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El poder de los mercados. Claves para entender su mensaje
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Libro electrónico106 páginas1 hora

El poder de los mercados. Claves para entender su mensaje

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El mundo atraviesa un período de gran inestabilidad financiera, y nadie se encuentra inmune a estas turbulencias. Ahora bien, los lectores no especializados en movimientos de bolsa suelen desentenderse de estas cuestiones porque creen que jamás podrán entender el funcionamiento de los mercados. Pero creer eso es un error absoluto: los mercados siguen una lógica cíclica que todos somos capaces de comprender, con la condición de mantenernos neutrales y no dejarnos llevar por las pasiones de la codicia o el temor. Roberto Ruarte (uno de los mayores expertos latinoamericanos en acciones de bolsa) sintetiza en este libro los conocimientos que obtuvo a lo largo de décadas de observación y trabajo. Tal como Ruarte demuestra magistralmente, los ciclos de las bolsas anticipan el comportamiento del resto de la economía. Por eso: "quien tenga la sagacidad suficiente para captar los diferentes momentos del ciclo podrá aprovechar al máximo las épocas de bonanza y reducir al mínimo los daños durante tiempos de crisis". "El poder de los mercados" es un libro que marca un antes y un después en la comprensión de los fenómenos financieros, y permitirá a todos los lectores (tanto a los especialistas como a los principiantes) entender la economía y la sociedad de una forma nueva, sumamente útil para su vida personal y profesional.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 ene 2013
ISBN9789871587599
El poder de los mercados. Claves para entender su mensaje

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    Pocos libros son tan concretos y directos con las cosas, este es uno de ellos
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    bastante puntual.
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    Un libro que refleja la importancia de tomar atención a la dinámica de los mercados...

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El poder de los mercados. Claves para entender su mensaje - Robert Ruarte

AGRADECIMIENTOS

En primer lugar, quiero agradecer a Rubén Ullúa, director de Ruarte’s Reports para América Latina. El material que elaboró para la empresa, con el fin de brindar charlas y conferencias, sirvió mucho en la confección de este libro.

A Robert Prechter, presidente de Elliott Wave International, quien aprobó la inclusión de muchos gráficos de sus textos.

A Eduardo Maradiegue, de Latcom Perú, por permitirme usar la base de datos en dólares de los países latinoamericanos de Economática.

A los integrantes de Ruarte’s Reports, que ayudaron para que este sueño se hiciera realidad. En especial, a Romina Markman y Eugenia Mazzei.

A mi querida hija María Eugenia, quien colaboró en las correcciones de este escrito, y a mi querido hijo Roberto César, que confeccionó los gráficos.

A nuestros clientes, que nos apoyaron en estos veinticinco años a nivel personal y empresarial, que creyeron y siguen creyendo en nuestra particular forma de ver los mercados.

A las universidades e instituciones que me permitieron expresar y transmitir mis opiniones con total libertad y renuevan su confianza año a año.

Va mi especial agradecimiento también a quienes gentilmente se ofrecieron a leer este libro y entregar conceptos sobre él o sobre mi trayectoria. Se trata de personas que además de merecer mi aprecio por su calidad humana, engalanan este texto por su condición de ejecutivos de importante y exitosa carrera en sus respectivas instituciones. A José Fernández, hombre generoso y sensible, con una vasta experiencia de primer nivel en varios bancos de renombre mundial. A uno de mis primeros alumnos y gran seguidor de mis análisis, Pablo Tavelli, a cargo de la casa de bolsa de un notable banco líder en Argentina. A Gerardo Adame, una de las personas intelectualmente más brillantes que conocí en México, CEO de una destacada compañía de Internet. A los hermanos Vicente y Alexandro González Beer, traders de raza muy reconocidos en el mercado mexicano, ambos a cargo de diferentes mesas de operaciones de forex de grandes bancos internacionales en México, quienes desde mi llegada a ese país, hace quince años, fueron fervientes seguidores de nuestro análisis.

A la editorial Turmalina por creer en este proyecto.

Y por fin, a la base de todo, el sustento de cualquier sueño, el por, el para y el porqué de nuestras vidas: la familia. A mi esposa, a mi madre, a mis hijos y a todos los seres queridos que llevo en lo más profundo de mi corazón: gracias por su apoyo de siempre.

Roberto Ruarte

CAPÍTULO I

LA ECONOMÍA Y LOS MERCADOS

Cuando la mayoría se vuelve codiciosa, yo me vuelvo temeroso,

cuando la mayoría se vuelve temerosa, yo me vuelvo codicioso.

