edito
Siempre anhelé viajar a México. Desde niña, cuando de vuelta tras un largo día de playa nuestra tía favorita ponía el radiocasete del con letras que me trasladaban a lugares mágicos. Adormilada por el calor en la piel después de tantas horas expuesta al sol, bajo las luces anaranjadas del atardecer y con el sabor a salitre aún en mis labios –y pese a la tremenda algarabía provocada por mis hermanos (¿cómo podíamos caber tantos en un espacio tan reducido?)–, yo fantaseaba con noches de ronda en la placita de un pueblo perdido de Jalisco, rodeada por una banda de mariachis con vistosos sombreros charros mientras mordisqueaba la lima de un margarita. Tardé años en visitar el país azteca. Y todas las maravillas que conjeturaba se multiplicaron por mil. México es una nación fascinante donde la magia, el misterio y la imaginación todo lo impregnan. Me ha devuelto a mis ensoñaciones infantiles la actriz Eva Longoria, embajadora del mexicano y apasionada por su gastronomía, que además de descubrirnos sus recetas favoritas en este número de ELLE GOURMET, comparte con nosotros los recuerdos de su niñez. Y una reflexión que hacemos nuestra: valorar la comida como vehículo para reunirse y estrechar lazos.
