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El Que Sigue Lo Consigue: El Poder De La Perseverancia
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Libro electrónico214 páginas4 horas

El Que Sigue Lo Consigue: El Poder De La Perseverancia

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El que lo Sigue lo Consigue: El Poder de la Perseverancia, es un libro sugerente que invita a pensar. La obra muestra a los lectores de todas las edades y antecedentes cómo ellos pueden aplicar no sólo los principios de auto-motivación que Napoleón Hill expuso en su imperecedero y siempre novedoso volumen de auto-ayuda Piense y Hágase Rico, sino también convertir esos principios en su propia divisa.
IdiomaEspañol
EditorialBookBaby
Fecha de lanzamiento1 oct 2015
ISBN9781939078063
El Que Sigue Lo Consigue: El Poder De La Perseverancia

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    La verdad es una obra muy fácil de leer, rápida y por sobre todas las cosas,fascinante.
    Aprendí mucho en estos días leyéndolo. Me termino atrapando.
    Estoy seguro, que lo volveré a leer dentro de un tiempo, para seguir aprendiendo.

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El Que Sigue Lo Consigue - Diego Varas

Varas

Introducción

La clave para todos los grandes logros

Por J. B. Hill, nieto de Napoleon Hill

PALABRAS DE SABIDURÍA, DICHOS MILENARIOS, MITOS y tradiciones —o cualquier nombre que se les asigne—las historias que nos contamos unos a otros y pasan a la siguiente generación nos conectan a través de la raza, la religión y las fronteras nacionales. Aunque esas narraciones abordan diversos temas, cada una se alimenta del testimonio de ejemplos, y ninguna suena tan universal como la historia de cómo triunfar en la vida.

Pero ¿qué significa esto? Para la mayoría de nosotros, consiste en utilizar la experiencia de los demás en nuestras propias vidas. Samuel Smiles, un autor escocés, escribió el primer libro sobre el éxito en 1859. Titulado apropiadamente Autoayuda, preparó el armazón para los escritos de Orison Swett Marden, y más tarde de Napoleon Hill, enseñando cómo triunfar a través de las parábolas de la experiencia. Napoleon Hill, de quien se puede decir que es el fundador del movimiento actual de superación personal, fue un narrador maestro que compiló la primera y exhaustiva filosofía del éxito. Él consiguió esto tras descubrir que los hombres más importantes de su época, que salieron adelante por sí mismos –como Andrew Carnegie, Thomas Edison y Henry Ford–hicieron las mismas cosas para triunfar, aunque utilizaron distintos métodos.

En los últimos 150 años, los filósofos y pensadores del éxito han comprobado reiteradamente que una característica en particular, la persistencia, parece ser la clave de todo gran logro. Fue la persistencia lo que permitió a George Goethals construir el Canal de Panamá cuando muchos habían fallado antes. Fue la persistencia la que condujo a Edison al éxito concibiendo una bombilla factible. Fue la persistencia la que empujó a Abraham Lincoln al oficio público con un corazón roto, dos negocios fallidos y ocho elecciones perdidas, llegando a ser finalmente presidente de los Estados Unidos. Napoleon Hill escribió:

Una razón por la cual la mayoría de los hombres raramente acumulan fortunas hasta que han pasado con creces los 40, es que deben experimentar fallos y adversidades y superar bastantes obstáculos para desarrollar el conocimiento suficiente que les permita acumular riquezas.

Por eso, aquellos que persisten y aprenden del error son quienes se ganan un lugar propio en la historia.

Introducción

Cuando leí El que sigue lo consigue, me vino a la memoria un niño llamado Scott Shaw a quien conocí hace más de cincuenta años. Fue mi compañero de juegos durante la primera adolescencia y quizás el niño más repulsivo del mundo. Un día, nuestros empujones se convirtieron en una lucha implacable. No había nadie alrededor para alentarnos o parar la pelea. Así que luchamos como lo hacen los chicos, hasta el final. Yo era más grande y fuerte que él y lo derribaba. Pero cada vez que Scott se venía abajo, se levantaba y venía hacia mí de nuevo.

