PARÍS.– El emir Tamim bin Hamad Al Thani ya está perdiendo la paciencia. Desde su designación como sede del Mundial no aguanta más las críticas contra Qatar sobre corrupción, esclavitud de trabajadores extranjeros y violación de derechos de la mujer y de las minorías sexuales.
El 25 de octubre último el monarca salió de su altanero silencio al inaugurar la sesión anual del Consejo de la Shura (cuerpo legislativo con poderes limitados dentro de la monarquía qatarí).
“Desde que obtuvimos el honor de albergar el Mundial, Qatar se ha visto sometido a una campaña sin precedente, a la que ningún país anfitrión se ha enfrentado jamás”, denunció al principio de su discurso.
Y siguió diciendo, enigmático: “Pronto nos quedó claro que la campaña tiende a continuar y expandirse para incluir invenciones y dobles raseros, tan feroces, que lamentablemente han llevado a muchas personas a cuestionar las verdaderas razones y motivos detrás de esta campaña”.
Mucho más explícito, el jeque Mohammed bin Abdulrahman al Thani, ministro qatarí de Relaciones Exteriores, dijo en entrevista con el vespertino Le Monde el viernes 4: “Las razones aducidas para boicotear el Mundial no tienen sentido. Hay mucha hipocresía en esos ataques, que ignoran todo lo que hemos conseguido (en materia de derechos humanos y laborales)”.
Insistió en que “hace unos días leí que Qatar no está listo intelectual y culturalmente para organizar el Mundial. ¿Acaso semejante racismo es aceptable en