os cátaros creían que los que habían sido , los perfectos, al recibir el Espíritu Santo, tenían acceso al cielo, siempre y cuando llevasen una vida acorde con los principios de austeridad que defendían. Pero, ¿qué pasaba con los creyentes normales que aún, el único sacramento que practicaban? La solución a esta inquietante pregunta la encontraron algunos cátaros en la transmigración de las almas, en la reencarnación, pero lejos de las concepciones kármicas de las religiones hinduistas. Repito, algunos. No todos creían en esto. Pensaban, los que lo pensaban, que las almas eran transmitidas por el Diablo de un cuerpo a otro, hasta que finalmente consiguiesen coger la autopista hacia el cielo. Así, todos, tarde o temprano, seremos salvados. Era lógico. Dios no podía permitir, en su infinita bondad, que sus hijos, los ángeles robados, viviesen en este terrible mundo por los siglos de los siglos. Y tampoco tenía sentido que fuesen castigados a arder en las llamas del infierno, lugar en el que, por supuesto, tampoco creían. Para los cátaros, este mundo era el infierno. Ya estábamos castigados. Aquello de lo que hablaban los curas era un fraude con el que habían conseguido atemorizar y someter a las gentes. Este fue, sin duda, uno de los motivos de su éxito.
MÁS ALLÁ DE LA MUERTE
Jul 25, 2022
2 minutos
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