Con el labio sangrado, las lágrimas aflorando en sus ojos y los mocos empapando su nariz, él seguía incorporándose y viniendo hacia donde yo estaba. Aguantaba todo lo que yo repartía y seguía avanzando hacia mí, una y otra vez. Después de su último intento por luchar, se encontró con mi derecha, ofreciéndole un apretón de manos. Aunque yo dominaba la pelea, le dije: «Tú ganas, Scott… tú ganas». Él me fulminó con la mirada, limpió su nariz, contuvo una lágrima y me dio la mano. Fuimos amigos hasta que me mude lejos unos años más tarde.

El que sigue lo consigue está lleno de historias sobre gente como Scott Shaw –hombres y mujeres negados a rendirse–. Es un libro delicioso, escrito con la misma energía, impacto y simplicidad de Burlando al diablo y Piense y hágase rico: A tres pies del oro. Este nuevo libro de la Fundación Napoleon Hill enseña la perspectiva de gente que ha ayudado a formar nuestro mundo. Ellos son los líderes que comenzaron el camino hacia el éxito sin otra intención que realizar una idea. Sus objetivos así como sus contratiempos y fracasos pueden no ser los tuyos. Sin embargo, esas historias son parábolas de conquistas individuales, las cuales te servirán de inspiración para encontrar tu propio camino de superación personal.

El que sigue lo consigue refuerza la validez de los principios del éxito comprobados y compilados por mi abuelo, Napoleon Hill, durante su vida. Es una obra que brinda valiosos conocimientos sobre la vida de personas extraordinarias que harán meditar al lector. Sus historias muestran que un determinado objetivo perseguido con persistencia siempre conducirá al éxito. Ellos muestran que «los factores negativos» son solo tareas por cumplir y que estos deben verse como oportunidades para encontrar un camino hacia la victoria.

Este es un libro para tomarlo del estante, leerlo y releerlo durante los momentos de desaliento en que la tentación de darse por vencido suele ser más fuerte que el deseo de triunfar. Es una obra que explica claramente por qué Napoleon Hill escribió lo siguiente: «La mayoría de las grandes personalidades han conseguido los éxitos más importantes solo un paso MÁS ALLÁ de sus fracasos y dificultades más graves».

Así, cuando llega el momento de enfocarse en algo nuevo, de tomar otra dirección y de comprometerse reiteradamente (como sucederá sin duda), es hora de sacar El que sigue lo consigue de tu librero, y dedicar una hora o más para leerlo nuevamente. Es un precio pequeño por el éxito.

Las tres causas del fracaso

Tú has visto esos publirreportajes. Los que presentan elaboradas exposiciones tales como:

«¡Tú puedes hacer dinero en bienes raíces y llegar a ser un magnate como yo! Compra nuestro curso de 30 días y te convertirás en un millonario al instante».

Quizás incluso hayas comprado un libro que prometía cambiar tu vida en una noche, o fuiste a un seminario para aprender los últimos consejos en inversiones para llegar a ser económicamente independiente en un tiempo breve.

Los programas de TV de medianoche y las librerías locales están llenas de las últimas y relevantes oportunidades para «hacerte rico» con todas las garantías de éxito. Cada nueva idea de novela es más larga que el resto. Ya sea en materia de acciones, bonos, bienes raíces o lo que poseas, la solución

siempre es la misma: seguir unos fáciles y simples pasos y observar cómo aumenta tu cuenta bancaria con apenas esfuerzo.

Así se alcanzaría la felicidad.

Los saltos desde el enriquecimiento rápido hasta el éxito y la felicidad existen, aunque están implícitos en su mayor parte. Hay que leerlos «entre líneas», en narraciones que no parecen tener mucha relevancia para tu poder, el verdadero poder que define tu propósito en la vida.

En cambio, las leyendas de «hacerse rico en un instante» nos distraen de todo eso. De cierta manera sugieren que adoptemos el objetivo de alguien más y nos colocan probablemente a medio camino de alcanzarlo. Los obstáculos en la ruta serían solo tan infranqueables en cuanto seas débil ante tu meta, esto es, lo que tú deseas.

