Como el rojo Adán del Paraíso: Ensayo de antropología filosófica
Por Cristina Bulacio
()
Información de este libro electrónico
"Entre el lenguaje como límite y la muerte como silencio, el texto de Cristina Bulacio toma una posición decidida con relación a la palabra. Así es como brinda una escritura poco frecuente, en la que deja de lado las circunstancias conceptuales más lineales para crear un dispositivo que se muestra singular y preciso a fin de revelar algunas paradojas del sujeto" (del prólogo de Carlos Brück).
Relacionado con Como el rojo Adán del Paraíso
Libros electrónicos relacionados
¿Somos todos religiosos? Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEstación de cercanías: Diario 2012-2014 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPsicoanalizar: Arte y teoría Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl final de la aventura Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSentido del sinsentido Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEsa ella que no existe: Escrituras, límites, fronteras Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesContrapolíticas de la alquimia: Un ensayo en imágenes Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMorada y memoria: Antropología y poética del habitar humano Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEn los prados sembrados de ojos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesBreviario del olvido: Apuntes para dejar atrás el pasado Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNo echar de menos a Dios: Itinerario de un agnóstico Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesArtes & mentes Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl hombre y lo sagrado Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDios no existe Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSer sin tiempo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPsicoanálisis y ciencia: el falso antagonismo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa moral del testigo: Ensayos y homenajes Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos hombres de lo eterno: Conferencias 1945-1980 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesOmbligos: Desbricolaje del padre Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLenguajes y materialidades: Trayectorias cruzadas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesScripta II Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa vocación como libertad responsable Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesImpresiones cósmicas: Las huellas de Dios en las leyes de la naturaleza Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl sentido de un final: Estudios sobre la teoría de la ficción Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesIndicios posteológicos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesManeras de hacer mundos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuando 2 + 2 = 5. El reflejo del amor en un mundo sin amor Calificación: 4 de 5 estrellas4/5A Dios nunca lo ha visto nadie Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa gran dictadura Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl punto original Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Filosofía para usted
Filosofía para principiantes: Introducción a la filosofía - historia y significado, direcciones filosóficas básicas y métodos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El obstáculo es el camino: El arte inmemorial de convertir las pruebas en triunfo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Filosofía del rey Salomón Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Las 48 Leyes Del Poder: Libro de Robert Greene (The 48 Laws of Power Spanish) - Guide de Estudio Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El Arte de la Guerra - Ilustrado Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Libro de Enoc Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El Yo y el Ello Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Kybalion Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Literatura infantil Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Kybalión de Hermes Trismegisto: Las 7 Leyes Universales Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El Idiota Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Como Un Hombre Piensa: Así Es Su Vida Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El Príncipe Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Conócete a ti mismo. La Palabra de Sócrates Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Bioneuroemoción: Un método para el bienestar emocional Calificación: 5 de 5 estrellas5/5De la brevedad de la vida Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Política Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Jesús y la mujer Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Anexo a Un Curso de Milagros Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Ikigai: Los secretos orientales para la longevidad explicados con el cine y la cultura pop Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El camino del carácter Calificación: 5 de 5 estrellas5/5LA REPUBLICA: Platón Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El arte de ser feliz: Explicado en cincuenta reglas para la vida Calificación: 4 de 5 estrellas4/5EL Hombre Mediocre Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El arte de pensar: Cómo los grandes filósofos pueden estimular nuestro pensamiento crítico Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El Arte de Ser Feliz: En 50 Reglas para la Vida Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Comentarios para Como el rojo Adán del Paraíso
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
Como el rojo Adán del Paraíso - Cristina Bulacio
Cristina Bulacio
Como el rojo Adán
del Paraíso
Ensayo de antropología filosófica
© Libros del Zorzal, 2008
Buenos Aires, Argentina
Libros del Zorzal
Printed in Argentina
Hecho el depósito que previene la ley 11.723
Para sugerencias o comentarios acerca del contenido de esta obra, escríbanos a info@delzorzal.com.ar.
