LA OTRA PROPAGANDA EL “SOFT POWER” SOVIÉTICO
PERIODISTA
La Guerra Fría no fue solo un enfrentamiento diplomático, estratégico, militar o ideológico. Estados Unidos y la Unión Soviética establecieron también trincheras culturales, desde las que batallaban para imponer, por medio de la persuasión, su visión de la sociedad y el mundo. Durante las administraciones de Harry S. Truman (1945-1953) y, especialmente, de Dwight D. Eisenhower (1953-1961), Estados Unidos impulsaron una serie de campañas para incrementar su presencia ideológica en el resto del planeta. El objetivo era “ganar mentes” y crear una opinión favorable al liderazgo norteamericano. Como cuenta la historiadora Frances Stonor Saunders en su libro La CIA y la guerra fría cultural, “durante los momentos culminantes de la Guerra Fría, el gobierno de Estados Unidos invirtió enormes recursos en un programa secreto de propaganda cultural en Europa occidental”.
La Unión Soviética, por su parte, también puso la cultura al servicio del Partido Comunista. El sistema invertía grandes sumas de dinero en fortalecer la identidad histórica y los valores revolucionarios, tratando de contrarrestar la influencia occidental y expandir, de este modo, el ideal de lo colectivo, lo industrial y
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