Durruti había llegado a Madrid una semana antes, anticipándose al contingente de milicianos libertarios de su columna llamado urgentemente a sumarse a las fuerzas encargadas de taponar la brecha que se abría al oeste de la ciudad, por la que parecía irremediable que penetraran las tropas sublevabas. Tan grave era la situación, que el Gobierno republicano se había trasladado a Valencia el día 6 de aquel mismo mes, muy poco antes de que los atacantes alcanzaran las orillas del río Manzanares.
A decir verdad, ni Durruti ni sus camaradas de la columna homónima llegaron a Madrid de buena gana, dedicados como estaban por entonces a poner en práctica el comunismo libertario en el oriente aragonés que ocupaban tras desistir de recuperar Zaragoza para la República. Solo la insistencia de sus camaradas de Madrid y, sobre todo, de Federica Montseny, primera mujer en asumir una cartera ministerial en nuestro país y anarquista como Durruti, convenció finalmente a los cenetistas.
En la mañana del 15 de noviembre llegaron desde Valencia las agrupaciones de la columna Durruti destinadas a reforzar las defensas de Madrid. Al