En medio de un clima marcadamente enrarecido -condicionado por una creciente crispación social y protestas ciudadanas que abarcan desde reivindicaciones económicas a otras de carácter ambiental- más de tres millones de panameños están llamados a las urnas este domingo 5 de mayo para elegir la cabeza visible del Estado durante los próximos cinco años. En juego, mucho más que un sillón presidencial.
La clase política dirigente afrontadavía el sentido de su voto, o sencillamente no se siente representado por el actual abanico de partidos políticos. Sea como fuere, el sucesor del actual ejecutivo liderado por Laurentino Cortizo, cuyos niveles de popularidad se encuentran bajo mínimos, deberá afrontar una serie de retos de difícil solución, entre ellos la ralentización económica, el creciente endeudamiento público, un déficit fiscal disparado, el impacto del cambio climático o la cuestión migratoria, agravada por la condición de Panamá de país de tránsito.