PERIODISTA
Pisamos los umbrales de una revolución proletaria universal». La sentencia de Lenin, pronunciada poco antes del estallido bolchevique de 1917, se materializó pocos meses después en distintas partes de Europa. Las masas proletarias, desgarradas por una guerra larga y cruel, estaban dispuestas a arriesgarlo todo en busca de la victoria final. La burguesía, por su parte, asistía, horrorizada, al triunfo de un «influjo maligno» que auguraba un «espíritu de desorden» en todo el mundo.
ALEMANIA DESGARRADA
La derrota del Imperio alemán en la Primera Guerra Mundial trajo consigo un periodo de turbulencia y tensiones sociales que derivaron en la Revolución de Octubre de 1918. Tras el descalabro de las fuerzas germanas de tierra, los altos jefes de la marina de guerra, liderados por el almirante Reinhard Scheer, planearon lanzar una operación a la desesperada contra la Royal Navy británica que salvara el honor de la flota y ofreciera mejores condiciones para una paz, sondeada ya por el gobierno del káiser Guillermo II. Entre los marineros de las grandes bases navales alemanas habían prendido las ideas socialistas y anarquistas. La reciente Revolución de Octubre soviética había demostrado además que las estructuras de una sociedad podían derrumbarse ante el empuje de la voluntad popular. Conscientes de los planes de paz