de su blog literario El Sello del Escritor donde, además de publicar relatos propios y de colaboradores, realiza entrevistas a escritores independientes, en español e inglés. Recientemente inició la escritura de no ficción con la serie astrológica "Estrellas y Destino"

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    El oscuro caso de Puerto Escondido - Maria Florinda Loreto Yoris

    El Oscuro caso de Puerto Escondido

    Maria Florinda Loreto Yoris

    Código de registro: 2107158362344

    Creative Commons Attribution Non Commercial 4.0

    ISBN: 9781005873684

    Registro de Derechos de Autor

    El Oscuro caso de Puerto Escondido

    Maria Florinda Loreto Yoris

    Autoedición

    María Florinda Loreto Yoris

    Revisión

    María Florinda Loreto Yoris

    Maqueta

    Sergio A. Amaya Santamaría

    Diseño de portada

    María Florinda Loreto Yoris

    Foto tomada de Internet

    Derechos a quien corresponda

    PRÓLOGO

    Desde acá la observo. Siempre la he visto como un ser de otro mundo, de esos que se escapan durante la noche para venirnos a visitar, no para aterrorizarnos sino para darnos luz y ayudarnos a disipar nuestras dudas y temores. La veo ladearse, buscando zafarse de lo que le incomoda. A pesar de que su imagen me seduce, no estamos aquí para lo que yo quisiera. Habría deseado ser yo el hombre a quien espera todas las tardes y ser quien se acueste a su lado para así poder dormir con ella.

    El amor me resulta incomprensible y, a pesar de eso, lo siento. Sí, lo siento gracias a ella. Necesito su tacto y escuchar su voz. Quiero oírla decirme que me ama, tanto como la amo yo, y saberme en sus pensamientos durante todo el día. Ella es el destello que ilumina mi realidad llena de desdichas, de lágrimas, de muertes y de cuerpos sin vida. Allí, en medio de tanta oscuridad, su belleza surge como un bálsamo para mi alma herida. Hace mucho que la vida me partió en pedazos, pero su sola presencia me reconforta y me reaviva.

    Yo también he querido creer que en algún lugar puedo hallar la paz que necesito. He llegado a pensar que esa paz solo puede ofrecérmela ella, pero cuando contemplo su belleza algo espantoso se apodera de mí y no pienso sino en poseerla, así sea viva o muerta.

    Disfrutaré este momento, dure lo que dure. Preocuparme por lo que pase después solo alimentaría mi ansiedad. Sé que vendrás, pero eso ahora no me inquieta. Tengo un propósito y debo cumplirlo, a costa de lo que sea. Hasta de la vida misma.

    CAPÍTULO 1

    Desde la patrulla, el oficial Víctor Dupuy observó el movimiento que había en la playa. Estaba acostumbrado a desenvolverse entre policías, forenses y curiosos. El ejercicio de su profesión durante los últimos 15 años le había dado la suficiente objetividad y control emocional para enfrentar cada caso que le era asignado, pero esta vez tenía que investigar un tipo de crimen que él, en lo particular, detestaba.

    Dupuy se resistía a creer que, en Puerto Escondido, en la zona más privilegiada del litoral central, apartada de la esquizofrenia de la capital, pudieran estar ocurriendo actos criminales nunca registrados en la región. Sabía que debía ser frío y analítico, y que no debía dejarse traicionar por su emocionalidad, porque eso dañaría su desempeño en la investigación, pero más grave sería que ese malnacido que mataba adolescentes embarazadas continuara suelto y aumentando su lista de víctimas inocentes.

    Por ética profesional y por amor propio, Dupuy aceptó el reto de atrapar a la bestia que traía en jaque a la población de Puerto Escondido. Descendió de la patrulla, tomó aire hasta llenar sus pulmones, exhaló mientras miraba a su alrededor y se dispuso a mezclarse con la gente que se hallaba en el lugar observaba la escena del crimen.

    No fue difícil encontrar el sitio donde yacía el cuerpo, solo hizo falta acercarse al tumulto.

    —Finalmente llega, oficial Dupuy —Waleska Hernández, analista forense y compañera en varias investigaciones anteriores, se acercó al verlo.

    —¿Qué hay aquí? —preguntó Dupuy, en tono cortante— ¿Otra chica?

    —Otra adolescente embarazada —respondió Waleska con la voz entrecortada, a pesar de su esfuerzo por controlar la conmoción que le producía el caso—. Aminta Gutiérrez, su familia la había reportado desaparecida unos días atrás y, por el estado de descomposición, pensamos que fue asesinada el mismo día de su desaparición.

    Waleska hizo una seña para ordenar a los presentes que se apartaran y, al abrirse paso entre la gente, Dupuy se inclinó para observar el cadáver que yacía entre las piedras. La analista forense hizo lo propio.

    —Observa —le dijo a Dupuy al señalar el cuello de la chica—. La ahorcó con fuerza brutal como ha hecho con todas las demás.

    El oficial respiró, se llevó la mano derecha a la cabeza y revolvió su cabello mientras miraba el cuerpo.

    —¿Qué piensas del motivo? ¿Sexual? —preguntó el oficial, en tanto miraba a la analista forense.

    —Todavía tenemos que realizar todas las pruebas, pero tiene todos los signos de violencia. Incluso pudo violarla después de muerta.

    Ambos se levantaron y se quedaron mirando por unos instantes.

    Dupuy era un hombre alto y de contextura gruesa y musculosa. Al lado de Waleska, que apenas alcanzaba una estatura media y era delgada, lucía como una fortaleza De hecho, entre compañeros solían llamarlo la pared, no solo por su aspecto sino porque no demostraba sus sentimientos. Sin embargo, esta vez su mirada dejaba ver una afección emocional que no podía disimular porque los ojos le centelleaban delatando la tormenta que lo agitaba por dentro. Se acercó una vez más al cuerpo y vio que a la chica le faltaba el meñique derecho.

    Era el cuarto caso en mes y medio. Si bien Dupuy conocía la marca que el monstruo de Puerto Escondido solía dejar en sus víctimas, como una especie de sello personal, habría preferido no encontrarse con que Aminta también tenía los dedos incompletos. Se trataba de un asesino en serie.

    —Como te habrás dado cuenta, a ella también le cortó el meñique derecho. Quiero pensar que esta vez encontraremos lo que necesitamos para dar con este malnacido —dijo Waleska en tono tajante, sin disimular su rabia y mirando fijamente a Dupuy.

    —Te juro que voy a atrapar a ese degenerado o dejo de llamarme Víctor Dupuy.

    Ambos guardaron silencio por unos segundos y continuaron con su labor.

    En la capital, Dupuy había tenido que investigar diversos casos de crímenes violentos. Sentía que después de 15 años de servicio había cubierto su cuota

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