Pasar desapercibido en una ciudad es dificil cuando eres un puma. Si lo fueras, en cuanto una de tus patas pisara el asfalto, todas las miradas de los humanos se posarían sobre ti. Te verías obligado a emprender la huida, agazaparte entre los coches aparcados y saltar muros. Lo más probable es que la incursión terminase con tu captura, sedación y posterior liberación lejos del lugar. En el caso de que los ciudadanos estuvieran encerrados en sus casas, supongamos que a consecuencia de un virus, la aventura tal vez podría durar un poco más. Pero ten por seguro que el resultado sería el mismo.
Durante los confinamientos que tuvieron lugar en el año 2020, aquellos animales que se atrevieron a pasear por las ciudades consiguieron hacerse un hueco en la prensa internacional y en las redes sociales. Varios pumas —Puma concolor— fueron los protagonistas de los telediarios tras rondar las calles de Santiago de Chile, también lo fueron algunas familias de chacales dorados —Canis aureus— que parecían disfrutar de picnics en los parques urbanos de Tel Aviv. Estos son algunos ejemplos que acontecieron durante lo que ya se ha bautizado como «antropausa» o «paralización de la actividad humana». Aunque estas apariciones pudieron parecer casuales o anecdóticas, se sabe que algunos de sus protagonistas ya frecuentaban las ciudades desde hacía tiempo.
NUESTRA INFLUENCIA SOBRE LOS ECOSISTEMAS HA ALCANZADO COTAS GLOBALES.
La destrucción de hábitats está trazada con campos de cultivos, explotaciones ganaderas, represas hidroeléctricas, sitios industriales, redes de transporte y zonas, tan solo el 3 % de la superficie terrestre de la Tierra se encuentra ecológicamente intacta. En contraste, las ciudades y pueblos ocupan ya aproximadamente el 7 % de la tierra sin hielo. Esta realidad plantea diversos retos en el ámbito de la conservación, en especial con aquellas especies situadas en los niveles más altos de las redes tróficas. ¿Dónde encajan los depredadores en este nuevo mundo dominado por?