Cuando hacemos tres comidas completas, (entendiendo por completas, que cubran las necesidades de carbohidratos complejos, minerales, vitaminas, proteínas, oligoelementos, lípidos y líquidos) no tendríamos la necesidad de comer entre comidas, y entonces el almuerzo (comida a media mañana) y la merienda (comida a media tarde) saldrían del panorama cotidiano.
En la antigua sabiduría popular, para dar consejos sobre salud, se decía “desayuna como un rey, come como un príncipe y cena como un mendigo”, así como “de grandes cenas las tumbas llenas”.
Traducido a comida equivale a que en la mañana necesitamos energía duradera de lenta absorción, que queme muy lentamente para desarrollar las tareas matinales psicofísicas y aprovechar el impulso ascendente del sol. Es como si entráramos en la fase de la fotosíntesis, pero en vez de clorofila necesitamos hidratos de carbono completos. A medio día cuando el sol está perpendicular a la tierra, la comida completa nos ayuda a reponer fuerzas y a continuar con el resto de tareas.
Sin embargo, en el ocaso del día, cuando el sol se oculta, nuestra comida debería ser frugal y de una cualidad