Asímismo, puede consultar nuestra página web:
www.delzorzal.com.ar
Índice
Pequeño tratado de pertinencia | 6
El lenguaje, condición delo humano | 11
De la multiplicidad a la unidad: ¿un tránsito? | 21
Conjeturas acerca de la aparición del lenguaje | 27
La llama y su sombra | 32
Cuando el deseo se hace palabra | 38
Lenguaje y metafísica: apenas un esbozo | 42
Un rostro menos amable | 58
Nietzsche: un ejércitode metáforas | 67
Heidegger y el horizontedel lenguaje | 72
En el claro del bosque | 77
Cuando el lenguaje estambién silencio: Borges y Wittgenstein | 84
Bibliografía | 93
Agradecimientos
A mis colaboradores del Instituto de Estudios Antropológicos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán.
A mis alumnos, con quienes
pensamos juntos estos temas.
A Carlos Brück.
El presente libro tiene su origen en un ensayo que, con el mismo título, obtuvo el Premio Accesit Lucien Freud 2006 organizado por la Fundación Proyecto al Sur. El Jurado final estuvo integrado por: Carlos Brück (Fundación Proyecto al Sur), Ana Amado, Ana Maria Gómez, Héctor Libertella, Adriana Rubistein (UBA), Juan Ritvo (UNR), Raymundo Mier (Univ. Autónoma de México), Manuel Cruz (Univ. de Barcelona), Julio Ortega( Brown University), Randolph Pope (University of Virginia) y Alicia Borinsky (Boston University).
Pequeño tratado de pertinencia
El filósofo es alguien a quien las cosas del mundo le dan que pensar. Y entre las cosas del mundo que le dan que pensar hay una, privilegiada, que son las palabras de los otros. No necesariamente de los otros filósofos, me apresuro a puntualizarlo. A menudo son las de los otros, sin más. Se me aceptará la modestia de la provisional definición: de hecho, apenas retoca la formulada en los orígenes de la disciplina por Platón. Me sirve en todo caso, para ubicar (y desubicar al mismo tiempo: enseguida se entenderá la aparente paradoja) el brillante texto de Cristina Bulacio con el que el lector se va a encontrar a continuación. La autora oficia en este ensayo de antropología filosófica
, como ella misma denomina su Como el rojo Adán del Paraíso, de filósofa que piensa en diálogo con el mundo y con quienes sobre él han escrito (de Borges a Wittgenstein, pasando por Nietzsche, Heidegger o el mismo Génesis). Pero oficia, además, de la manera que le es propia al filósofo, esto es, preguntando. Lo que es como decir: recibiendo todas esas incitaciones como un estímulo para proseguir la propia tarea.
Sostenía Gadamer que una auténtica pregunta es aquella en la que corremos el riesgo de dejarnos sorprender por la respuesta. Es este rasgo el que nos permite diferenciarla de lo que bien pudiéramos denominar falsas preguntas, o preguntas meramente aparentes, como las retóricas, esto es, aquellas que en realidad no admiten respuesta alguna porque nada preguntan (del tipo: Pero usted, ¿por quién me ha tomado?
). O las preguntas que hace quien ya conoce la respuesta (por ejemplo: un profesor en un examen a sus alumnos). Pero tal vez, aceptada la diferencia, valga la pena plantearse si cabe introducir, dentro del ámbito de las auténticas preguntas, algún tipo de gradación o calificación, que permita distinguir entre interrogantes de mayor o menor intensidad, de superior o inferior calado especulativo.
