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Pedro Grassou
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Libro electrónico33 páginas28 minutos

Pedro Grassou

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Honore de Balzac - Pedro Grassou de Fougeres es un pintor mediocre que vive de falsificaciones de pintura por encargo de un viejo estafador y marchante llamado Elias Magus. Grassou pinta falsificaciones de obras de Tiziano, Rafael y otros artistas famosos. Mago revende estas falsificaciones con un gran beneficio para los miembros de la pequeña burguesia que son incapaces de apreciar el buen arte.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento12 sept 2016
ISBN9788822842923
Pedro Grassou
Autor

Honoré de Balzac

Honoré de Balzac (1799-1850) was a French novelist, short story writer, and playwright. Regarded as one of the key figures of French and European literature, Balzac’s realist approach to writing would influence Charles Dickens, Émile Zola, Henry James, Gustave Flaubert, and Karl Marx. With a precocious attitude and fierce intellect, Balzac struggled first in school and then in business before dedicating himself to the pursuit of writing as both an art and a profession. His distinctly industrious work routine—he spent hours each day writing furiously by hand and made extensive edits during the publication process—led to a prodigious output of dozens of novels, stories, plays, and novellas. La Comédie humaine, Balzac’s most famous work, is a sequence of 91 finished and 46 unfinished stories, novels, and essays with which he attempted to realistically and exhaustively portray every aspect of French society during the early-nineteenth century.

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    Pedro Grassou - Honoré de Balzac

    PEDRO GRASSOU

    Honoré de Balzac

    Al teniente coronel de artillería Periollas, como testimonio

    de afectuosa estimación del autor,

    DE BALZAC

    1

    Siempre que habéis ido seriamente á ver la exposición de las obras de escultura y de pintura, como acaece desde la revolución de 1850, ¿no se ha apoderado de vosotros un sentimiento de inquietud, de aburrimiento y de tristeza al ver largas galerías obstruidas?

    Desde 1830, el salón no existe ya. El Louvre ha sido tomado por asalto por segunda vez por el pueblo de los artistas que ha sabido mantenerse en él. Ofreciendo antaño la flor de las obras de arte, el salón suponía los más grandes honores para las creaciones que en él estaban expuestas. Entre los doscientos cuadros escogidos, el público escogía aún, y la mejor obra maestra recibía una corona de manos desconocidas. Se promovían apasiona-das discusiones con motivo de un cuadro. Las injurias prodigadas á Delacroix y á Ingres, no contribuyeron menos á su renombre que los elogios y el fanatismo de sus partidarios. Hoy, ni el público ni los críticos, se apasionaron ya por los productos de aquel bazar. Obligados á hacer la elección de que se encargaba antes el jurado de examen, su atención se cansa de este trabajo, y cuando se va á acabar ya, la exposición se cierra. Antes de 1817, los cuadros admitidos no pasaban nunca las dos primeras columnas de la larga galería donde están las obras de los maestros antiguos, mientras que este año llenaron todo aquel espacio, con no poco asombro del público. El género histórico, los cuadros de caballete, el paisaje, las flores, los animales y la acuarela, no podrían ofrecer más de veinte cuadros dignos de las miradas del público, que no puede conceder su atención á un mayor nú-

    mero de obras. Cuanto más iba creciendo el número de los artistas, más difícil debía mos-trarse el jurado de admisión. Cuando el salón pasó á ser continuado por la galería, todo quedó perdido. El salón debía seguir siendo siempre un lugar determinado, reducido y de proporciones inalterables, donde cada género hubiera expuesto sus obras maestras. Una experiencia de diez años ha probado la bon-dad de la antigua institución. En lugar de un torneo, hoy es aquello una sedición; en lugar de una exposición gloriosa,

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