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En el fluir de la vida
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Libro electrónico155 páginas2 horas

En el fluir de la vida

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“La vida es una experiencia que fluye, y en cada persona existe una entrada que puede convertirse en una salida para todo lo que hay en Dios”. Con claridad extraordinaria, el legendario escritor de Unity, Eric Butterworth, revela los principios espirituales que transformarán tu vida manteniéndote en su fluir.
IdiomaEspañol
EditorialBookBaby
Fecha de lanzamiento15 ago 2010
ISBN9780871597205
En el fluir de la vida
Autor

Eric Butterworth

Eric Butterworth (1916-2003), often referred to as a "Twentieth Century Emerson," is considered a legend and spiritual icon in the Unity Movement. A visionary and an innovator, he originated the Spiritual Therapy Workshops. The author of sixteen bestselling books on metaphysical spirituality, a gifted theologian, philosopher, and lecturer, Butterworth was a highly respected New Age pioneer and innovator of New Thought, whose life was dedicated to helping people to help themselves.

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    En el fluir de la vida - Eric Butterworth

    vida.

    CAPÍTULO 1

    VIVIR DE ADENTRO HACIA AFUERA

    Estás a punto de comenzar una aventura hacia el mundo interno de la mente y el Espíritu. Podría ser el viaje más importante en la conciencia que hayas hecho. Ha de ser edificante. Se supone que sea un reto. También, puedes encontrarlo inquietante.

    Si tienes una creencia fija acerca de la realidad de la vida, un conjunto de convicciones hecho a la medida, quizás quieras regresarte porque todo punto de vista que tengas será cuestionado. Tu mundo será convulsionado en todo sentido. Mas al final, si continúas hasta que te pongas al día, obtendrás una nueva perspectiva acerca de la vida que te guiará a una nueva experiencia en el vivir.

    Se ha dicho que el inicio de la comprensión espiritual es una comprensión correcta del Uno designado como Todopoderoso. Pero en un mundo de tan amplia diversidad, ¿cómo podemos entender la unidad? ¿Cómo podemos descubrir al Uno sin caer en una dualidad que implica dos?

    Hay muchas definiciones de Dios, pero ninguna es tan profunda como ésta: Dios es una esfera cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna. No es una imagen que pueda dibujarse. De hecho, debes evitar la tendencia de visualizar un ser antropomórfico.

    ¿Una esfera cuyo centro está en todas partes? ¡Imposible! Pero espera: si el centro está en todas partes, debe estar donde yo estoy. ¿Podría esto ser el significado de la omnipresencia? ¿Un punto de vida y luz presente en todas partes como cada expresión individualizada? Si esto es verdad, entonces yo soy el centro de Dios. Es un pensamiento audaz con un tono sacrílego. Y sin embargo: ¿puede un centro geográfico estar situado en un universo dinámico y en expansión? Cada punto en esta esfera, la cual es Dios, es, consecuentemente, el avance del fluir infinito de la vida.

    ¿Qué es el Uno a quien llamamos Dios? No es Alguien allá en alguna parte, rigiendo el universo como un propietario ausente. Es el Uno, el todo de las cosas, la totalidad de lo cual y en lo cual soy único. No importa lo que pueda pensar que soy, ultimadamente soy expresión del fluir del Uno.

    Soy único y diferente en la superficie. No puede haber otro ser como yo. Sin embargo, no tengo existencia fuera del todo. Mi singularidad no puede ser separada del todo que Dios es. Los griegos decían: Conócete a ti mismo. Puedo conocer al Uno cuando me conozco a mí mismo como el vivir del Uno. Mas sólo puedo conocerme realmente a mí mismo cuando sé que estoy en el fluir de la vida.

    Examinemos las actitudes que prevalecen acerca de esto que llamamos vida. Hay dos puntos de vista básicos: (1) Venimos al mundo como criaturas vacías que avanzan en la vida para ser llenados. Para nosotros la vida en cualquier momento es la suma de lo que nos ha sucedido y de lo que hemos podido acumular en sabiduría, experiencia o cosas. (2) Venimos al mundo como almas vivientes con un potencial infinito para ser descubierto y liberado, porque la vida se vive de lo interno a lo externo.

