Y a ver quién le lleva la contraria a un tipo que llega a los 76 años estrenando un documental en Netflix presentando una serie en la misma plataforma protagonizando una espectacular biografía fotográfica para Taschen y convertido en exitoso influencer con más de 24 millones de seguidores en Instagram y más de 6 millones en TikTok. “Cada mañana cuando me levanto pienso lo mismo: soy el hijo de puta más afortunado del mundo”. Nada que objetar, claro. Y más si tenemos en cuenta que estamos hablando de un chiquillo austriaco, esmirriado y pobre, al que un padre con creencias nazis arreaba con el cinturón un día sí y otro también, y que estaba predestinado a ordeñar vacas... hasta que decidió retorcer su destino a golpe de disciplina. “Todo empezó con mi visión de convertirme en un gran culturista, después en uno de los principales actores de Hollywood, y más tarde en el gobernador de la quinta economía más grande del mundo”. Spoiler: lo logró todo. Arnold Schwarzenegger llegó a EEUU con apenas 20 años, besó el suelo del aeropuerto, y luego se coronó cinco veces Mr. Universo. Se hizo rico antes de convertirse en una estrella vendiendo libritos de entrenamiento e invirtiendo las ganancias en bienes inmobiliarios. Fue el primer culturista en contratar a un publicista. Decidió hacer cine y se rio de los que le soltaban: “Para una peli de nazis, vale, pero ser una estrella, imposible”, cuando James Cameron le dijo: “Eres perfecto para Terminator porque hablas como una máquina”. Y luego fue el Conan soñado, y el actor mejor pagado durante décadas, y una superestrella global. Y decidió escalar otra cima y se convirtió en gobernador de California por partida doble. 76 años y mil vidas en una, todas con algo en común: el método Arnold. “Siempre he sabido reconocer los huecos antes que nadie y pensar: ‘¿Qué diablos le pasa a la gente que no ve esas oportunidades?’. No he tenido nunca miedo a la hora de lanzarme y de ser el primero en aprovecharlas. Ese ha sido mi gran valor”.
