LOS TESTIGOS MUDOS DE LA BATALLA DE STALINGRADO
UNOS SEIS MESES DESPUÉS, LAS COSAS NO ESTABAN SU-CEDIENDO TAL Y COMO HIT-LER LAS HABÍA PLANEADO: MOSCÚ NO HABÍA SIDO CONQUIS-TADA Y CIUDADES CLAVE COMO SEBASTOPOL Y LENINGRADO SE MANTENÍAN INCÓLUMES. Por si fuera poco, la firma entre la URSS y Japón de un pacto de no agresión, permitía a la primera destacar un mayor contingente humano y armamentístico en el frente occidental. Ante esta situación y la cada vez más apremiante necesidad de abastecimiento de carburantes para tanques y demás vehículos, las directrices del Führer cambiaron drásticamente, redirigiendo sus ejércitos hacia el Caúcaso, con el objetivo principal de hacerse con los pozos de extracción de crudos y las industrias de transformación petrolíferas de la zona. Con esta acción comenzaba la llamada Operación Azul (Fall Blau).
Si bien el Ejército del Sur estaba actuando con gran éxito en Ucrania, Hitler realizó sucesivas divisiones de sus tropas, de suerte que, finalmente, se reservó solamente al 6º ejército –comandado por el general Paulus–para abordar la toma de Stalingrado; el resto debía ayudar en la campaña del Caucaso. Mientras tanto, los soviéticos se habían hecho fuertes en la ciudad. Stalin, por su parte, lanzó una orden–la 227–conocida como “ni un paso atrás” con base en la cual, si algún soldado intentaba retroceder, debía ser fusilado sumariamente en la retaguardia; asimismo, había prohibido la evacuación de la población civil y había integrado masivamente a las mujeres entre los combatientes.
HITLER TENÍA UN INTERÉS ESPECIAL EN LA TOMA DE ESTA CIUDAD: CONSIDERABA QUE SU NOMBRE YA TENÍA UN PESO POLÍTICO Y PROPAGANDÍSTICO, POR LO CUAL RESULTARÍA UN GRAN GOLPE DE EFECTO.
La ciudad
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