Warren Buffet

I.1. LA ECONOMÍA LA HACEMOS TODOS

Casi todas las personas consideran que la economía afecta su vida diaria, pero les resulta difícil comprender las reglas de su funcionamiento. Creen que la economía es materia de eruditos profesionales que hablan en términos difíciles e incomprensibles, ya sean microeconómicos como macroeconómicos.

La gente sabe que cuando la economía funciona bien, hay más oportunidades de trabajo, puede elegir entre diferentes opciones, y si ya tiene su empleo, siente seguridad y confianza de que podrá mantenerlo. O al revés, cuando la economía no está funcionando de manera correcta, hay pocas o nulas oportunidades de conseguir un puesto, y quien tiene ocupación no se siente seguro de su estabilidad laboral, por las condiciones imperantes.

Me formé profesionalmente como contador. Siempre recuerdo a mi padrino, que no sabía de economía. Cuando me hacía alguna pregunta, yo trataba de explicarle el tema o le enviaba un escrito que, sin darme cuenta, estaba cargado de tecnicismos. Su respuesta siempre era la misma: M’hijo, debe estar bien lo que usted dice, para eso estudió en la universidad.

Mi padrino, cuando observaba que las cosas iban bien, depositaba su dinero en el banco, colocaba sus ahorros a plazo fijo, fruto de la confianza que sentía, y utilizaba los intereses para mejorar su casa o cambiar su auto. Cuando percibía que las cosas no andaban correctamente, de inmediato retiraba el dinero en moneda local del banco, compraba dólares y los metía en el forro de su colchón. De manera automática, restringía sus gastos, de los cuales tenía un listado: tomaba el lápiz y empezaba a tachar lo que no era imprescindible. Sus dos decisiones estaban basadas siempre en su percepción del futuro.

Él, como muchas personas, hacía lo que normalmente hace cualquier padre de familia: en los momentos malos, se cubría reduciendo gastos y tomando precauciones. Le daba un voto de desconfianza a su moneda y al sistema bancario, e inmovilizaba sus ahorros en su colchón o en las cajas de seguridad.

Recuerdo cuando le explicaba a mi padrino: Usted, cuando deposita en el banco, está ayudando a la economía del país, porque en realidad, cuando deposita su dinero, el banco hará una reserva (como la ley le exige) y prestará el restante o lo invertirá. Así se crea el dinero bancario y el factor multiplicador del dinero, que da un efecto expansivo a la economía.

Si del dinero de mi padrino el banco pone en reserva el 10% (de acuerdo a lo que exija la ley y al momento en cada país) y presta el 90% a otras personas, éstas tendrán dinero para comprar una casa nueva, refaccionar la actual o adquirir un auto. El dinero inicial se ha expandido y multiplicado en la economía, y ha generado una expansión positiva.

Él mismo, comprando electrodomésticos, vestuario o depositando dinero en el banco, estaba entregando un voto positivo a la economía. El negocio que le vendía un electrodoméstico a mi padrino obviamente había comprado ese producto a alguien que lo había fabricado, y detrás de esta fabricación, había empleados que lo habían producido. Lo mismo ocurre en el rubro de la indumentaria, en el automotor y también en el de la construcción.

Es decir, ver el futuro con confianza genera un efecto multiplicador muy interesante. En general, las personas se contagian de la confianza y de la desconfianza en oleadas. Cuando mucha gente, como mi padrino, cambia su auto (ya sea con crédito o con dinero genuino), compra indumentaria o vestuario, arregla o compra su casa, está alimentando la demanda sobre bienes, sube su venta, y esto hace que mucha otra gente trabaje. A su vez, este trabajo, que debe ser remunerado, genera una retroalimentación positiva y, como resultado, la economía funciona. Los individuos, con su percepción del futuro, que se contagia de sus vecinos, sus amigos o sus parientes en las buenas y en las malas, son agentes económicos. Ayudan a que el ciclo de la economía esté en expansión cuando ven el futuro con confianza y con optimismo, o generan el círculo vicioso de retracción cuando ven el futuro con desconfianza y con escepticismo.

¿Qué rol juega el Estado en todo esto? Aquí es donde se entiende la famosa expresión política anticíclica. En épocas de bonanza, los Estados recaudan muy bien e invierten en educación, salud, infraestructura, obras, pero deben ahorrar para las épocas difíciles. En la parte negativa del ciclo de la economía, cuando los empresarios desinvierten y el desempleo sube, los Estados implementarán más políticas sociales, realizarán más obras de infraestructura y lograrán así atenuar así la caída de la economía.

¿Qué tiene que ver esto con los agentes del mercado financiero? Mucho: en

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