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El Corazón Danzado: La Psicoterapia De La Danza
El Corazón Danzado: La Psicoterapia De La Danza
El Corazón Danzado: La Psicoterapia De La Danza
Libro electrónico240 páginas3 horas

El Corazón Danzado: La Psicoterapia De La Danza

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Información de este libro electrónico

Cuando danzo soy libre, verdaderamente libre de ser y no ser, de hacer y no hacer, de querer y no querer. Puedo convivir armnicamente y sin dolor o culpa con la dicotoma de la dualidad. Convergo y divergo, y sigo siendo yo, en ese mismo instante. Sigo siendo, sigo existiendo eternamente en el movimiento que por ser efmero, es eterno; porque no volver a existir otro igual, y este movimiento vivir como fue, aunque fuere un instante, eternamente, en mi memoria.
Lloro. Siento que hay tanta belleza en la msica e intento tomarla, acariciarla, darme forma con mi cuerpo, y en mi mortal y humilde intento de hacerlo, me siento una diosa hacindolo...
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento31 ene 2013
ISBN9781463343316
El Corazón Danzado: La Psicoterapia De La Danza

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    Es real, escrito desde el corazón y pasión de la autora. Me hizo sentir de todo y abrirme a las infinitas posibilidades de compartir el conocimiento y el amor a éste, así como motivarme a ir más allá de mi caminar espiritual, terapéutico y dancístico. Gracias.

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El Corazón Danzado - Azadeh Sheykholya

El corazón danzado

La Psicoterapia de la Danza

Picture1.tif

29816.jpg AZADEH SHEYKHOLYA

Copyright © 2013 por Azadeh Sheykholya.

Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:   2012921277

ISBN:   Tapa Dura               978-1-4633-4349-1

             Tapa Blanda           978-1-4633-4350-7

             Libro Electrónico   978-1-4633-4331-6

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o son usados de manera ficticia, y cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, acontecimientos, o lugares es pura coincidencia.

Fecha de revisión: 17/06/2013

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TABLA DE CONTENIDOS

MI ENCUENTRO CON LA DANZATERAPIA

CAPITULO 1:   LA DANZA

I. ¿QUÉ ES LA DANZA?

II. ¿QUÉ ENTENDEMOS POR DANZA?

III. DIFERENCIAS ENTRE BAILE Y DANZA

IV. MOVIÉNDONOS TODO ES MEJOR

CAPITULO 2:   LA DANZA CON UN INGREDIENTE EXTRA

V. LA DANZA COMO TERAPIA

VI. LA SEMILLA DEL CAMBIO

VII. ISADORA DUNCAN: LA REVOLUCIONARIA DE LA DANZA

VIII. MARÍA FUX: EL ALMA MATER DE LA DANZATERAPIA

IX. DANZA, DANZATERAPIA Y CORE DANZATERAPIA

CAPITULO 3:   LA MAGIA CON EL MOVIMIENTO

X. ¿QUÉ SE HACE CON LA DANZA EN CORE DANZATERAPIA?

XI. EL EXTRAÑO ORIGEN DE CORE DANZATERAPIA

XII. SE VALE EQUIVOCARSE

CAPITULO 4:   EL CORAZÓN DANZANDO

FRANKL, MASLOW Y PERLS: LOS FUNDADORES DE LA PSICOTERAPIA HUMANISTA

XIII. EL MÉTODO: PASO 1, PASO 2, PASO 3, PASO 4…

CAPITULO 5:   LOS COMPONENTES DE LA TERAPIA

XIV. CONSIDERACIONES SOBRE LA PERSONA QUE SE HACE LLAMAR TERAPEUTA

XV. LA MÚSICA

XVI. EXPLORACIÓN DANZANDA EN CORE DANZATERAPIA: DANZAS PARA INSPIRARTE

XVII. BIBLIOGRAFÍA

ULTIMAS PALABRITAS DE DESPEDIDA

Comienzo este escrito con la firme certeza de que mi vida entera es danza y que he danzado toda mi vida. La danza me necesita a mí tanto como yo la necesito a ella. Somos una misma cosa: objeto y sentido, figura y fondo.

