La contundente derrota de Japón en la batalla de Midway fue ocultada a los ciudadanos, y no se trató de un mero caso de desinformación. El gobierno, a instancias del emperador Hirohito, creó incluso un ministerio específico para gestionar un objetivo claro: nadie podía saber que esa batalla había sido un fracaso. Pero ¿por qué?
Habría que ir al segundo día de los cuatro que duró la batalla, el 5 de junio de 1942, para empezar a desvelar las razones. Aquel día, la Armada Imperial japonesa tenía ya pocas esperanzas de imponerse a los estadounidenses, pero no fue hasta el final de la jornada cuando un oficial del Estado Mayor Naval se armó de valor y comunicó la noticia al emperador.
Como narran Jonathan Parshall y Anthony Tully en el libro (2005), la reacción inmediata de Hirohito fue retirarse a solas con los miembros del Estado Mayor Naval. Ni siquiera informó de lo sucedido a Koichi Kido, guardián del sello privado y miembro de su círculo más cercano, hasta