Hoy esta frase cobra toda su actualidad ante la aparición de dos nuevos términos económicos como consecuencia de una recesión que no ha hecho más que comenzar: la cheapflación y la reduflacción. Hablemos de ellos.
Reconozco que ambos neologismos me espantan, no sólo por como suenan, sino sobre todo por lo que esconden. El término surgió a finales del pasado siglo XX para definir una practica de los fabricantes para sobrevivir a una crisis galopante. Básicamente consiste en sustituir los materiales o ingredientes que conforman el producto por otros de menor coste, por su parte, consiste sencillamente en reducir la cantidad de producto en un mismo envase. Es el desagradable descubrimiento que experimentamos al abrir el paquete y descubrir que el contenido es en gran parte… ¡aire!