He descubierto que no necesito unas hermosas puntas, piernas largas o cervicales hermosas para danzar, porque ahora que estoy recostada en mi mecedora, estoy danzando, y sé que mi hija, vibrando con mí ser, lo hace conmigo también.

Ya llevaba días intentando escribir sobre cómo me siento al danzar… al escuchar a Liszt, Rimsky-Korsakov, Gershwin, Verdi y Rachmaninov, y no poder usar mis piernas, sino únicamente mis brazos, mis manos y mis dedos. Puedo danzar sentada. Puedo danzar sentada también, sí, incluso dormida, acostada, recostada, de lado, sin desplazarme, sin girar, sin volar en el aire o recibir aplausos. Puedo danzar como sea porque danza mi alma en cada dedo que muevo.

Cuando danzo soy libre, verdaderamente libre de ser y no ser, de hacer y no hacer, de querer y no querer. Puedo convivir armónicamente y sin dolor o culpa con la dicotomía de la dualidad. Converjo y diverjo, y sigo siendo yo, en ese mismo instante. Sigo siendo, sigo existiendo eternamente en el movimiento que por ser efímero, es eterno; porque no volverá a existir otro igual, y este movimiento vivirá como fue, aunque fuere un instante, eternamente, en mi memoria.

Lloro. Siento que hay tanta belleza en la música e intento tomarla, acariciarla, darme forma con mi cuerpo, y en mi mortal y humilde intento de hacerlo, me siento una diosa haciéndolo…

Diciembre del 2009

MI ENCUENTRO CON LA DANZATERAPIA

¿Cómo fue que vine a dar aquí? ¿Cómo llegué hasta aquí si yo inicié estudiando medicina? ¿Cómo fue que me alejé del cartesianismo racional de la facultad de medicina y vine a viajar al mundo de la abstracción, de la subjetividad, lo intangible y lo efímero de la danza…?

Conocí la danzaterapia hace muchos años en medio de una depresión espantosa que me acompañó por mucho tiempo mientras vivía sola en mi departamento en Querétaro cuando era estudiante de medicina. Aunque ya la danza me había salvado de otras tantas, muchos años antes.

Nunca estuve verdaderamente convencida de querer ser doctora, usar bata blanca y traer como detallito el estetoscopio en el cuello. Pero obviamente ser doctora era lo que mis padres me inculcaron desde que era una pequeñita. Yo soñaba con curar a la gente, salvarlas de todas sus enfermedades, curar heridas, dolores de cabeza, poner curitas y recetar Mejoralito. Crecí pensando en que yo tenía que estudiar medicina puesto que en todo el mundo las personas se enfermaban y la única constante era la Medicina. Vengo de una familia mitad persa y mitad mexicana, el cambio siempre fue una constante en mi vida… de hecho, fue lo único que conocí.

Mi padre, ex preso político de Irán, nos trajo viajando por medio mundo durante toda mi infancia. Mis dientes, cada uno de ellos, sin mentir, se cayó en diferentes lugares: dos en Guatemala, otro en Costa Rica, dos en San Salvador, otro en Nicaragua y los últimos dos en Irán y Pakistán. Mi mente era tan ingenua que una vez alguien me dijo que existían muchas lunas, así que inicié un diario de garabatos anotando las diferencias entre todas las lunas que había conocido. También me dijeron que haciendo un agujero por aquí, si lo seguiría cavando, llegaría a China en unos meses; así que mi hermano y yo iniciamos esa aventura… para llevarnos la enorme sorpresa de haber roto la tubería de la casa. Lo hermoso de nuestra inocencia, fue que decidimos ponerle cinta adhesiva al tubo para que nadie se diera cuenta.

