Las relaciones de México con otros países se han convertido en una cuestión crucial para asuntos decisivos de la vida nacional. Así es de manera evidente para la economía y el desarrollo, dicho en términos generales; otro ejemplo es la dinámica migratoria que transcurre desde y a través de nuestro territorio. En ambos escenarios, que son prioritarios, la gestión de sus respectivos procesos es imposible desde el horizonte individual de un país, así se trate del más poderoso del planeta o de alguno que pretenda un “interiorismo” extremo.
En materias económica y migratoria la intervención conjunta de los Estados involucrados es imprescindible. No por