Ha escrito la saga más épica sobre el futuro de la humanidad a través de los siglos y una serie completa de relatos sobre robots. Autor de 40 novelas y 383 relatos de ciencia ficción, es considerado uno de los «tres grandes» del genero junto a Heinlein y Clarke. Ha ganado en repetidas ocasiones los premios Hugo y Nébula. Cuenta en su haber con 280 artículos de divulgación científica y 14 libros de historia universal. Miembro de Mensa, asociación de superdotados, Doctor en Química —trabajó como investigador químico en la Segunda Guerra Mundial— y Presidente honorario de la Asociación Humanista Estadounidense. Un asteroide, el 5020, y un cráter, en Marte, llevan su nombre.
Pero ahora, Isaac Asimov, a sus 60 años, está desesperado ante una máquina. Ante un electrodoméstico más. Un simple robot. Él presume de ser el mejor escritor de ciencia ficción. El más prolífero. Más inteligente que la media. Y aun así, es el peor día de su vida. No sabe cómo encender su nuevo ordenador. Él, que ha escrito Yo, robot, ahora se ve obligado a decir: «Tú, robot».
Isaac se aproxima a la computadora. La observa desde distintos ángulos. Se acicala las largas patillas canosas. Se ajusta la corbata. Limpia sus gafas de «culo de vaso». Golpea la computadora con la mano abierta simulando a los simios de . ¿Qué hubiera pensado su amigo Arthur C. Clarke, autor de la novela? «Se hubiera reído de mí», piensa Isaac. Sigue sin entenderlo. No sabe cómo funciona. Y cree, además, que ese electrodoméstico es inútil: «¡Vamos, hombre! ¿Abandonar mi fiel máquina de, novelas sobre cómo una colonia de personas intenta preservar todo el conocimiento humano para volver a crear una civilización. Pero él no estaba dispuesto a que entrara esa decadencia tecnológica en su casa. Ni siquiera una calculadora. Escribió en su autobiografía: «El mundo de la tecnología avanza, y gira a mi alrededor y lo ignoro hasta que irrumpe en mi vida con fuerza». Pero ha llegado el momento. Ha irrumpido en su vida.