Desafortunadamente, esas narraciones raramente explican que el éxito casi nunca es sencillo. El hecho es que tendremos que enfrentarnos con retos y obstáculos para alcanzar la mayoría de los fines. Los autores olvidan mencionar que las circunstancias inesperadas son inevitables, y algo más importante: la forma en que aceptamos, negamos o capitalizamos las circunstancias difíciles depende totalmente de nosotros mismos y determinará finalmente nuestro éxito o fracaso.

Cada individuo que ha conseguido un logro personal puede decirte que la cuestión no es que vendrán tiempos duros, sino cuándo vendrán. Es en esos momentos de incertidumbre cuando revelamos nuestro carácter.

Para muchos, el primer signo de dificultad puede ser suficiente para sentirse descorazonados y abandonar lo que intentaban, mientras que otros encuentran así la determinación para descubrir otra forma de seguir adelante. Más que abandonar, buscan la oportunidad dentro del desafío –y ella siempre está presente–. Algunas opciones se encuentran profundamente enterradas en el reto. Otras son fáciles de encontrar. En la medida en que seamos capaces de venir desde abajo, tomar aire y asumir la perspectiva cabal del desafío, podremos encontrar la solución del mismo. Estaremos entonces en una mejor posición para superar cualquier otro reto y alcanzar el propósito que deseamos.

No será fácil evitar los errores cuando nos enfrentamos a un reto –asumir acertadamente la perspectiva de este es en sí mismo el desafío–.

En algo podemos estar de acuerdo todos: cada uno desea la felicidad y la prosperidad en la vida, y además sabemos que…

La felicidad supone disciplina.

Para alcanzar la felicidad, primero debemos poseer la disciplina necesaria para caminar hacia ella. El primer paso es determinar cuidadosamente lo que significa para nosotros ser dichoso. Una vez que tengamos claramente definidos la meta y el camino, debemos mantener la disciplina para transitar hasta el final, y encontrar las ventajas derivadas de los lances que enfrentaremos a lo largo de la ruta. Así es como avanzamos en el llamado desarrollo personal.

Piénsalo. Es fácil estar despreocupado y tomar grandes decisiones cuando todo va a pedir de boca. La clave es ¿cómo respondemos ante un desafío? Es en ese preciso momento cuando nosotros, como personas, nos mostramos al mundo y a nosotros mismos. Cuando abandonamos, automáticamente tiene lugar el fracaso –lo que significa, justamente no conseguir el objetivo–. Sin embargo, cuando aceptamos la lucha, somos capaces de entender claramente las razones de la contradicción, y así encontramos la ocasión de salvar los obstáculos y continuar hacia la meta por otra ruta. Lo que determinará el resultado final será la manera en que abordemos las adversidades.

Recuerda esto: si en el jardín hay una mala hierba, además de un sueño, un deseo o incluso un temor, lo que crecerá mejor finalmente será lo que cultivemos y alimentemos, es decir, aquello en lo que centremos nuestra atención. Lo mismo ocurre con las oportunidades. Vemos lo que enfocamos. Cuando uno busca lo bueno, las cosas buenas ocurren. Cuando uno busca la ocasión, las ventajas llegan. En materia financiera, por ejemplo, puedes obsesionarte por una cobertura mediática negativa o por una caída temporal del mercado, y así dejarte dominar por la ansiedad y desviarte de la intención de vender tus intereses a largo plazo. Al propio tiempo, otro puede ver en la misma coyuntura una oportunidad de oro para beneficiarse de esa caída y comprar más acciones a un precio más bajo. Las circunstancias reales son las mismas para todos. Sí, el mercado puede estar en la mayor depresión en muchos años, pero donde una persona solo ve pérdidas y obstáculos, otro avizora la oportunidad y la posibilidad.

Solo el hecho de que estés leyendo estas páginas demuestra que eres lo suficientemente listo para saber que alguna interferencia siempre podrá aparecer en algún recodo de la travesía de la vida. También prueba que eres suficientemente perspicaz para diferenciar lo correcto de lo equivocado.

Cuando tienes vallas adelante, ¿cortas por las esquinas o mantienes el rumbo hasta chocar con ellas? ¿Amañas los números o mantienes los que son ciertos? Se puede apreciar la verdadera identidad de alguien simplemente al observar cómo actúa cuando se enfrenta a una situación difícil bajo el supuesto que nadie lo observa.