Me atrevo a presentar, con la modestia e inseguridad preceptivas, una propuesta: quizá quepa sostener que, entre las auténticas preguntas, existe un subgrupo, para el que se me ocurre la denominación particular de buenas preguntas. Una buena pregunta sería aquella que, cuando la formulamos, no nos proporciona indicación alguna acerca de la dirección o el ámbito por el que transcurre la respuesta, ni acerca de la metodología con la cual abordarla. Al plantearla, este tipo de interrogación no prefigura ni indica nada (como sí ocurre en cambio con la gran mayoría de las preguntas auténticas, caracterizadas en gran medida por señalizar el territorio por el que la respuesta debe circular). Antes bien, nos deja ante la irremediable evidencia de nuestra precariedad, de nuestra indigencia, de nuestra impotencia para afrontar determinadas cuestiones. En ese sentido, la buena pregunta hace algo más (acaso mucho más) que darnos que pensar: nos indica los límites de nuestro propio pensamiento.
De ser válida la propuesta, se seguiría de la misma la conveniencia de revisar alguno de los tópicos más reiterados a propósito de la aportación fundamental de Gadamer. Como, sin ir más lejos, el que señalaba que el autor de Verdad y método nos enseñó a leer. No digo que no sea verdad, sino que simplemente no es toda la verdad. Gadamer nos enseñó a leer, en efecto, pero porque nos mostró el camino que conduce a pensar. Los términos procesuales, tentativos, no son aquí casuales: refieren a la naturaleza misma de la cosa. Pensar es siempre una acción que se mide consigo misma, que se pone a prueba contra sí misma (nada que ver, por tanto, con el abundar
, con el cargarse de razones
y otras confortables prácticas reafirmativas). No podría ser de otro modo: en último término, como observó alguien intempestivo por muchas razones (por su condición de mujer y de revolucionaria entre otras: me estoy refiriendo a Rosa Luxemburgo), ser libre es ser capaz de pensar de otra manera.
No descarto que todo esto pueda resultarle a algún lector demasiado abstracto, cuando no abstruso, y en cualquier caso difícil de identificar. Dicho lector probablemente se esté diciendo a estas alturas: ¿Es posible aportar algún ejemplo ilustrativo de lo que es una buena pregunta? Desde luego, siempre que quede clara la caducidad, por definición, de cualquiera que podamos proponer (no existen las buenas preguntas eternas). En el pasado, tal vez la pregunta de San Agustín por la esencia del tiempo (con su célebre y reveladora respuesta Si no me lo preguntan, lo sé; si me lo preguntan, no lo sé
) constituyera un buen modelo de este orden de interrogaciones. Pero para la hora presente, tal vez sirva algo más esta otra, sólo en apariencia más sencilla: ¿Qué nos está pasando?
Ya hemos llegado adónde pretendía venir a parar. El libro que el lector tiene en sus manos es una excelente muestra de las cualidades que debe poseer quien decida sumergirse en la extraña aventura del pensar. No conocí personalmente a Cristina Bulacio hasta hace poco tiempo, pero la referencia de la que disponía a través del presente texto me resultaba más que sobrada. Hablamos en ese primer y hasta ahora único encuentro de diversos asuntos, y en todos ellos tras sus argumentos palpitaba la misma inquietud, la misma preocupación: identificar la especificidad filosófica del presente. Ha sido desde ahí, lo reconozco, desde dónde he vuelto a leer su libro, ratificándome en lo que pensé la primera vez. Pocas páginas encontrará por ahí el lector tan pertinentes como las que siguen para entender lo que nos está pasando en el ámbito de las ideas.
Manuel Cruz
Barcelona, diciembre de 2007
Pensaba que el poeta es aquel hombre
Que, como el rojo Adán del Paraíso,
Impone a cada cosa su preciso
Y verdadero y no sabido nombre.
Jorges Luis Borges
Hay un momento inaugural en el que Dios crea –con la palabra– el universo; y un primer hombre, Adán, bautiza a sus congéneres. Ambos, Dios y Adán, son develados en el texto bíblico como dueños de un decir-hacer. En el Génesis se escuchan sugerentes voces; prestemos atención: "Y dijo Dios: sea hecha la luz. Y la luz se hizo […] A la luz llamó