El cambio constante no me permitía descubrirme a mí misma a través de los otros, ni hacer raíces, ni saber quién era yo, de cierta forma me sentía perdida, sin saber, sin entender el mundo de los grandes; hasta que descubrí la fórmula mágica, la brújula que orientó todos mis ciclos, cuando a los 7 años empecé a escribir lo que vivía. Y era muy raro escribir sin saber cuál era mi idioma materno, recuerdo que aún no sabía escribir y en su lugar sólo plasmaba garabatos que significaban todo para mí. Después, ante el descubrimiento que la escritura era para los escribanos y no para mí, decidí ponerme a danzar los atardeceres, los días, las noches, y todas las formas que veía en el hermoso cielo pakistaní. Años más tarde, cuando por primera vez estuve en un museo, se me puso la piel de gallina y unas lágrimas empezaron a correr por mis mejillas… pensé que eso que sentía era frío.

Miles de años después llegó mi turno de hacerme adulta y tomar la decisión de estudiar una carrera: mi primera idea fue estudiar Odontología… (Seis meses después salí huyendo de ahí). Después me decidí entrar a la facultad de Medicina.

Me asustó la pulcritud del uniforme y la rigidez del planchado, la frialdad de los profesores y lo increíblemente inhumano de los libros y las fotografías que había en ellos. Pasaba las horas en casa observando las fotografías de los libros Emery y el Thompson & Thompson de Genética Médica. Pensaba en lo que sentirían las personas al saber que su hijo tenía un síndrome, pensaba en la calidad de vida y en la dignidad e integridad que tendría en su vida así. Me conmovía hasta el llanto ver la fotografía de un bebé con anencefalia que observaba todo el tiempo, todos los días del libro por el simple hecho de verlo. Pensaba en lo triste que estaría su madre al darlo a luz y verlo así. Pensaba en todo lo que sufriría, ella, que ya había sentido la vida de su hijo a través de sus movimientos. Pensaba en el dolor del bebé. Lloraba por el dolor del bebé. Pensar que vendría a la vida y sólo tendría unas horas para saberse vivo, para que su madre lo abrazara y le hiciera saber su amor…. Realmente me entristecía. ¿Qué había en la vida que permitía que el sufrimiento existiera? ¿Para qué tenía que existir este tipo de sufrimiento que muchas veces no conllevaba responsabilidad, sino era resultado del azar, de la infinidad de posibilidades de mutaciones cromosómicas? ¿Por qué alguien había puesto en las fotografías del Emery la leyenda bebé nacido con anencefalia, y no escrito el nombre con el que la madre lo había concebido en su vientre? ¿Por qué todo era tan inhumano… tan frío… tan impermeable del calor de los hombres y las mujeres que eran eso, (hombres y mujeres) cuando se quitaban la mitológica bata blanca…?

Pero en ese lugar todo era ciencia, deber, evitar los errores y adivinar a ciegas qué organelo era el que se veía en el microscopio cuando yo sólo veía manchitas teñidas de hermosos colores en las plantillas. Recuerdo que en una ocasión me asusté porque veía como patas de arañas que se movían en las láminas que observaba en el microscopio. Estaba realmente sorprendida de cómo podía algo tan grande estar vivo todavía en una lámina tan vieja… Yo juraba que acababa de hacer un enorme descubrimiento. Cuando luego, tristemente, alguien muriéndose de risa me dijo que eran mis pestañas.

