¿Cómo encontraste tu vocación? ¿Cuál fue el punto clave en tu vida que te orilló a estudiar Derecho y, posteriormente, dedicarte al servicio público?
Yo provengo de una familia de abogados; mi papá y mi mamá lo son. Yo desayunaba con la demanda, cenaba con el amparo, y nunca me imaginé dedicarme a otra cosa. Entré a la política en el año 2000, pero sin pensar en dedicarme a la política, sino como un hobby, como una manera de que mis ideas fueran escuchadas, para poder influir, pero nunca para dedicarme profesionalmente a eso, sino como algo paralelo al ejercicio de mi profesión. Poco a poco me fui inmiscuyendo cada vez más en la vida partidista y en la vida pública hasta que acabó ocurriendo lo contrario: el litigio acabó siendo una cuestión paralela a mi vida en la política.
■ ¿Cuáles son los retos más importantes a los que te has enfrentado como diputado federal?
Primero, llevar el debate al plano técnico y de lo correcto, y no sólo al discurso. Segundo, tener los mecanismos para impulsar que una iniciativa realmente se dictamine, porque así como antes existía el veto de bolsillo por parte del Ejecutivo, el día de hoy existe el veto de