La hoy capital ucraniana y sus alrededores vivieron un enfrentamiento de titanes en el que nazis y comunistas se emplearon, con todas sus fuerzas, en una batalla que pasaría a los anales de la estrategia militar como el mayor embolsamiento de tropas de la historia.
El 22 de junio de 1941 los ejércitos del Reich penetraron con gran rapidez en el territorio soviético gracias al efecto sorpresa de la Operación Barbarroja, el nombre en clave del proyecto militar para ganar «espacio vital» hacia el este. Con la Wehrmacht organizada en tres grupos de ejércitos (Norte, Centro y Sur), el despliegue de tropas resultó apabullante.
El Grupo de Ejércitos Centro era el más poderoso de todos. Contaba con cincuenta y siete divisiones, nueve de ellas blindadas. Rompieron con facilidad la llamada Línea Stalin (el intento de fortificar la frontera occidental soviética), el 11 de julio ya habían alcanzado el río Irpín, a apenas veinte kilómetros de la capital ucraniana. Tal era su avance que Kiev estaba