Sabemos que los primeros pobladores Homo sapiens de Europa llegaron con una oleada inicial hace unos 45 000 años, ya entrada la última Era de Hielo. Durante unos 15 000 años fueron colonizando el continente, sin demasiados problemas. Pero, entre hace 19 000 y 25 000 años, todo lo que quedaba de ellos era un pequeño reducto en el sur de la península ibérica.
Ya los huesos, y los estilos tecnológicos de herramientas de piedra, parecían indicar a los expertos que todo el sur de Europa había funcionado como refugio durante el llamado Máximo Glacial, el periodo más frío de la última Era de Hielo. Pero nuevos descubrimientos apuntan hacia otro lado. En especial, el análisis de los genes de un individuo descubierto en la cueva del Malalmuerzo, de la provincia de Granada, España. Este humano de hace unos 23 000 años es la conexión que faltaba entre las últimas poblaciones supervivientes de la helada Europa, y las que luego repoblarían todo el continente cuando los hielos se fueron retirando hace unos 19 000 años.
Hoy en día, gracias a la paleogenética, un trozo de hueso humano es suficiente para conocer la historia de un pueblo. Con los grandes avances tecnológicos, los genes que se pueden extraer funcionan casi del mismo modo que cuando un historiador descubre un libro antiguo.
El último refugio