    El primer punto de vista ha predominado a través del tiempo. Cada persona ha sentido en algún grado su condicionamiento, porque es la sabiduría del mundo. De manera sutil, pero cierta, hemos sido entrenados a pensar que la vida es una obtención de experiencia. Como los monjes budistas, se nos da el equivalente al recipiente de limosna con el cual ir por el mundo para buscar los regalos de Dios de parte de nuestros padres, de nuestras escuelas, de nuestra religión y de nuestro trabajo. No importa lo que anhelemos o deseemos, invariablemente mendigamos allá afuera por satisfacción. Pablo parecía saber un poco más. En 2 Timoteo 1:6, él escribe: Te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti.

    Søren Kierkegaard, fundador del existencialismo, fue influenciado fuertemente por su visión del fluir interno. Él habla de un árabe en el desierto que de repente descubre un manantial en su tienda, el cual proveía un fluir de agua abundante y constante. Y él dice que nosotros tenemos los mismos sentimientos de seguridad y bienestar cuando, después de años de vivir desde lo externo pensando que la felicidad proviene de allá afuera, finalmente nos dirigimos a lo interno y descubrimos la fuente interna. Probablemente es cierto que la mayoría de las personas tratan de vivir de lo externo a lo interno. Para ellas la vida está determinada casi totalmente por lo que les sucede o lo que sucede a su alrededor. Pregúntales: ¿Cómo estás?, y dudarán en responderte antes de consultar las noticias del día, la actividad bursátil, la predicción del tiempo o chequear de qué humor están sus familiares o sus compañeros de trabajo. Sus vidas están, casi totalmente, dirigidas hacia lo externo. Y se encuentran en el dilema de adaptarse al mundo externo o de pasar la vida oponiéndole resistencia.

    La gran Verdad enseñada por los místicos de todos los tiempos es: La vida se vive de lo interno a lo externo. Esto significa que todo el universo está concentrado en el punto donde estás. Todavía más —eres el universo expresándote como tú. Eres su empresa viviente y te respalda por siempre con todos sus recursos. Mas, la plenitud de este apoyo universal surge por medio de ti y no solamente a ti. El conocimiento más profundo que puedas obtener es que toda tu existencia fluye inexorablemente desde un proceso universal, el cual siempre es de lo interno a lo externo. Cuán difundida y asentada es la creencia de que estamos siempre en competencia con las personas y en conflicto con el mundo a nuestro alrededor. Nuestros temores, nuestro resentimiento, nuestra ira y hasta nuestro dolor suceden, porque sentimos que la inestabilidad de la vida en el mundo es una amenaza para nuestra existencia. Jesús dio la respuesta: El reino de Dios está entre vosotros (Lc. 17:21). Éste es un concepto absolutamente sorprendente. Desafortunadamente, pocos han comprendido su implicación, viéndolo como un pago diferido en el recipiente de las limosnas.

    ¿Qué es este reino místico? Es el foco del universo sobre la humanidad y el fluir del universo en la humanidad. Esto es aclarado inequívocamente cuando Jesús dijo: A vuestro Padre le ha placido daros el Reino (Lc. 12:32). En otras palabras, hay un anhelo en el corazón del universo que fluye en todo lo creado y lo perfecciona. Ésta es la base de toda curación, éxito y logro. El reino interno es el plano de la toda potencialidad, toda sustancia, toda vida, todo amor y toda paz. Jesús dijo: No os angustiéis por vuestra vida, … buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Mt. 6:25, 33). En otras palabras, ve con el fluir y recibirás todo lo que deseas o necesitas.

    Éste no es un concepto nuevo en lo absoluto. No era nuevo en el tiempo de Jesús. En el siglo quinto A.C., Heráclito, un filósofo griego, enseñaba que todo fluye, nada permanece.¹ Y un siglo antes, en la China antigua, Lao-Tse enseñaba que el espíritu humano tiene su fuente en el manantial divino, al cual debe permitírsele fluir libremente por medio del ser humano. Él creía que cualquiera que fluyera como la vida fluye ha resuelto el enigma de la existencia humana y no necesita otro poder. Él sentía que cualquier que bloquee el fluir de la acción creativa es malo y todo lo que fluye con el universo es saludable.

