En 1999, Steven Spielberg tenía un problema: cómo traducir el cuento de Phillip K. Dick Minority Report en un éxito de taquilla. En ese thriller policial ambientado a mediados del siglo XXI, se depende de unos humanos mutantes que pueden ver el futuro, utilizando su «precognición» para evitar los asesinatos antes de que sucedan. Desafortunadamente para Spielberg, el libro de Dick contenía pocas pistas sobre cómo era realmente ese mundo. Entonces, el director reunió a algunos de los mejores futuristas del mundo para que lo ayudasen a definir los guiones gráficos de la manera más increíble.
Jaron Lanier, autor y pionero de la realidad virtual; Shaun Jones, el primer director del programa de contramedidas no convencionales de la DARPA (Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa, dependiente del Pentágono) y los jefes del Center for Bits and Atoms (Centro de Bits y Átomos’) y del Media Lab (Laboratorio de Medios) del Instituto de Tecnología de Massachusetts se reunieron en Shutters (un hotel situado junto a la playa de Santa Mónica, en California) para tratar en secreto este tema. Si bien pocos espectadores recuerdan las complejidades de la trama de Minority Report, casi todos recuerdan el mundo futuro que crearon estos expertos, sobre todo porque acertaron en muchas cosas. Entre todas las ideas que aportaron, anticiparon correctamente las pantallas digitales de visualización frontal, la manipulación gestual de comandos, los automóviles sin conductor, la publicidad personalizada, los dispositivos del hogar manipulados por medio de la voz y el análisis predictivo de los delitos.
Al principio, se suponía que la acción transcurría en el año 2070, pero acabaron por situarla en el 2054. Y entre todas sus conjeturas bien fundamentadas, ese fue su mayor error: situaron la acción cuarenta años demasiado tarde. Y no solo por la tecnología genial como los coches sin conductor y las pantallas de visualización frontal, sino también por la precognición en sí.
La Armada de EE