Un siglo después de su muerte, su nombre es aún capaz de crear expectativas en el mundo de la alta joyería. La Gran Duquesa María Pavlovna de Rusia llegaría a coleccionar un espectacular grupo de piezas de una calidad prodigiosa, con una amplia variedad de piedras preciosas y semipreciosas. Nacida Duquesa María de Mecklemburgo-Schwerin, originaria de un antiguo y pequeño estado independiente de la actual Alemania, en 1874 entra a formar parte de la familia imperial al casarse con el Gran Duque Vladimir Alexandrovich, segundo hijo del Zar Alejandro II de Rusia. Como era costumbre en la familia de los Romanov, la novia recibe como regalo de bodas un importante conjunto de joyas que formarán el núcleo central de su posterior colección.
Con el firme propósito de brillar en la corte de su suegro, luego en la de su cuñado y posteriormente en la de su sobrino, cuida meticulosamente la manera en la que se presenta ante el mundo. Gracias a su inteligencia y su curiosidad, la gran duquesa se convierte con el tiempo en aquel tipo de coleccionista que busca la rareza y calidad extraordinaria en las piedras preciosas,