Daniel Cousteau y Elisabeth Dunanthon eran novios y oriundos del antiguo pueblo Saint-André-de-Cubsac, situado en la costa oeste de Francia. Él había estudiado Leyes en París y Derecho Internacional en Estados Unidos. Ella era bella y culta, hija de una familia burguesa.
En 1905, Daniel y Elisabeth se casaron. Elisabeth tenía 18 años, y Daniel, 28. Él trabajaba en París como consejero legal y comercial del millonario estadounidense James Hazen Hyde. El primer hijo de la feliz pareja, Pierre-Antoine, nació el 18 de marzo de 1906.
Los Cousteau viajaban mucho con Hyde. Pero cuando Elisabeth se embarazó por segunda vez, dio a luz en casa de sus padres en SaintAndré-de-Cubsac. Allí nació el 11 de junio de 1910 el explorador marítimo, inventor, fotógrafo, escritor, cineasta, educador y activista ambiental Jacques-Yves Cousteau.
Daniel tuvo que incorporarse enseguida a su trabajo y los Cousteau volvieron a su vida errante.
“Mis primeros recuerdos se remontan a mi madre meciéndome en un tren en marcha”, diría Jacques años más tarde, quien se convirtió en un niño enfermizo que sufría de disentería y anemia.
En 1918, su padre aceptó un trabajo con Eugene Higgins, el estadounidense más rico de Nueva York, quien vivía entre Francia y Estados Unidos. Higgins viajaba a menudo y quería que su abogado lo acompañara a todas partes. Durante un verano en Deauville, dijo a los Cousteau que su hijo Jacques estaba muy delgaducho y pálido, y necesita abandonar la cama y beneficiarse del aire, del sol y de las actividades físicas. La natación sería un ejercicio perfecto para fortalecerlo. Los Cousteau estuvieron de acuerdo y Higgins le enseñó a nadar a Jacques, quien se fascinó con el contacto con el agua. “Era una experiencia física, sensual”, diría él más tarde.
Jacques tenía 10