    Este concepto del fluir es el que destaca a Emerson como el ensayista de más influencia en Estados Unidos. Los académicos nunca supieron qué hacer con él. A Emerson no puede tildársele de religionista ni filósofo, así que se le denomina transcendentalista. Pero como quiera que se le califique, no puede ser ignorado. A continuación una buena razón:

    Existe un principio que es la base de las cosas, el cual toda lengua desea decir, y toda acción llevar a cabo, una presencia sencilla, callada, no descrita e indescriptible, que mora pacíficamente en nosotros, nuestro señor legítimo: no tenemos que hacer, sino permitir que haga; ni trabajar sino que se trabaje en nosotros; y para este homenaje hay un consentimiento de todos los seres humanos considerados y justos de todas las edades y condiciones. A este sentimiento pertenecen aumentos de poder grandes y súbitos … Un día debemos tratar con el ser real —esencias con esencias.²

    Emerson no pudo entender por qué hacemos de la vida un problema frustrando el fluir del bien. Él dijo: Nuestra vida podría ser mucho más fácil y sencilla de lo que la hacemos; el mundo podría ser un lugar más feliz del que es; no hay necesidad de luchas ni desesperación, ni del llanto ni del crujir de dientes. Creamos nuestros propios demonios. Interferimos con la naturaleza.

    En mi libro Unity of All Life, cuento la historia de un hombre que se sentó en su escritorio deprimido una noche después de recibir una nota de cesantía de la compañía para la que había trabajado más de veinte años.³ Él reflexionaba con desesperación sobre la dificultad de conseguir otro trabajo a su edad, la tarea imposible de vivir con su salario y la impresión de sentir que no era necesario, que no era útil, que estaba acabado.

    Él notó una araña en el escritorio y la apartó inconscientemente. De repente, miraba con asombro cómo la criatura diminuta tejió automáticamente un hilo para soportar su peso y se balanceó con gracia hasta el piso. Él comenzó a pensar: Si esta criatura diminuta puede estar en el fluir de un recurso misterioso y tratar de manera tan creativa con su crisis, entonces ¿por qué no podía él hacer lo mismo? La respuesta vino de manera dramática: Él debió haberse salido de su fluir natural, de otra manera, no hubiera tenido que enfrentar esta situación. El hecho de que estaba tan perturbado probaba que eso era cierto. El sincronizarse en conciencia con el fluir, comprendiendo que su bien no viene a él sino por medio de él, no le devolvió el trabajo, mas lo hizo avanzar inexorablemente hacia algo mejor.

    Con una nueva conciencia del fluir y con los procesos de la mente y el cuerpo sincronizados con el fluir, el hombre experimentó seguridad y creatividad nuevas. Siempre había anhelado la oportunidad de escribir. Ahora tenía esa oportunidad ¡y así lo hizo! No se convirtió en un Hemingway, pero escribió y vendió mucho de lo que escribió. Y junto con el ingreso monetario de su retiro, se las arregló para logar una seguridad económica que nunca había tenido. Todo gracias a que ahora estaba consconsciente y gozosamente en el fluir.

    Esta idea del fluir de la vida desde lo interno no es fácil de comprender, ya que la mayoría de nuestra sabiduría y experiencia, reflejos del mundo a nuestro alrededor, parecería contradecirla. Emerson dice que debemos olvidar la sabiduría del mundo, permanecer en los circuitos divinos y, al hacerlo, abrir la puerta por la cual la afluencia del cielo y la tierra fluyan en nosotros. Él no sugiere que sacrifiquemos la sabiduría acumulativa de la ciencia. Él se refiere a esos factores limitativos.

    David Sarnoff, en el comienzo de los años 50, llamó a sus investigadores y les ordenó que produjeran un proceso de cinta de video en blanco y negro y color compatible. Los hombres estaban estupefactos con la audacia de tal tarea imposible. Al salir del salón, se oyó decir a uno de ellos en voz baja: Debe ser maravilloso tener una imaginación no restringida por el conocimiento de los hechos. Sin embargo, ellos pusieron a un lado su gran sabiduría y la televisión que ves hoy en día ha evolucionado gracias a su creatividad.

    Hemos sido engañados a creer que acumular la sabiduría del mundo nos hace sabios, cuando realmente quizás sólo nos llene de prejuicios. Por eso Jesús dijo: Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres (Jn. 8:32). Libres del pensamiento de vivir a merced del mundo externo, libres para permitir que Dios sea Dios en nosotros, y libres para estar en el fluir de vida, luz y sustancia del universo.

    Es importante notar que Jesús no dijo: "Conocerán acerca de la Verdad. El conocimiento acerca de la Verdad puede ser simplemente más sabiduría mundana. Él, dijo específicamente: Conoceréis la Verdad". Con el peligro

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