A pesar de estudiar lo que no quería estudiar… ahí estaba. Era una buena estudiante porque siempre he amado el estudio, aunque en esta ocasión no me gustaba lo que estudiaba. Era extraño pero cada vez que me sentía desesperada o angustiada me sentía mal físicamente, me dolía todo, estaba cansada, dolorida, pesada. En cuanto empezaba a pensar en lo infeliz que me sentía estando ahí, inmediatamente me enfermaba o me contracturaba, o terminaba en la enfermería por alguna infección. Todos los días me inventaba una nueva enfermedad para no ir a clases… y todos los días me sentía mal, verdaderamente mal físicamente. Fue ahí cuando empecé a preguntarme si acaso la mente y el cuerpo eran una misma cosa. Cómo era posible que yo me sintiera triste y mi cuerpo lo reflejara fielmente para terminar en la enfermería, medicada…

Yo me la pasaba pintando, escuchando a Chopin, danzando, y recitando a Neruda y Sabines en voz alta en las clases. Sólo Neruda y Sabines sabían lo que yo sentía y pensaba. Sabines me preguntaba ¿Qué puedo hacer si puedo hacerlo todo y no tengo ganas sino de mirar y mirar?. El mismo Neruda me lo decía todo el tiempo Tú sabes cómo esto, si miro la luna de cristal, o si toco junto al fuego la impalpable ceniza, o el arrugado cuerpo de la ley, todo me lleva a ti, como si todo cuanto existe: luz, aroma, metales, fueran pequeños barcos que me llevan hacia las islas tuyas que me aguardan Y esa isla era, para mí, la danza.

Así pasaron los días y los meses… hasta que en una ocasión, uno de mis profesores de Inmunología, Francisco Suárez, me comentó que en la biblioteca había un libro raro en medicina del deporte, un libro con un nombre raro, algo así como de danzo… danzoterapia!. Me lo dijo porque conocía mi historial de bailarina de hacía mucho tiempo. Así que sin dudarlo salí corriendo a la biblioteca, y en el lugar menos esperado y más estéril emocionalmente (donde estaban los libros de fisiología y medicina del deporte) apareció el famoso libro: Danza, Experiencia de Vida de María Fux. Nunca supe por qué estaba ahí, supongo que fue algún error divino que agradeceré toda mi vida.

Fue ahí cuando comenzó mi largo camino de búsqueda del cuerpo a través de la danza. Ese día, el día en que encontré El Libro decidí dejar la Facultad de Medicina y hacer lo que mi corazón me guiaba, y eso era simple y sencillamente danzar.

Primero quise orientar mi descubrimiento hacia lo que yo bailaba que era la danza oriental y traté de que mis clases tuvieran un momentito de catarsis guiada, un poquitito de movimiento auténtico, un tantito de improvisación, y un poco más de creatividad.

Empecé a escribir un compendio acerca de los orígenes de la danza y me topé con que sus orígenes se perdían en las penumbras del origen de la humanidad… me topé con danzas rituales, danzas sagradas, danzas bélicas, danzas fálicas, danzas de fertilidad, danzas de nacimiento, danzas de muerte. El ser humano perplejo ante lo que vivía trató de darle sentido a través de su danza, o más bien, trató de entenderlo a través de su danza mimética.

¿Por qué entonces danzaba el hombre si no era para hacer más tangible su propio mundo interior, para entenderse a sí mismo y lo que acontecía a su alrededor…?

Dejé la facultad de Medicina, y me refugié en la facultad de Derecho; dejé Derecho y me fui volando a Fisioterapia, dejé Fisioterapia y encontré el oasis de la Psicología, cuando me llené de la psicología mi corazón me llevó a Artes y después a estudiar Terapia de Arte.

Tuve que pasar seis cambios de carrera, hasta que por fin, mi alma perdida encontró el camino.

Capítulo 1:

La Danza

I. ¿QUÉ ES LA DANZA?

La danza es la lengua oculta del alma

Martha Graham

La danza es la lengua oculta del alma, dijo alguna vez una de las pioneras de la danza contemporánea en Estados Unidos; pero es en realidad la lengua oculta del alma, o ¿es en realidad la única lengua del alma…?

