EMBARRADO
Loewe utiliza lebrillos –los cuencos tradicionales para decorar sus tiendas de Milán, Los Ángeles o Kuwait. Es un dato. Otro es que hay artistas de la arcilla o alfareros –todavía no me atrevo con ese lodazal– que venden su obra en escasos minutos. Lalese Stamps, fundadora de Lolly Lolly Ceramics, vende 250 tazas en menos de un minuto. Algún sociólogo señala que como no podíamos vestirnos en el confinamiento, la taza se convirtió. El alfarero Eric Landom, del estudio Tortus en Copenhague, supera el millón de seguidores. Pero son los señores de los que recientemente ponen negro sobre blanco este titular, “La cerámica está de moda”. Ya está. Así de simple. Sin currarse un titular más intrigante, tipo: “Todo al barro”. Por supuesto, lo justifican. Los chicos de la moda tiran de torno y arcilla para seducirnos. Jonathan Anderson, diseñador de la marca madrileña arriba mencionada, se ha convertido en abanderado de la artesanía con su premio “Loewe Craft Prize”. Van por la cuarta edición. Solo por eso debería estar en negrita en esta página. Para su marca JW Anderson, en su tienda de Londres, ha comisariado una exposición de la ceramista Akiko Hirai. Y en su colección Otoño 2021 colaborará con otras dos, Magdalene Odundo y Shawansa Corbett. Me paro en Odundo. Natal de Kenia, a los 21 viaja a Londres para estudiar arte. Quería ser publicista en su país. Pero una visita a un museo le señaló su camino: “Quiero hacer cosas que tengan mi huella”. Su trabajo destaca por sus sencillas formas sensuales. Cotiza al alza. Fueron las texturas y colores los que llevaron a Kris Van Assche, en su última colección para Berluti, a trabajar con Brian Rochefort.
