EN EL SIGLO XVIII, EL PACÍFICO HABÍA DEJADO DE SER EL “LAGO ESPAÑOL”, Y DISTINTAS POTENCIAS EUROPEAS RIVALIZABAN EN EL DESCUBRIMIENTO DE ISLAS, ASÍ COMO EN LA BÚSQUEDA DE PUNTOS ESTRATÉGICOS PARA LA DEFENSA YEL COMERCIO. En ese contexto, jugaron un papel destacado las expediciones británicas y francesas, baste recordar figuras como Cook, Pérouse o Bougainville. En nuestro país hay un personaje que brilla con nombre propio, Malaspina.
Alejandro Malaspina y Melilupi (1754-1809) fue un noble y marino italiano al servicio de la Corona Española. Nació en Mulazzo, por aquel entonces perteneciente al Gran Ducado de Toscana. En 1774 ingresó en la Marina Real española, distinguiéndose en varias acciones armadas en el norte de África –una de ellas en la defensa de Melilla–, en un viaje a Filipinas y frente a la temida armada británica.
En 1788, junto a (1759-1825), propuso al Gobierno español organizar una expedición político-científica. Su objetivo