Y siempre hay alguien que nos mira, aunque no seamos conscientes de ello.

El filósofo moral y economista político Adam Smith introdujo el concepto del espectador imparcial para ayudarnos a entender ese fenómeno. El espectador imparcial se refiere a la tendencia natural que todos tenemos de lograr lo que normalmente se espera de nosotros. En este sentido, las expectativas sociales actúan como un cuerpo de vigilancia que afecta nuestras acciones y pensamientos. Cuando nos enfrentamos a las demandas de la vida, la manera en que reaccionamos muestra nuestro verdadero carácter ante los demás, y entre ellos a un espectador imparcial, quien somete lo que hagamos a una revisión objetiva. Por eso, es crucial saber claramente quiénes somos y qué queremos ser. Sacar provecho de los desafíos que la vida nos depara muestra un carácter de fortaleza, resolución, paciencia y, desde luego, perseverancia. Miremos entonces al éxito desde una perspectiva diferente y revolucionemos este principio. Más que centrar e ilustrar otro plan de acción de éxito seguro para la abundancia, como mencioné antes, pongamos nuestra atención en la contrapartida: el fracaso, y su componente frecuentemente olvidado: la oportunidad perdida.

Se ha sugerido que el logro personal proviene en última instancia de la concentración en nuestro propósito más definido (algunos lo llaman «nuestra pasión») y del coraje y la perseverancia que tenemos para visualizar ese propósito a través de lo que nos rodea.

Aquellos quienes estamos familiarizados con ese concepto de Napoleon Hill podríamos sorprendernos de que tuviera además ideas tan claras sobre el fracaso y las adversidades que estuvieron relativamente inadvertidas en las décadas siguientes.

Echemos una mirada atrás…

En 1938, un año después de publicar lo que muchos llaman la Biblia del desarrollo personal, Piense y hágase rico, el Dr. Hill fue entrevistado por un programa de radio. Él examinó el tópico del fracaso desde una única perspectiva que no ha sido publicada hasta hoy.

Los siguientes fragmentos revelan por sus propias palabras a qué se refería cuando hablaba de las tres causas del fracaso.

En una firme discusión, Hill explicaba cómo tres hábitos pueden arruinar los sueños de una persona o ser redirigidos y transformados en un trampolín hacia el éxito.

Cuando le preguntaron sobre las causas de las frustraciones, Hill respondió: «La causa número uno del fracaso es la incapacidad de llevarse bien con los demás».

«Independientemente de lo bien educado que puedas estar, o la responsabilidad ante tu trabajo o cuánto dinero puedas tener, si no puedes inducir a la gente a gustarte, si no puedes llevarte bien con todo tipo de individuos en toda circunstancia, nunca podrás convertir un proyecto en un gran éxito».

Él explicó: «El primer paso que debes tomar para gustar a las personas es mostrarles que tú gustas de ellas. Debes expresarlo en el tono de tu voz; exhibir una placentera sonrisa cuando hables con los demás y manifestar un deseo sincero de ayudarles, lo merezcan o no».

La primera causa del fracaso puede parecer sencilla de evitar: requiere practicar el arte de aprender a amar realmente a la gente y convertirte en alguien adorable. Cuanto más trabajes en el desarrollo de tu personalidad, más fácil será interactuar con aquellos que te rodean.

Piénsalo de esta manera: la mejor opción para conseguir que otros estén interesados en ti es mostrar que te interesan. Considera esto. Si las personas que te rodean en una fiesta se sienten motivadas por una historia que contaste, probablemente estarás más dispuesto a prestarles atención a los relatos de ellas, ¿cierto? Lo mismo les ocurre a los demás. No eres el único.

De acuerdo con el llamado Principio Gaia³, la Tierra es un organismo vivo, que respira. La teoría plantea que cada uno de los componentes de ese organismo –incluidos los humanos–está necesariamente conectado a los demás para sobrevivir. En medio de la relativamente reciente explosión del individualismo, debemos restablecer el valor fundamental de colaborar con las personas.

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