Benito Mussolini se convirtió en un personaje de moda en los años treinta. Los ocho años que llevaba en el poder, más que desgastar su imagen la habían engrandecido hasta poner a Italia, un país en el fondo muy joven y débil, en el centro de la escena internacional posterior a la Primera Guerra Mundial. Admirado por reyes y primeros ministros democráticos, muchos vieron en su ideología el único remedio para frenar el imparable avance de la revolución bolchevique. Jorge V llegó a decir de Mussolini, tras tener una reunión con él en su visita a Italia de 1923, que era un hombre dotado de una maravillosa energía que rige Italia. El mismo Winston Churchill diría, tal vez exagerando un poco, que si fuese italiano, vestiría la camisa negra de los fascistas de Mussolini. Aristide Brian, ministro de Asuntos Exteriores de Francia, fue más allá al afirmar que además de ser un hombre grande, Benito Mussolini era un hombre bueno. ¿Cómo podían decir esto de un dictador que había encarcelado o enviado al exilio a todo el que se le había opuesto? ¿Cuál era el magnetismo del creador del fascismo?
BENITO MUSSOLINI: EL HOMBRE DEL PUEBLO
Benito Amilcare Andrea Mussolini se había criado como un pequeño burgués, aunque en su familia Al parecer se había trasladado a Suiza para escapar del servicio militar obligatorio, tras su regreso a Italia y una corta trayectoria como periodista revolucionario, tuvo que cumplir con el ejército e incorporarse a filas. Tras licenciarse se ganó la vida como profesor de francés.