La guerra contra el arte de Rusia
A partir del jueves 24 de febrero, cuando efectivos de Rusia cruzaron sus fronteras hacia la vecina Ucrania, las sanciones de países europeos se unieron a las de Estados Unidos (y naciones latinoamericanas como Chile), para “doblegar” al presidente Vladimir Putin, atacándolo por todos los flancos, al punto de vetar compañías de artistas y todo aquello que huela a simpatía con el oso ruso.
La primera medida punitiva fue aplicada por la Royal Opera House de Londres, Inglaterra. El 25 de febrero informó que la temporada prevista para el verano del Ballet Bolshoi no se llevará a cabo. La razón para sacar de la jugada a una de las compañías dancísticas más antiguas del mundo –fundada en Moscú en 1776–se justificó con un parco “debido a las circunstancias actuales, la temporada no podrá seguir adelante”.
El domingo 6 de marzo, Tugán Taimurázovich Sójiev, director musical ruso del Teatro Bolshoi de Moscú, así como de la Orquesta Nacional del Capitole de Toulouse, Francia, renunció a sendos cargos; mas no por apoyar a uno u otro de los bandos en la refriega:
“No puedo soportar –declaró– ser testigo de cómo mis colegas, artistas, actores, cantantes, bailarines y directores son amenazados, tratados
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