Los bocadillos han estado desprestigiados como especialidad culinaria demasiado tiempo
Parecía que tenían poco que decir frente a guisos y comidas “de verdad”, de esas que saben preparar los grandes cocineros y las buenas “amas de casa”. Y eso era debido a la falta de imaginación y la poca calidad de los ingredientes que con frecuencia se usan, y que (sin imaginación) pueden llegar a ser aburridos. Sin embargo, los “bocatas” no solo no desaparecen, sino que cada vez ocupan una parte más importante en las comidas. Por eso tal vez sea necesario darles la categoría gastronómica que se merecen.
No se trata de alimentarnos a base de bocadillos, dejando de lado otros alimentos esenciales: sopas, fruta o legumbres, sino de convertir nuestros bocatas en un alimento de calidad.
«Cultura del bocadillo»
El auge del bocadillo tiene que ver con su versatilidad, además de con componentes culturales. En un principio se asocia a una manera de comer de cuando se está fuera de casa. De este modo son el compañero imprescindible en picnics y excursiones. En épocas de buen tiempo son la solución perfecta que nos permite pasar muchas horas a la intemperie, gozando de la naturaleza, sin tener que preocuparnos por la subsistencia.
De la merienda… a los bocadillos a todas horas
Hoy una gran mayoría pasamos muchas horas fuera de casa, y por eso el bocadillo llena otras necesidades. De ser el componente de nuestras meriendas de antaño cuando nos entregaban un hermoso emparedado a media tarde y desaparecíamos jugando un par de horas más, ha pasado a ser importante incluso por la mañana.
Cada vez más niños y grandes salen de casa con un mínimo de ocho horas por delante. A menudo, las prisas de la mañana determinan un desayuno poco consistente.
El bocadillo del almuerzo se impone, aunque deberíamos pensar en él como