Para mantenerse en el poder, Franco se ganó la confianza de los reaccionarios; neutralizó a los «rojos», instaurando una política de terror; durmió las pretensiones de los monárquicos; controló la Falange; consiguió la confianza de los fascistas, luego de los aliados y la Iglesia le llevó bajo palio.
Los cadetes y el ejército aprendieron a venerarlo como a un Napoleón moderno. Los grandes latifundistas y propietarios crearon un sistema clientelar del que la familia, y allegados, del general también se beneficiaron económicamente. Realizó una reforma educativa a medida. A partir de los 50, los españoles emigrantes comenzaron a enviar millones de pesetas en divisas desde el extranjero y la apertura del turismo hizo del Mediterráneo un paraíso financiero lucrativo para el país. Luego, la bonanza económica auspiciada por la Guerra Fría y el apoyo de EE. UU. trajo una clase media sin aspiraciones políticas y, para colmo, la lluvia enviada por Dios había acabado con la pertinaz sequía. El dictador supo hacer que la situación geopolítica siempre jugase a su favor.
EL APOYO DE LA DERECHA
Cualquier otro se hubiera arredrado en la Academia militar con su baja estatura, sus malas calificaciones y la mofa de sus compañeros, pero Franquito (como le llamaban con ironía muchos compañeros de promoción y luego colegas de profesión) demostró una buena planificación en