En ese preciso instante en el que el sol se pone y el cielo de Madrid se enciende, la cocina y la sala del recién renovado Club Financiero Génova se paran. Sus camareros y cocineros, el equipo al completo, abandonan sus puestos para salir a una de sus terrazas, la que mira hacia la plaza de París, y guardar lo que su chef Nino Redruello ha bautizado como el «minuto de paz». resuena en los más de 2800 metros cuadrados, repartidos en dos plantas, de este novísimo espacio gastronómico que se ha convertido en la apertura del verano. Pasado el minuto, todo vuelve a la normalidad, el servicio se reactiva y el equipo se pone de nuevo en marcha. «En medio de esta vida acelerada, hemos querido compartir con nuestros clientes este momento de desconexión. Después es cuando entramos y cocinamos rico de verdad», cuenta entre risas Nino Redruello, encargado de que la gastronomía de este restaurante que roza el cielo «esté a la altura». Las plantas 14 y 15 del emblemático edificio Centro Colón, desde donde se contempla una de las vistas más hipnóticas de la ciudad, han logrado ser ya una de las paradas imprescindibles de la temporada estival en la capital. La actualización del Club Financiero Génova, que comenzó su andadura en 1973, ha sido orquestada por Azotea Grupo y Familia La Ancha. La historia de esta unión, la de ambas familias hosteleras, nace de una larga amistad. «Somos amigos personales desde hace años, nuestras vidas se cruzaron gracias al pantano de San Juan, donde pasamos mucho tiempo juntos», cuenta Cristina Lasvignes, fundadora, con su marido José Manuel García, del reconocido grupo especializado en espacios singulares. El tándem ha resultado perfecto. Acostumbrado a una hostelería «a la antigua», hermética y en la que nadie hablaba con nadie para evitar ser copiado, el chef Nino Redruello afirma: «Estamos disfrutando mucho de este viaje juntos, intentando respetar las parcelas de cada uno, aprendiendo y enriqueciéndonos mutuamente».
