Año/Cero

LA MAFIA AL SERVICIO DE LA CIA

Que la CIA ha estado involucrada –en mayor o menor grado– en asuntos muy turbios en pro de la «seguridad nacional» estadounidense, es algo sabido desde hace décadas. En febrero de 2020, la agencia de inteligencia copó los titulares de todo el mundo con la declaración de los psicólogos que habían trabajado diseñando su siniestro programa de torturas físicas y psicológicas, una suerte de renovado MK-Ultra 2.0 que utilizaron en prisiones como Abu Ghraib o Guantánamo.

En el punto de mira de grupos pro-democracia y activistas, así como de autoridades de «países enemigos», sus agentes han sido una y mil veces acusados –no sin contundentes razones– de las más variadas vulneraciones a los derechos humanos, la libertad individual y todo aquello que reza la Carta Magna de EE UU que no se debe –ni se puede– hacer. Las cloacas del poder en estado puro: espionaje de altos cargos, derrocamiento o instauración de gobiernos a golpes de contrarrevolución o ejércitos privados, narcotráfico, control mental… e incluso turbias colaboraciones con los grupúsculos más oscuros de la sociedad, como la propia Mafia, los «padrinos» que sembraron el pánico en las calles de Nueva York y Chicago y que aún hoy mantienen un rentable imperio del crimen.

ENGAÑANDO AL MUNDO ENTERO

De eso precisamente vamos a hablar en las próximas líneas: de la conexión largamente silenciada de parte de la CIA con algunos de los más prominentes tótems de los bajos fondos, con mercenarios y oscuros personajes. Una «mafia» en el más amplio término de la palabra, aunque al servicio del statu quo.

En febrero de 2020 saltaba a los medios de comunicación una noticia que volvía a estremecer a la opinión pública al conocerse cómo sus agentes hacían y deshacían vulnerando las leyes de todos los países, cual gánsteres de tres al cuarto. El enésimo escándalo lo sacaba a la luz una delicada investigación de The Washington Post en colaboración con las cadenas alemanas de televisión pública ZDF y SRF, que destapaba el espionaje de EE UU y la Alemania Occidental durante más de cinco décadas.

Gracias a que controlaba una empresa suiza de encriptación, la CIA espió durante cinco décadas a más de 120 países, algunos «enemigos ideológicos» de EE UU

Bajo el potente titular de , el rotativo estadounidense revelaba cómo la CIA y los servicios de inteligencia de Alemania Occidental –el BND por sus siglas en alemán– en tiempos del Telón de Acero, controlaron en absoluto secreto una empresa suiza que fabricaba y distribuía dispositivos de encriptación y líneas de comunicación «seguras» a más de 120 países, muchos

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