Nuestra historia de la danza comienza hace más de 500,000 mil años, mucho antes de la invención del lenguaje, las zapatillas de Ballet, que nacieran Billy Eliot y Maurice Béjart. El origen de la palabra danza, así como sus variantes dance, danse, tanz, provienen de la raíz tan que en sánscrito significa tensión, significado por demás incompleto y que se queda corto para expresar lo que verdaderamente significa la danza, más allá de simple un vocablo y su definición.

DEFINICIÓN DE UN DICCIONARIO

Pero ¿qué es danzar? El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define la danza como el movimiento o trajín de quien va continuamente de un lado a otro/ acción de bailar/ manera de bailar. Es la acción de ejecutar movimientos a través del cuerpo como medio de comunicación; a través de los movimientos se pueden expresar sentimientos o emociones. Generalmente la danza va acompañada de música; y los movimientos, van ejecutados armónicamente al ritmo de la música, en un espacio determinado. Pueden expresar cosas, sentimientos y emociones que las palabras no pueden decir o porque no se conocen las palabras para expresarlo.

Roger Garaudy, dice que la danza es una forma de existir. No simplemente juego sino celebración, participación y no espectáculo; está entrelazada con la magia y la religión, el trabajo y la fiesta, el amor y la muerte. Los hombres han balado todos los momentos solemnes de su existencia: la guerra y la paz, el matrimonio y los funerales, la siembre y la cosecha.

Danzar es muchas cosas, y puede ser sentir y deseo de querer compartir eso que se siente. Es dominio del cuerpo, de la mente y del espíritu, es transformar en comprensible todo eso que no podemos entender y nos asombra del universo; es corporizar los ritmos de la naturaleza y el cosmos en ritmos humanos, voluntarios y entendibles a nuestra conciencia. Es humanizar la naturaleza y poder dominarla a través del cuerpo.

La danza puede tener un carácter religioso (aquellas dedicadas a las divinidades), ritual (aquellas dedicadas a los nacimientos, muertes, bodas, que se hacen en determinados sucesos), artísticos (tienen claramente un canon estético y pretenden mostrarse ante una audiencia), de entretenimiento o social (aquellas que se hacen en fiestas, celebraciones sociales), y terapéutico (aquellas cuya intención es liberar emociones reprimidas, ponerse en comunicación con uno mismo).

Para que la danza sea danza, necesita de una persona capaz de expresarse corporalmente a través de movimientos: un bailarín o danzante. También necesita de un espacio en donde hacerse, un ritmo que danzar, un cuerpo que mover y movimientos que realizar.

Existen danzas que son exclusivas para las mujeres, otras para los hombres, otras para los niños, ancianos, y grupos mixtos. Cualquiera que sea capaz de moverse, es capaz de danzar. Pero danzar en el sentido más natural, armónico, y orgánico de la palabra, danzar como una forma de regresar a la tierra, al hogar, al origen de los tiempos y del movimiento.

DANZANDO EN LA HISTORIA

El acto de danzar es una necesidad que la humanidad ha venido haciendo desde que se dio cuenta de que existía en el mundo; ya que estoy convencida de que el hombre y la danza han caminado de la mano desde el origen de los tiempos, así como la pintura y la música lo han hecho también. Pero a diferencia de éstas últimas (más la pintura que la música) que han dejado su huella explícita en pinturas rupestres como las encontradas en cuevas de Altamira o Lascoux en donde quedó plasmado un momento de la vida de nuestros antepasados para la eternidad… la danza, por su naturaleza efímera, sólo puede existir mientras se hace. Sólo puede verse mientras se crea. La danza es una manifestación a-verbal de la vida psíquica del hombre, porque ésta nació mucho antes de que la humanidad inventara el lenguaje, mucho antes de que el hombre mismo la nombrara, y per sé, no necesita del lenguaje verbal para expresarse, ni mucho menos para poder danzarse. Es un arte sin lenguaje verbal.

Cuando los primeros hombres paleolíticos tomaron un pedazo de carbón y comenzaron a dibujar en las paredes

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