¿Qué es la creatividad? ¿Quién la tiene y cómo puedo adquirirla? Y lo más importante, ¿puede hacerme ganar dinero?
El problema de escribir este ensayo acerca de la creatividad fue evidente en el momento en el que se lo mencioné a alguien. La idea no sonaba creativa ni necesaria: sonaba a algo confuso y arbitrario, como los primeros esbozos de muchas ideas. No se podía escribir de forma eficiente. Además, no había ninguna promesa de que a ti, el lector, siquiera te gustara.
Entonces, ¿qué sentido tenía?
Cada vez que se lo contaba a alguien, dudaba, tartamudeaba, buscaba el sentido, me disculpaba por hacerles perder el tiempo. Si soy sincero, esos sentimientos persisten mientras escribo esto. Pero recientemente hubo una día en la Ópera Lírica que hay que considerar. Durante una semana, Joffrey Ballet tuvo una puesta en escena de una adaptación de De ratones y hombres de Steinbeck. La idea fue de Cathy Marston, una coreógrafa británica que se hizo famosa traduciendo clásicos como Jane Eyre y Lolita en el fluido ensamblaje de movimientos que conforman un ballet reconocible.
No es un tipo de adaptación literaria obvia.
En el lenguaje de los negocios, se necesitaría la participación de la gente.
Nos sentamos en el fondo del oscuro auditorio durante un ensayo, con los asientos vacíos excepto por un grupo de personal. Marston no dejaba de mirar hacia otro lado, hacia su producción, como si esta pudiera plegarse y volver a casa si no la vigilaba. Así es como pueden parecer las ideas creativas: fugaces y vaporosas, necesitadas de una visión creativa que las fije a la pared el tiempo suficiente como para que cobren sentido y propósito. Pero en realidad no estaba viendo mucho: el escenario albergaba un amplio y estéril entorno de danza, que ofrecía mucho espacio abierto; sin embargo, se trataba de una expansividad al servicio de la historia de
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