Mi amigo Oto llevaba dos meses de dieta estricta. Entre junio y julio había bajado dos tallas, varias transaminasas, había perdido casi 15 kilos y toda la alegría de vivir. Además se había desmayado montando en bicicleta con sólo un plato de acelgas para propulsarle y la espalda doblada bajo el peso de 300 mails sin contestar.
Era 1